Una delegación del Instituto Nacional de Investigación Agropecuaria (INIA), integrada por el presidente de la Junta Directiva, ingeniero agrónomo José Bonica, el vicepresidente, Walter Baethgen, los ingenieros agrónomos Martín Gortari, Rafael Normey, Alejandro Henry, y Jorge Sawchik, así como la contadora Victoria Genta advirtieron en el Parlamento sobre pérdida de recursos del organismo.
¿Cuál fue el planteamiento?
BONICA (José). Como Instituto Nacional de Investigación Agropecaria, como marco para entrar en tema tenemos que recordar algunas cositas antes. El INIA se creó hace más de treinta años a través de una votación unánime. No solo votaron todos los partidos sino que se votó al final de una Administración y la primer Junta Directiva empezó a sesionar con otra Administración. Es importante destacar esto porque no somos un tema político: somos un tema estratégico para el país. Investigar e innovar, en particular en el sector agropecuario, es importante, trasciende al sector y afecta a todo el país. Básicamente, lo que queremos es comentar muy brevemente la situación. Al inicio de esta Administración, cuando ustedes aprobaron la Ley de Presupuesto, estábamos en plena pandemia, eran grandes los temores y el aporte a la institución por parte del Estado se restringió. Según la ley, un 50% corresponde al Estado y el otro 50% a los productores -cada vez que se comercializa, la mayoría de los productos agropecuarios en nuestro país, vía adicional del Imeba se contribuye con la investigación agropecuaria-, pero la institución está recibiendo, desde el Estado, los mismos pesos corrientes desde 2015. Esto hace que esa relación teórica 50-50 es, hasta 2025, casi 70-30. Estamos lejos de ese balance, que también se ve reflejado en la integración de la Junta, donde hay delegados del Poder Ejecutivo y, en la misma cantidad, delegados de las distintas gremiales de productores agropecuarios. En estos últimos años la institución recibió recursos, de todas maneras, y ha estado trabajando en un muy buen clima, como lo van a reafirmar otros expositores. Lo cierto es que los ingresos de la institución vía aporte de los privados -aporte que se hace con muy buen gusto; ustedes no han escuchado a nadie, desde las gremiales agropecuarias, que se queje de los aportes que hacen a la investigación- van a bajar US$ 7.500.000 y nosotros queremos dejar a la próxima Administración un Instituto funcionando y, con esa merma de ingresos, no lo vamos a poder hacer. Tampoco pedimos US$ 7.500.000. Somos conscientes de la realidad del país, de la gran sequía que tuvimos y de que hay gente muy necesitada, pero la investigación es conveniente que se mantenga con un nivel de actividad mínimo y ese nivel mínimo representa, en dinero -de eso tenemos que hablar hoy-, US$ 2.500.000 para este año y otros US$ 2.500.000 hasta que termine esta Administración, de manera de dejar el mejor Instituto Nacional de Investigación Agropecuaria posible a la nueva Administración. Reitero: no somos un tema político, sino estratégico para el país y los invito a que ustedes analicen lo que estamos planteando hoy en este sentido: no es para utilizarlo mejor aquí que allá. Esto es estratégico.
BAETHGEN (Walter). Es importante destacar un par de cosas más sobre el INIA. Sin duda, INIA hoy es el Instituto más importante como generador de información científica y tecnológica para el agro de Uruguay. Lo ha hecho de una manera muy efectiva. Más o menos se estima que por cada dólar que se invierte en INIA el país se beneficia con ocho o diez dólares. Ese es el retorno, simplemente por generar buena información científica y tecnológica. Uruguay, como país agroexportador, todavía enfrenta problemas serios. Uno es todo lo que tiene que ver con el impacto ambiental, la huella ambiental de los alimentos que producimos. Eso requiere buena información, requiere ser capaces de certificar que somos diferentes, para que nos abran mercados que nos puedan pagar un poco más por lo que produce Uruguay. Eso requiere ciencia. En segundo lugar, este año aprendimos, con creces, la necesidad que tenemos de contar con un buen plan de riego. Otro gran desafío es la producción vegetal intensiva, que es un sector fundamental para el país, porque emplea mucha gente, muchos productores chicos, y porque es un componente esencial para una dieta saludable de la población, que es lo que estamos buscando en Uruguay desde hace tiempo. Como decía el presidente, el año pasado el INIA se solidarizó con la situación bien problemática que trajo la pandemia. Debido al aporte del Estado que quedó fijo, el presupuesto del INIA fue un 70% proveniente de los productores y un 30% de parte del Estado. Reafirmando lo que decía Bonica, este año fue catastrófico para el sector agropecuario. US$ 7.500.000 es lo que se estima que fue la reducción del ingreso del INIA. Para no herir en forma estructural las líneas de trabajo de INIA, el Instituto necesita $100.000.000 por año, en estos dos años. Eso nos permitiría mantener la estructura mínima básica para no lastimar la capacidad fundamental de investigación.
HENRY (Alejandro). Soy ingeniero agrónomo y productor lechero. Capaz que me siento un poco más productor lechero que ingeniero, a esta altura. Hace treinta y siete años que remito leche a Conaprole. Cuando conversamos con los compañeros de la Junta la idea era dar una visión, del Poder Ejecutivo pero también de los productores. Yo soy representante de Cooperativas Agrarias Federadas (CAF), Fucrea y Comisión Nacional de Fomento Rural, al igual que el ingeniero Bonino, el ingeniero Gortari (de la Asociación Rural del Uruguay) y Rafael Normey, de la Federación Rural. Lo digo porque queremos manifestar la idea de cuerpo. Estamos en este barco todos juntos, gracias a ustedes, que crearon nuestro Instituto hace más de treinta años, por unanimidad, en esta misma Casa. Nos parece que fue una muy buena idea, en aquel momento, y una de las ideas que han perdurado en el tiempo, con algunas preocupaciones fuertes, pero nunca nos hemos cuestionado en estos treinta años seguir haciendo los aportes, como decían mis compañeros. Me estoy refiriendo al 4 % que aportamos en cada una de nuestras ventas. Pero sí sentimos una gran preocupación por el aporte del Estado, no solo por el dinero sino por el contenido de ese nuevo aporte, si significa un descreimiento de lo que fue la votación de la ley en aquel momento, cuando todo el Parlamento, por suerte, compartió la creación del INIA. Es un Instituto muy novedoso a nivel mundial, porque tanto la gobernanza como los fondos provienen del Estado y de los productores. Esa es la gran preocupación que estamos planteando: el retiro paulatino del Estado en la generación de ciencia, que no solo va dirigida a los productores rurales. Como se dijo, aquí una buena salud está respaldada en alimentos sanos, inocuos, en alimentos con menos pesticidas. Ese trabajo tiene un respaldo científico de INIA, ya sea cuando comemos una manzana que atrás tiene una tecnología de confusión sexual a través de feromonas, para abatir el ataque de mosca de la fruta. Eso significa no aplicación de insecticidas. Esa manzana o pera va a llegar al consumidor mucho más sana, mucho más inocua. Tenemos el ejemplo reciente de la tamarixia, que es un insecto que ataca a otro insecto; la diaforina es el vector para una enfermedad de los citrus. La ciencia no solo está para aportar soluciones a los problemas, sino también para adelantarse a los problemas. Un claro caso es el HLB, una bacteria en los citrus. Ya estaba presente en Argentina, en Brasil y en muchas partes del mundo: Europa y Estados Unidos. Solo el Estado de Nevada invierte más de US$ 40.000.000 por año para el control de esta enfermedad. En el modesto INIA Este teníamos la solución antes de que llegara la enfermedad y hoy, a través del control biológico de ese insecto que se descubrió en INIA que afectaba al otro insecto vector, cuando tenemos el problema tenemos la solución antes. ¿Por qué? Porque teníamos ciencia e investigación. Imaginen si para el covid-19 hubiéramos tenido la solución antes de que llegara. Estábamos previendo una situación. INIA, cuando llegó el covid, paró toda la investigación en virus y ofreció al Estado todo el equipamiento y la capacidad de nuestros técnicos para ayudar a generar lo más rápido posible los diagnósticos de PCR. No voy a repetir lo que ya dijeron nuestro presidente y vicepresidente en cuanto a los montos que necesitamos para sostener una actividad mínina del Instituto; no para hacer todo lo que quisiéramos, no para hacer todos los deberes que tenemos, no para hacer el respaldo que va a necesitar este país cuando hablemos de huella de carbono, del país neutro y de una cantidad de cosas, no para cuando tengamos que respaldar los bonos verdes que se liberaron, idea también apoyada por todos. Deberemos tener respaldo científico para demostrar eso. Y si no tenemos una ciencia fuerte e institutos fuertes como el nuestro, no lo vamos a poder hacer seriamente. El mensaje es este, no solo para hoy, sino para el futuro. ¿Qué país queremos? ¿El que unánimemente votó la creación de este Instituto? ¿Lo queremos mantener y fortalecer? Queremos seguir haciendo los grandes deberes que tenemos de sostenibilidad, de alimentos inocuos, de huella de carbono, de una buena plataforma de riego. Para eso necesitamos fondos, y esos fondos que manejaron tanto el presidente como el vicepresidente de nuestra institución son los mínimos necesarios para mantener el Instituto decorosamente hasta la nueva Ley de Presupuesto.
BONICA (José). Han escuchado voces de quienes estamos con las responsabilidades políticas de dirigir al Instituto. Ustedes dirán: «Nos están pidiendo recursos pero, ¿cómo está la institución para aprovecharlos, cosecharlos, sacarles rédito?». Los que hemos hablado hasta ahora estamos de paso, por lo que solicito que haga uso de la palabra el director nacional, que tiene años en la institución, y nos puede hablar con mayor propiedad sobre cómo está hoy el Instituto, si llegan estos fondos extra cómo van a multiplicarse, qué efectos van a tener y qué desafíos vamos a tener.
SAWCHIK (Jorge). Para complementar las opiniones, como funcionario de carrera del Instituto, he vivido diferentes vaivenes económicos de la institución; eso está claro. Sin embargo -y primero-, hoy no venimos a pedir incremento de salario para nuestros investigadores. Segundo, tenemos una demanda muy grande de fondos para proyectos de investigación. Nuestros investigadores quieren hacer cosas. Cerca del 90% de nuestros investigadores tiene formación de doctorado. Ese es un capital muy grande que tiene el país. Tercero, a esos proyectos de investigación se ata la necesidad de tener una inversión mínima, un puente, para llegar a la próxima Ley de Presupuesto. Dicho esto, quiero mencionar cuatro o cinco temas en cuanto a por qué precisamos este refuerzo adicional. En primer lugar, todos saben que el concepto de alimentación saludable es central; no es teórico. Probablemente, muchos de los legisladores no sepan que casi el 80% de la frutilla nacional que se consume viene de los programas de mejoramiento genético de INIA, así como el 80% o el 90% del boniato que se consume. ¿Qué trae eso? Conocimiento que se aplica, hasta lograr un producto que finalmente llega a la mesa de los uruguayos. Para eso, tenemos otra perspectiva: trabajar con el doctor Radi en otros temas más relacionados con alimentos y salud. INIA no está solo en este juego. En segundo término, todos los diputados -sobre todo los del interior[1]tienen claro el tema de la mosca de la bichera, la garrapata y las pérdidas que significa para nuestra ganadería. En el año 2015 uno de los compromisos que asumió INIA fue poner a funcionar el área de salud animal. Hoy, el Instituto tiene un laboratorio, una plataforma, que es una envidia en Sudamérica. ¿Qué es lo que precisa eso? De vuelta: hay proyectos. Precisa complementar los fondos de investigación para temas que son centrales. Si uno calcula lo que pierde Uruguay en términos de enfermedades parasitarias, las cuentas se hacen solas. Capaz que son más altas que lo que dice nuestro vicepresidente en términos de costo-beneficio. Eso tampoco lo hacemos solos. Tenemos un socio fuerte, que es el Instituto Pasteur, que probablemente en alguna reunión pase por esta agenda. En tercer lugar, se mencionó la producción sostenible de alimentos. Uruguay quiere seguir compitiendo. Todos los meses y años aparecen nuevas barreras. El año pasado fue la exportación de colza a Europa, los residuos agroquímicos, etcétera. Antes, fue la miel. Siempre aparecen estos temas. Pero si Uruguay no tiene información robusta, es decir, generada a conciencia, aplicada a nuestro sistema de producción, la competitividad del país cae. Quiero marcar esto porque sé que es central. También sé que ustedes en la agenda tienen por un lado los temas que son urgentes de redistribuir en este marco, pero lo que les pedimos es: «Pongamos el horizonte en una política que es más a mediano o largo plazo», como lo ha sido el cambio de la matriz energética del país, cosas que han perdurado en el tiempo, más allá de quién esté en el gobierno. Tenemos ganas de hacer cosas. Tenemos que completar esa agenda de investigación hasta el final de este ejercicio, y para hacerlo pedimos este refuerzo presupuestal. De nuevo: proyectos de investigación, asociaciones con terceros -otros actores académicos, públicos y privados del país- y las inversiones que están asociadas a eso.
REPRESENTANTE PORTILLO (Marcos Antonio). Muchas gracias por venir. A los que somos del interior nos consta lo que significa para Uruguay el INIA. Fueron bien explícitos; los felicito. Lo que esté a nuestro alcance, va a estar. Después, dependerá de las demandas y del resto de los compañeros. Sabemos lo que significa el INIA para el interior del país, el valor agregado que ha generado, el trabajo que produce, la investigación. Hay que seguir en ese camino. Estos son los momentos en los que hay que apretar el bolsillo y meterle para adelante.
PRESIDENTE (de la Comisión). La Comisión es consciente de la importancia del trabajo del INIA y de todas las instituciones que crean ciencia en el país. En eso nos va el futuro. Saben que el Parlamento tiene una restricción, que es que no puede aumentar el gasto. Lo que tenemos que hacer es una posible redistribución de fondos de otras cosas. Estudiaremos esto seguramente cuando empecemos el trabajo más fino, después de que recibamos a todas las delegaciones.
BONICA (José). Muchas gracias por recibirnos, por escucharnos y por los comentarios que nos han hecho. Realmente nos vamos muy contentos. Entendemos que no es tarea fácil la de ustedes. No los envidiamos. Estamos a las órdenes para brindar cualquier información. Sabemos que cuando hay que laudar cosas, estar informado o no permite tomar mejores decisiones. Si desde esta Comisión surge otra pregunta o duda, estamos a las órdenes para evacuarla; digo esto desde el corazón. Fuimos muy formales e intentamos ser muy concisos. Cuanta más información tengan, mejor.
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