El documento «Desafíos para el Uruguay del siglo XXI: Políticas de ciencia, tecnología e innovación y desarrollo sostenible» repasa y propone distintos paradigmas en perspectiva histórica.
Este estudio es el cuarto número de la serie «Ideas para Agendas Emergentes», que edita el PNUD en Uruguay, y estuvo a cargo de Carlos Bianchi del Instituto de Economía de la Facultad de Ciencias Económicas y de Administración de la Universidad de la República, e Isabel Bortagaray, Francis Liurner y Estefanie Magallán del Instituto de Desarrollo Sostenible, Innovación e Inclusión Social del Centro Universitario Regional Noreste de la Universidad de la República.
El documento pone el foco en el papel de las políticas de ciencias, tecnología e innovación (PCTI), de cara a los objetivos de desarrollo sostenible. Para esto, repasa y propone distintos paradigmas en perspectiva histórica, recaba evidencia sobre el potencial y las limitaciones de las políticas implementadas en Uruguay desde 2008 y examina cómo permitieron contribuir a mitigar los efectos de la pandemia de COVID-19.
Reflexiones finales
En Uruguay, durante la última década, las políticas de CTI se han afianzado sustantivamente, aunque como parte de un sistema que aún dista de funcionar como tal. Este estudio plantea la necesidad de discutir sobre el número y el tipo de instrumentos. Problemas de fragmentación, vacíos y duplicación de funciones, falta de coordinación y serias limitaciones en el diseño de las políticas son algunos de los rasgos que suelen observarse en los sistemas de CTI en países en desarrollo. La articulación de una amplia gama de instrumentos es un desafío para las PCTI con orientación sistémica, que buscan fortalecer el actual modelo, y también para un nuevo enfoque transformador a partir de metas globales de desarrollo. El estudio que aquí se presenta deja en claro que, a pesar de estas cuestiones que limitan la funcionalidad y fortaleza del sistema, los últimos años han sido de construcción de capacidades y oportunidades de ciencia, tecnología e innovación en Uruguay. Desde marzo de 2020, estas fortalezas y la acumulación sostenida de los últimos años han sido puestas a prueba, han dado como resultado una gran capacidad de respuesta, con fuertes articulaciones y cooperación tanto dentro como fuera del país, y generaron medidas científico-tecnológicas de excelencia.
El alcance y urgencia que ha impuesto el covid-19 marca un cambio en las políticas nacionales de CTI, entre otras. Primero, se ha materializado un encuentro sostenido y nacional entre actores diversos, académicos, operadores técnicos, tomadores de decisión vinculados a ciencia, tecnología e innovación, pero también con otras áreas de políticas. La investigación y la innovación han jugado un rol de enorme liderazgo, de forma coordinada entre actores diversos que en general no se encuentran (científicos y tomadores de decisión, por ejemplo). Segundo, este proceso ha ubicado y visibilizado a la ciencia, la tecnología y la innovación como socialmente valiosas y de enorme relevancia. En tercer lugar, se ha generado una direccionalidad explícita y clara en el discurso y en los instrumentos al inicio de la pandemia.
Sin embargo, es interesante anotar que estas conquistas, que han sido de gran relevancia y visibilidad, con cambios impactantes por el lugar que ha pasado a ocupar la CTI en la agenda pública, no han sido acompañadas de recursos económicos desde el gobierno.
Esta direccionalidad impuesta por la urgencia y gravedad de la situación covid-19, bien lograda y aprovechada por varios de los actores del sistema (académicos, empresas, por ejemplo), aún no ha generado una visión desde los tomadores de decisión, con perspectiva de mediano y largo plazo, que prevea otras posibles pandemias, crisis sanitarias o ambientales que se puedan enfrentar como país en el futuro.
Desde la perspectiva del enfoque transformativo de las políticas de innovación, quedan algunas preguntas planteadas. Si Uruguay quisiera avanzar en el impulso de políticas de CTI orientadas a una agenda de desarrollo sostenible, resulta fundamental una reflexión mayor que incorpore, por ejemplo:
- Cómo avanzar en un rediseño institucional que esté basado en el diálogo y encuentro amplio y sostenido de diversos actores de la sociedad, incluyendo la comunidad académica, actores de la sociedad civil (movimientos sociales, trabajadores, ciudadanos), parlamentarios, tomadores de decisión tanto a nivel de la política de CTI como también de ambiente, desarrollo social, salud, agro, industria, vivienda, educación, transporte y otros ejes transversales como el de la planificación y la descentralización, tanto en el nivel nacional como el departamental.
- Cómo generar sistemas de monitoreo y evaluación que sean funcionales a estas metas, que contribuyan a fortalecer el sistema y que estén estrechamente vinculados a la experimentación y el aprendizaje (pilares de un proceso de transformación).
- Cómo avanzar en el fortalecimiento de un sistema de CTI que aún dista de funcionar sistémicamente (fragmentación, encapsulamiento, ausencias y vacíos funcionales, debilidades socio[1]culturales), a la vez que el país se encamina en el proceso de direccionamiento de estas políticas.
- Cómo promover una transformación cultural profunda, que no solo reubique el lugar de la ciencia, la tecnología y la innovación en el desarrollo y bienestar de la sociedad, sino que también se plantee qué desarrollo se debe impulsar como país, y cómo reorganizar los diferentes sistemas sociotécnicos en cuestión (por ejemplo, sistemas de movilidad urbana, interurbana, etc.; alimentos; salud; entre otros).
El informe completo lo puede bajar en:
Fuente Imagen: Grupo R Multimedia.
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