Compartimos la exposición del edil Dari Mendiondo (Frente Amplio) en la Junta Departamental de Montevideo en ocasión del homenaje al Padre Federico Soneira.
Realmente es un honor poder decir, en la tarde de hoy, unas palabras en torno a esta trascendente personalidad de la Iglesia, de la ciudad de Montevideo y de nuestro país: el padre Federico Soneira.
Quiero saludar a quienes hoy lo acompañan: amigos, familia, feligreses de la Iglesia de Santa Gema, de la Feria de la Familia, de la que tantas veces nos acordamos en esta Junta Departamental y con la que, modestamente, tratamos de contribuir para que sea un éxito, por la labor social, cultural y evangélica que realiza en esa zona de Maroñas.
También quiero saludar -aunque ya lo hizo el señor presidente- al alcalde del Municipio F, señor Francisco Fleitas; a los concejales vecinales del Comunal 11, y al señor José María Bidegain, exsecretario general de esta Junta Departamental, un amigo, ex-preso político, que también estuvo en el Penal de Libertad, compañero de prisión, de sufrimiento y hoy también de esperanzas.
Hablar de la Iglesia de Santa Gema es hablar de Cuchilla Grande y Roma; es hablar de las historias de una zona obrera, proletaria, de grandes tradiciones de la vida del país, que nació en una pulpería llamada Maroñas. Según cuenta la historia, el dueño de la pulpería tenía cuatro hijas mujeres muy bonitas y el lugar era un punto de referencia para el gauchaje de la época. Maroñas, un barrio obrero, de curtiembres, de textiles, de metalúrgicas, de Samic, hoy es también un barrio muy golpeado por la marginación ante el cierre de las fábricas, y tiene más de 130asentamientos. De ese barrio, de las entrañas de esas fábricas, nació el Danubio Fútbol Club, cuyo nombre fue inspirado por el del río europeo, a instancias de una familia de extracción eslava. Nosotros tenemos en esta Junta Departamental al señor edil Oscar Curutchet, que es el presidente del Danubio Fútbol Club. Para nosotros es un placer, porque esa zona se conmovió con la existencia, con el nacimiento de ese club de barrio, modesto, nacido en las entrañas mismas de la acrópolis que fundara Piria, porque el barrio Jardines del Hipódromo se construyó a imagen y semejanza de la Atenas de Pericles. Es una magnífica obra de construcción inspirada en la mejor arquitectura, la clásica, la griega, la que orientó a todas las arquitecturas del mundo occidental. El estadio de Danubio está rodeado de círculos y luego de calles radiales. Eso no es casualidad; tiene que ver con los orígenes de la estructura de las ciudades griegas. Eso fue también Piria. En el centro mismo de la acrópolis está la cancha de Danubio.
A nosotros nos tocó vivir con los trabajadores metalúrgicos, textiles y de las curtiembres épocas de organización, de movilización, de lucha por reivindicaciones obreras, sencillas en ese entonces pero muy sentidas por la gente. Un ejemplo de ello es que de doce jornales de aguinaldo se pasara a veinte; y que fuera obligatorio, que no lo estableciera el patrón -que elegía a los trabajadores a quienes daría el aguinaldo-, sino que fuera por ley. Esas leyes se conquistaron con movilizaciones, con marchas a pie de los obreros textiles de Maroñas, de Ildu, de Sadil, de Itesa, de Manufactura Norte, que caminaron por 8 de Octubre. Luego vinieron las marchas textiles de Paso Molino y las de Instrucciones, las de Textil Uruguaya. Un río humano marchó al Palacio Legislativo reclamando aguinaldo de veinte días pagos por la patronal. Así salieron los seguros de enfermedad, que no existían. El primero fue el textil, luego el de la construcción, y después el metalúrgico. Fueron grandes conquistas de los trabajadores.
Ahí, en ese barrio, en esa zona, le ha tocado al padre Federico Soneira evangelizar, representar a la Iglesia, a la Iglesia de Cristo. Podemos decir, como se manifiesta en la fundamentación de este homenaje, que su labor de 49 años, de casi medio siglo, se realiza en un centro que, además de generar catequesis, también es un lugar para el estudio, para pensar y para incorporar corrientes de otros países.
Yo tengo acá una carta enviada al padre Federico Soneira, carta conmovedora que habla precisamente de la importancia de la acción de la Iglesia de Santa Gema en los retiros espirituales, en la organización, en el estudio, en el conocimiento, en el intercambio, que son las ideas de Dios, de la fe, de los católicos, las ideas que el padre Federico Soneira representa. Se trata de una carta entrañable, que percibí como las cartas que se escribían entre Van Gogh y su hermano Theo. Van Gogh surge como un gran pintor, pero en su época era intrascendente porque los cuadros no se vendían. Su hermano Theo era el encargado de vender los cuadros y todos conocemos las peripecias terribles que sufrió Van Gogh. Hizo sus primeros dibujos a lápiz en las minas de Borinage. Su familia le planteó que fuese evangelizador, que fuese pastor por la Iglesia Protestante y lo envía a aquel pueblo de mineros, en Bélgica. Allí había una explotación terrible: trabajaban los niños de diez años y se veía el sufrimiento de esa niñez, de las obreras, de los campesinos que venían a trabajar por un jornal y se morían de fiebre, de epidemias, sin amparo, sin salud. Así se va perpetuando la mentalidad de un hombre que trasciende la escuela de pintura holandesa y se transforma después en alguien que genera, con otros, una nueva escuela, una revolución en la pintura, que son los posimpresionistas. Ellos pintaron el color de la vida, de la naturaleza, de la belleza. Gauguin expresaba unas cosas y Van Gogh, otras; así surge la famosa escuela de los pos impresionistas. Sin embargo, sus cuadros no se vendían y entonces su hermano Theo le escribe diciendo que no tenían dinero. ¡Cómo no se iba a enloquecer Van Gogh! Su cuadro Lirios se vendió en la actualidad por USD 70:000.000, y el pintor murió loco, en un manicomio, con una pobreza imponente. Son situaciones absurdas de este mundo, de esta civilización en la que nos toca ser protagonistas.
Los hombres de fe buscan la realización del ser humano a través de Dios, de su redención en el más allá, de su redención espiritual; otros la buscamos en la dimensión humana. Los que son como el padre Soneira predican el evangelio, siembran panes, siembran ideas, las defienden y se juegan por ellas, como se jugó durante la dictadura protegiendo a obreras, protegiendo a familiares de presos, solidarizándose con madres que tenían a sus hijos presos en el Penal de Libertad. El gallego Severino Carballal -un obrero de Sadil- relató una anécdota en el sindicato de Funsa, cuando se hizo una charla sobre los 40 años de la Huelga General, momento que, como protagonistas, nos tocó compartir por ejemplo con el Pipí Eguren, obrero de la Ildu, con gente que estuvo en la lucha, que participó, que asumió responsabilidades durante la Huelga General, en la que estuvimos y corrimos los riesgos que fueron necesarios. Están allí también el padre Soneira -quien habla de algunas experiencias de vida que tuvo en ese proceso- y Severino Carballal, un obrero de personalidad trascendente, de esos que por sí mismos irradian sol, que salió del Penal de Libertad porque lo sacó la embajada española, en un momento de gran solidaridad hacia los uruguayos, con la CNT en el exterior, la convergencia, Wilson Ferreira, etcétera. Y resulta que al gallego Severino Carballal lo recibe el rey deEspaña. Ese hombre, con esas características, le dice al padre Soneira: “Sos Federico Soneira, yo soy Severino Carballal; vos no me conocés pero recibiste del Penal de Libertad una manualidad, un cristo tallado en madera. Ese lo hice yo porque me enteré por un compañero de todo lo que vos habías hecho por la familia. Todo eso me conmovió; entonces hice el Cristo y te lo mandé”. Nunca se había entrevistado con Federico Soneira.
Decíamos, entonces, que quien se jugó, quien estuvo y quien está es Federico Soneira. Y cuando hablamos de la Feria de la Familia, del Ateneo Juvenil, de la iglesia de Santa Gema, hablamos de una acción de la cual es parte Federico Soneira.
Vamos a citar también a María Josefina Plá, una mujer excepcional. La revista “Umbrales” dice acerca de ella:
“Una mujer excepcional, comprometida con su tiempo, con su gente, abogada, integrante de la Comunidad Germán -que el año pasado cumplió 30 años de vida-, sabe comunicar, con mucha sencillez y detalladamente, su experiencia de vida. Es un placer presentar a los lectores de Umbrales esta entrevista”.
En estas páginas encontramos la historia de una joven estudiante de abogacía que el día que debía dar su examen final para recibir su título estalla el golpe de Estado, y resulta que su padre era suplente de Pablo Terra en el Senado de la República. Me refiero al doctor Américo Plá, laboralista, gran abogado al servicio de los trabajadores, cristiano de gran sensibilidad hacia los trabajadores. Entonces, la vida personal de María Josefina, su título, el estudio, etcétera, pasan a un segundo plano. Se incorpora a la iglesia de Santa Gema, conforma una comunidad cristiana y empieza a hacer obra social. Es abogada, protege a los niños, trabaja con minusválidos y va generando un estilo de vida que la lleva a plantearse que para trabajar mejor, para ser mejor, tiene que vivir en esa zona, y es así que decide mudarse a Maroñas. ¡A Maroñas! Ahí empieza nuevamente a trabajar en las comunidades, entre ellas San Vicente.
Podríamos seguir comentando aquí cuánto ha trabajado esta señora, esta ciudadana, al servicio de la sociedad. Pero no solo eso: también participó en el plebiscito del 80; hizo la huelga de hambre con Perico Pérez Aguirre; se vinculó a AEBU, porque era amiga del doctor Mantero. El doctor Mantero fue durante cuarenta años abogado de la Unión Obrera Textil y luego del Congreso Obrero Textil; su hijo, también abogado de AEBU, murió prematuramente y fue un excelente amigo. Aquí tenemos aun exdirigente sindical, el edil Estavillo, que recuerda bien a los doctores Mantero: hombres siempre muy vinculados a los intereses de los trabajadores, que podrían haber hecho mucha plata, pero a quienes nunca les interesó la plata, porque su objetivo era servir a los trabajadores. Eso también es evangelización, en este caso, quizá, laica.
Entonces, decíamos que, para los hombres que están en la Iglesia, Dios es la medida de todas las cosas. Quienes comprendemos y entendemos el trabajo, el sacrificio, el aporte histórico que ha hecho la Iglesia a la humanidad, partimos de la base de que la civilización se desarrolla en función de las concepciones filosóficas: o se tiene una concepción filosófica idealista, o se tiene una concepción filosófica materialista. Y para eso siempre vamos al origen -como en la arquitectura-: el origen de la filosofía estuvo en Grecia, en las grandes escuelas de los cínicos, los escépticos, los epicúreos. Yo me he inclinado por la tesis de Heráclito: el hombre no se baña dos veces en el mismo río, ya que las aguas no son las mismas: todo se mueve, todo cambia. Y he partido de la concepción deque la medida de todas las cosas es el hombre; de ahí mi concepción del humanismo, que me lleva a comprender plenamente la importancia de la fe, la importancia de que el ser humano se identifique espiritualmente con la búsqueda de la felicidad de la humanidad en aras de su ser superior.
Quisiéramos finalizar, señor presidente, diciendo que el padre Federico Soneira no es el único. Los patrones de la farmacia en que trabajaba yo de niño eran Luis María Royol y José Pedro Royol. Luis María era íntimo amigo del padre Parteli, que había sustituido al padre Lor en la iglesia de la ciudad de Rivera. El hermano de Luis María, José Pedro Royol, fue el primer candidato a diputado por el Partido Demócrata Cristiano en Rivera, cuando la vieja Unión Cívica se partió en dos. El “Pepe” Royol fue un médico de una personalidad imponente: gente del evangelio, de la fe y de Dios, pero de un humanismo tremendo.
El padre Parteli fue luego a Tacuarembó y allí escribió sobre la necesidad de colocar la iglesia mucho más al servicio de los humildes, de los desamparados, tomando, en última instancia, el pensamiento artiguista, uniendo a Cristo con Artigas, como hemos hecho aquí al unir en la manifestación a los cristianos, los marxistas, los laicos, los no creyentes, los evangélicos. Aquí le hicimos un homenaje al pastor Castro, jefe de la iglesia evangélica en el Uruguay y en el mundo. Concebimos que la patria es patria entre todos y para todos, tomando lo mejor de cada uno, para hacer avanzar el proceso de una iglesia ligada a la identidad nacional. Nos enorgullecemos de que Montevideo cumplirá 300 años en el 2024, pero Roma tiene 2.525 años. Estamos hablando de Roma, fundada por Pablo de Tarso, el guardia pretoriano romano que perseguía a los cristianos, pero que en el camino encontró la iluminación para buscar una nueva fe: la fe cristiana, la fe que alumbraba la lucha de los esclavos por superar aquella vida oprobiosa de las catacumbas. Pablo se transforma en cristiano y con Pedro funda la iglesia de Roma, la iglesia de Dios en la tierra, en una evolución fantástica del pensamiento que indica cómo la civilización se ha ido construyendo en función de los cambios que el hombre experimenta en su cabeza.
Saludamos al obispo Marcelo Mendiharat; saludamos al padre Zufriategui. Saludamos aquella audición de televisión de Reisch Sintas en la que estaba Manuel Liberoff, quien fuera luego asesinado en Buenos Aires; capaz que alguna de las señoras que está hoy aquí fue asistida por él en esa obra de medicina humana que hacía en toda esa vasta zona de Maroñas, Cambay, etcétera. Saludamos al general Arturo Baliñas, al pastor Emilio Castro y al padre Spadaccino.
¡Cuánta lucidez en una época difícil, de muchas sombras que se cernían sobre el país! Luego vendría lo peor: la tempestad que significó la dictadura. Pero en medio de esas sombras surgía en la televisión el programa “Conozca su derecho”, con el debate vibrante, esclarecedor, de un militar, de un sacerdote, de un comunista –Manuel Liberoff- y de un hombre democrático como Reisch Sintas, capaz de jugarse el pellejo, porque había que jugárselo.
Por eso, señor presidente, nosotros homenajeamos hoy al padre Federico Soneira. Lo homenajeamos como la expresión de una Iglesia que ha tenido una actitud digna en la lucha contra la dictadura. Estuve diez años preso en el Penal de Libertad y en los cuarteles, y siempre me constó que los lugares más importantes de la resistencia organizada fueron los sindicatos -el más emblemático, la Asociación de Empleados Bancarios del Uruguay- y las iglesias. Siempre hubo dentro de las iglesias gente dispuesta a jugarse por el pueblo, en contra de la dictadura. Por esa razón, señor presidente, nosotros queremos reivindicar esta memoria histórica. En primer lugar, para que nunca más vuelva a ocurrir; en segundo término, porque siempre hemos apostado al desarrollo de las ideas al servicio de la gente. Como dijera nuestro prócer, Artigas: “Sean los orientales tan ilustrados como valientes”, “No tengo más enemigos que los que se oponen a la pública felicidad”, “Es muy veleidosa la probidad de los hombres; solo el freno de la Constitución puede afirmarla”. Así lo dijo en las Instrucciones del año XIII. ¿Y quiénes eran sus delegados? Salvo Felipe Cardoso, todos eran monjes. Excepto Felipe Cardoso, que era un acaudalado terrateniente de Canelones, todo serán eclesiásticos “¡Váyanse!”Así fueron echados -no recuerdo si por Vigodet o por Lecor; creo que por Vigodet- de la Ciudadela. “¡Váyanse con sus amigos, los matreros!” Y ahí fueron los curas patriotas que estaban en la ciudad de Montevideo a juntarse con las huestes de Artigas en Tres Cruces o en el Cerrito de la Victoria.
Por eso, señor presidente, este es un homenaje a lo mejor de la Iglesia, a lo más humano, a lo más sencillo, que generó ese espíritu de Francisco de Asís, capaz de dejar las riquezas y la buena vida para inmolarse en la lucha por la defensa de los humildes, conviviendo con ellos.
El padre Parteli fue un abanderado de esta concepción, y yo creo que el padre Federico Soneira ha sido un buen alumno del padre Carlos Parteli, y es un buen alumno de Cristo, aquel que sembraba panes, aquel que abría las aguas, aquel que decía “Dejad que los niños vengan a mí”.
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