Por Marcelo Márquez. Si llega el Día de la Madre, se dice que el Día de la Madre son todos los días. Si se trata del Día del Padre, lo mismo. Si se trata de sensibilizar por los discapacitados, también es necesario abordar el asunto los 365 días del año. ¿Y con las personas autistas?
Independientemente de los deseos, los hechos valen más que mil palabras, y el ejemplo de amor e inclusión por los chicos autistas lo está plasmando en obras el Club Carlitos Prado (Liga La Teja – Capurro), a través de la creación de la Primera Escuela Infantil de fútbol para chicos con trastornos del espectro autista.
Sociedad Uruguaya dialogó con su responsable, el presidente del Club Carlitos Prado, Gerardo Britos, quien desarrolló la propuesta loable que están llevando adelante desde el pasado 14 de setiembre y que cada día concita más respaldos. Empezaron con cuatros niños, y ya son treinta.
-Sociedad Uruguaya. ¿Cómo nació la idea de integrar niños autistas al club?
–Gerardo Britos. La idea en sí no nació con niños autistas. No había una definición en particular una definición de niños de qué. En mi mente estaba la posibilidad de hacer algo para los niños que no tienen probabilidad de no jugar nunca, que les gusta el fútbol y no tienen las posibilidades que se les abran las puertas. Podían ser niños Down, niños con algún tipo de parálisis cerebral, niños que tuvieran dificultades motrices, niños con autismo. Era algo general, hasta que apareció un muchacho que se llama Yonatan Colman que es padre de un niño con autismo y el estuvo durante muchos años recorriendo equipos y nadie se lo aceptaba a su hijo y decidió hacer los estudios para ser guía de niños con autismo.
Después de venir al club este padre se reunió conmigo y me pidió si podía haber algún espacio como para que él pudiera practicar con los chiquilines y poder empezar a hacer una escuela, en la cual le había ido relativamente mal, y yo le dije que le podía recomendar un lugar pero que tenía la misma idea para iniciar el año que viene (este 2018).
Este año estoy abocado a sacar el club adelante, en el cual nos quedamos con 45 chiquilines de más de 100 que teníamos, una crisis que hubo con parte de la directiva anterior y quienes dirigían el club, se habían ido los técnicos, los chiquilines, y estuvo a punto de cerrar. Entonces, lo central era armar las categorías y el año que viene (este 2018) hacer este proyecto.
Le dije de hacer algo juntos, algo en serio, y vamos a jugarnos todo para que sea algo para siempre. Algo que realmente pudiera cambiar la vida de estos chiquilines. Quedó encantado con la propuesta, y dijo que estaba dispuesto, y ahí se empezó.
-¿Cómo se está instrumentando? ¿Hay una convocatoria en particular?
-Colman se va a dedicar a la parte de los chiquilines y yo me aboqué a la convocatoria, que empezó en el Facebook, con amigos, y había un directivo que ahora no está más en el club pero tenemos una muy linda amistad que me consiguió una entrevista con canal 10, y ahí un poco como que explotó el tema. A partir de allí y sumado al Facebook empezó a caer muy bien la idea en mucha gente.
-Estos niños, ¿participan de la competencia tradicional?
-No se pretenden que sean jugadores de fútbol. Se pretende que se diviertan, que tengan su espacio al aire libre como a todos los niños que les gusta el fútbol, de divertirse y de jugar.
La idea es que se vaya acostumbrando. Hay niños que tienen un autismo leve y de repente en algún momento incorporarlos a la categoría, tal vez no como jugadores ser fichados para que jueguen, pero sí para que se vayan haciendo más sociables, y para que los chiquilines que no tienen autismo también vayan aprendiendo de ellos. Es incorporarlos a la sociedad y no simplemente decir, ‘voy a poner a un jugador que tiene autismo en el banco de suplentes para decir que acá tenían a un niño con autismo. No, no. Va mucho más allá de eso y es que ellos, de a poquito, se tienen que integrar a un grupo. Para ellos es muy importante.
-¿Por qué lanzarse a un proyecto de estas características? ¿Se trata de llenar un vacío que hoy existe en la sociedad?
-Para mí no era importante si éramos los únicos o los primeros, pero sí sabía que había un vacío importante y durante años yo lo padecí con uno de mis hijos, que se pensaba que tenía autismo, y hoy en día es uno de los que me está ayudando con los chiquilines: es una de las recompensas que me da la vida.
Cambio de chip
-De alguna manera ¿tuvieron que cambiar ‘el chip tradicional’ para poder encarar eficazmente la idea?
-Yo creo que sí. Yo creo que cambiamos el chip tradicional. Creo que ha impactado mucho en la gente.
Cuando lo informamos en la Liga La Teja – Capurro que íbamos a comenzar y que íbamos a inaugurar la Escuela de baby fútbol con estas características, estaban todos por irse, y quedó un silencio, y todos se sentaron y era una cosa que yo no podía creer lo que estaba viendo. Y fue una avalancha de preguntas y de felicitaciones, y esos mismos compañeros de otros cuadros me ofrecieron su ayuda y apoyo para estar con los chiquilines adentro de la cancha si es necesario.
Ese fue un momento muy lindo y el Presidente de la Liga nos dio su apoyo, fueron a ver la primer práctica, y eso para nosotros es un apoyo muy importante.
-¿Requiere de un costo en dinero de infraestructura?
-Siempre que hagas algo nuevo te va a requerir plata. Ahora hicimos unas remeras para los instructores, para diferenciarlos, y en este caso salió de mi bolsillo, pero el club después me lo devuelve, de eso no va a haber problema. Es un club muy humilde que ha tenido muchas dificultades, que tenemos falta de una infraestructura y que queremos ir mejorando, para que esto salga adelante.
-¿Qué evaluación realizan de la experiencia hasta el momento?
-Esto recién empieza. La evaluación que hemos realizado hasta este momento fue muy alentadora. No solamente la evaluación que uno puede hacer al azar, sino, la de los padres que llevan a los niños y la reacción de los niños. Hay niños que entraron de la mano de la madre, que no se soltaban y no se soltaban, y al rato estaban corriendo con algún instructor, en algunos casos son jóvenes, y las madres encantadas, porque hace tiempo que no podían estar un rato tranquilas, y ellas estaban disfrutando y viendo disfrutar a sus hijos. Fue unánime la opinión de los padres de que esto hacía falta, que tienen equinoterapia, en algunos casos básquetbol, pero les falta esto, la idiosincracia del fútbol.
Traemos el fútbol en la sangre y a los gurises les encanta el tema del fútbol.
Este proyecto va mucho más allá de enseñarle a los niños a jugar fútbol, sino, que se trata de involucrarlos en la sociedad. Pero eso es un trabajo de muchas cosas, y no solo de ellos que se vayan adaptando, si no, de los otros niños que están jugando, los incorporen. Es un trabajo a largo plazo.
Logo en camisetas
-Una de las cosas que ya estamos definiendo será la de colocar a todas las camisetas un logo sobre el autismo. Ya lo tenemos incorporado en la página en Facebook del Carlitos Prado. El logo es una pelota con un corazón adentro con el logo del club. La pelota con el puzzle de colores característico del autismo.
Se va a trabajar con los técnicos y delegados de cada categoría, se les va a explicar lo que es el autismo, se le va a explicar a los niños que en el club van a estar niños con autismo y que van a compartir con ellos. Se les va a tener que respetar, que aceptar e integrar. Es una orden, una regla que va a tener el club en todas las categorías, y que vamos a aprender a convivir todos juntos.
Necesitamos instructores, gente capacitada que nos ayude, gente joven, ex jugadores. Yo dirigí la Categoría 2004 el año pasado, y tengo ex jugadores de 14 años, y la idea es que también se involucren para ser solidarios, aprendan sobre el autismo y a ayudar. Es una buena base de educación para cambiar un poco la realidad, y hacer mejor la calidad de vida de estos niños.
Club Celta
Uno de los días de práctica el tiempo estaba amenazante de lluvia, y para no tener que suspenderla en base al esfuerzo y lo que se significa para estos niños con autismo, se decidió alquilar una hora las instalaciones del vecino club Celta de la calle Islas Canarias.
Cuando la gente del club Celta se enteró sobre quiénes iban a utilizar las instalaciones tuvieron un gesto solidario: comunicaron que a partir de la semana entrante les otorgarían una clase gratis por semana.
Soy maestra jubilada; durante mi tarea siempre tuve niños integrados a los grupos, con distintas discapacidades: parálisis cerebral, ceguera, autismo, epilepsia. Los niños no hacen diferencias, aceptan a cada uno tal cual es. Hablábamos que todos somos distintos; unos morochos, otros rubios, unos con lentes, otros bajitos, otros que no hablaban, o no podian caminar, o no veian…Jamás vi a un niño o niña rechazar a otro por tener alguna diferencia. No es necesario que sea «obligatorio», ellos aceptan a cada uno tal como es. Es cierto. Disfruten de vivir esto y aprendan de ellos!
Yo tengo un niño con TEA y la verdad le encanta el fútbol, hasta el momento no e tenido suerte en ningún lugar y vi esto y me pareció tan genial. Sólo los padres con niños así sabemos que no es fácil.