El presidente del Instituto Nacional de Investigación Agropecuaria (INIA), ingeniero agrónomo José Bonica planteó en el Parlamento la necesidad de regular la edición génica, lo cual repercutirá positivamente en el desarrollo científico del país.
Lo hizo al participar en la Comisión de Ciencia, Innovación y Tecnología del Senado el pasado 4 de agosto, junto con el Vicepresidente de la institución, el ingeniero agrónomo Walter Baethgen.
Compartimos la ponencia de Bonica sobre este punto.
BONICA. “Mirando un poco hacia el futuro, debemos tener presente que, generalmente, en Latinoamérica la investigación agropecuaria es realizada por el Estado. En Uruguay ya vamos por mitades. En el resto del mundo, el grueso de los investigadores –no necesariamente en el sector agropecuario– está en el ámbito privado, no en el público. Nosotros tenemos que ir pensando en ese sentido. Por lo tanto, nuestro vínculo hoy entre instituciones y privados, ya sean nacionales o extranjeros, debe cambiar.
Hay algunos de los temas –citados por ustedes y a los que adhiero– que tienen que ver con biotecnología. De alguna manera, puede ser esta iniciativa de Corea; si bien no sé si se mantendrá, deberíamos mantener esa llama viva y no salir con un proyecto tan grande, sino ir hacia algo más pequeño. Un paradigma puede ser que empecemos a buscar resultados de la investigación en paquetes tecnológicos donde podamos negociar a priori cómo vamos a repartir esas eventuales ganancias, pero donde los privados tengan interés en invertir.
Esto, dicho así, puede sonar no útil para el productor nacional, pero ayudaría a vincularnos con grandes empresas que pueden tener intereses fuera de Uruguay. En ese sentido, ya estamos avanzando. Por ejemplo, hay un gen identificado en la soja resistente a la sequía. Como ya tenemos un vínculo con las grandes empresas que actúan en la región, estamos en vía de patentarlo más allá de la región, porque el gen no es exclusivamente del INIA, sino también de otras instituciones. Es una linda manera de integración con un producto.
Es posible que de biotecnología aparezcan cosas nuevas y que privados expresen un interés si ya está pactado cómo se procederá después. Podríamos, entonces, imaginarnos en un sector en el que a ciertos privados les interese más que a otros, pero a las instituciones este tipo de nuevas alianzas podría generarles algunos ingresos extras que podrían ir a esos sectores. No necesariamente, entonces, existirían asimetrías y algunos sectores que estuvieran en mejor situación que otros, sino que podríamos llegar a generar buenas noticias para todos con el desafío de relacionarnos, de una nueva manera, con los privados en general. En biotecnología, en particular, hay mucho para avanzar.
Quiero referirme a la edición génica. No se trata de organismos genéticamente modificados, sino de algo a lo que se podría llegar por selección o cruzamiento, tanto en animales como en vegetales. Manipulando los genes en un laboratorio podemos hacerlo de una manera mucho más rápida y eficiente.
Es bueno y conveniente –así lo entienden el INIA y varias instituciones con las que hemos conversado del tema– poder regularlo.
Uruguay no lo tiene regulado. La regulación implica, simplemente, equipararnos a la de nuestros vecinos: Argentina y Brasil.
Ahí lo que existe es que alguien hace un planteo para un evento y rápidamente o en un plazo perentorio se define si realmente es una edición génica –reitero: algo similar a cruzamiento o selección– y distinto a lo genéticamente modificado, que es donde hay genes que pasan de una especie a otra. Dado esto, se puede empezar a trabajar rápidamente.
Si es un OMG –organismo genéticamente modificado– tienen que correr todos los estudios –a mi entender, deberían tener un plazo–, tomar todas las precauciones, pero laudar esto antes para que, si surge un producto, este pueda ser comercializado y utilizado rápidamente. En ese sentido, hay un artículo en la rendición de cuentas al que nosotros le tenemos confianza. No tiene nada que ver con recursos; simplemente se trata de una comisión que se expida rápidamente sobre si es un transgénico o no, y que a partir de ahí se sigan las vías normales. Queríamos hacer llegar este comentario porque, reitero, nos equipararía a la región.
Hoy estamos dejando de hacer cosas, pero, si estuviéramos parecidos a la región –unido a lo que comentábamos antes–, entendemos que podría haber una eventual inversión extranjera directa en ciencia, que podría ser atractiva para Uruguay. Si Uruguay tiene esta regulación tiene otras fortalezas que lo diferencian del resto de la región y harían que fuera interesante hacer aquí para después exportar a los mercados más grandes, que obviamente son Brasil y Argentina.
Nosotros damos ciertas seguridades para llevar las cosas que podrían ser atractivas. Me parece que eso merece ser conversado y discutido”.
Fuente Imagen: https://egogenomics.com/
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