El 1º de octubre se conmemora el Día Internacional de las Personas Mayores, declarado por la Organización de Naciones Unidas (ONU) en 1990, cuyo lema fue “Hacia una sociedad para todas las edades”. Para 2013 la consigna es: “El futuro que queremos: lo que dicen las personas mayores”.
Ante una nueva fecha que tiene como propósito visibilizar y sensibilizar sobre la realidad que viven las personas mayores a nivel mundial, nos parece sustancial a más de dos décadas de esta iniciativa, analizar el proceso de transformaciones que en estos últimos años se ha dado en la forma de entender y abordar los temas de la vejez y el envejecimiento.
A nivel internacional se ha realizado un esfuerzo por distintos países, fundamentalmente los latinoamericanos, en colocar la agenda de las personas mayores como un tema prioritario en el ámbito de las políticas públicas. Asumiendo el desafío de construir acuerdos regionales que trasladen un proceso de transformación y cambio en cómo los países realizan su desempeño y acciones destinadas a la inclusión, resguardo y protección de los derechos de las personas mayores. En este sentido, se han producido grandes avances, generándose en estos años tres Conferencias regionales: Santiago de Chile en 2003, Brasilia en 2007 y San José de Costa Rica en 2012. Con la aprobación de la Declaración de Brasilia 2007 y la Carta de San José en 2012.
El acuerdo en el marco de Organización de Estados Americanos (OEA) para trabajar hacia la aprobación de un Tratado Interamericano de Protección de Derechos para las Personas Mayores también viene avanzando sustancialmente impulsado por la región. Este recorrido y marco de acuerdos nos permiten identificar un cambio de posicionamiento hacia un paradigma de derechos, donde se entiende a las personas mayores como sujetos, reconociendo las complejidades y los marcos específicos normativos e institucionales que se requieren para que vivan con dignidad.
Este camino no ha sido fácil, podemos ver que en estos últimos años se ha dado una lucha profunda sobre modelos distintos de comprender la vejez y el envejecimiento. Esta lucha puede para muchos ser imperceptible, sin embargo tiene consecuencias profundas en cómo se construye una agenda pública y se establecen prioridades, cómo se distribuyen recursos en las áreas referidas a las personas mayores, cómo se definen las prácticas institucionales y acciones técnico políticas, pero fundamentalmente tiene consecuencias en marcar desde dónde partimos para la comprensión sobre qué es “ser viejo o vieja” en el Uruguay actual. Ubicando al menos tres categorías de preguntas que son centrales:
¿La vejez es un problema?, ¿La vejez es una enfermedad?, ¿La vejez es un una realidad social y biológica diversa?
Estas preguntas nos ubican en un debate que obviamente parte de tres paradigmas muy distintos de comprensión y construcción biológica y social de la vejez. Estos no son sólo diferentes, sino que establecen una tensión y un importante dilema.
Por un lado un paradigma de corte deficitario asistencialista, por otro lado un paradigma sanitarista exclusivamente biologiscista, y por último un paradigma que asume la interpelación de no tener categorías hegemónicas construidas sin la propia versión que las personas mayores tienen de sí mismas. Desde el Instituto Nacional de las Personas Mayores del Ministerio de Desarrollo Social asumimos el desafío de construir la definición de políticas públicas que puedan ser participativas e interpeladas desde un paradigma de derechos.
Pero estos tres paradigmas coexisten actualmente en Uruguay y no sólo nos presentan formas de comprender la vejez, o marcos de referencia para entender quiénes son las personas viejas y la puja por las áreas de prioridad que se entienden son los problemas que viven. Hay en estos paradigmas una lucha más profunda, más dura, aunque menos visible, la lucha por quiénes se ubican como dueños del discurso, ya no hacia quién se dirige el discurso, sino QUIEN DICE.
Esto quiere decir una puja por establecer quién define, quién enuncia, quién marca el saber y el conocimiento sobre la vejez y el envejecimiento. Debemos entender que esto es clave para comprender el proceso actual, ¿quien habla es una voz plural interpelada, o es un discurso hegemónico y cerrado disciplinarmente?
Sabemos que hay tantas formas de envejecer como personas viejas, este es un hecho que ya nadie discute, sin embargo permanentemente asistimos a la contradicción sobre cómo algunos grupos académicos, sociales, técnicos o políticos buscan operar sobre la realidad compleja del envejecimiento para extraer un aspecto, una parte que será la visible, la incuestionable, y que paradójicamente luego se buscará ubicar como el TODO.
Uruguay está en el desafío poderoso de ubicar un paradigma de derechos humanos en su comprensión conceptual, en su búsqueda de intercambio con los sujetos de las políticas, en la construcción de una nueva comprensión de la vejez y el envejecimiento, ya no como enfermedad ni como problema, sino como una corriente, un proceso vital en el que estamos todos y todas formando parte. Y se ha logrado avanzar mucho en muy pocos años, hacia una agenda de derechos humanos para las personas mayores:
• generación de una nueva institucionalidad pública rectora.
• definición del primer plan nacional de vejez y envejecimiento
• nuevos marcos normativos en materia de seguridad social, que han tenido un impacto directo en mejorar la capacidad de compra de las personas mayores jubiladas o pensionistas y que han permitido que un número importante de mujeres que no accedían a la seguridad social hayan podido hacerlo.
• transferencias económicas para la población más vulnerable.
• el acceso a una cobertura de salud universal, que además busca situar la Atención Primaria en Salud como el elemento clave y prioritario
• puesta en práctica del primer servicio público de atención a situaciones de violencia y abuso intrafamiliar para las personas mayores
• formación y capacitación para personas que trabajan en el ámbito del cuidado de personas mayores.
• puesta en funcionamiento del primer programa de atención en domicilio a personas mayores con dependencia o que brindan cuidados a un familiar con discapacidad.
• organizaciones de personas mayores participando en el monitoreo y ejecución de políticas públicas.
Obviamente queda mucho por hacer, y eso no está en discusión. Pero el gran desafío del paradigma de derechos humanos es que el estándar siempre debe asumir la incorporación de nuevos aspectos, complejizarse y ampliarse. Siempre también, habrá elementos que se deberán priorizar, y esto tampoco debería estar en discusión y creemos que hay un fuerte acuerdo sobre ello. Sin embargo Uruguay se debe actualmente una fuerte y profunda revisión en la búsqueda de abrir las puertas que permitan romper con los discursos hegemónicos sobre la vejez y el envejecimiento, revisar quiénes son los que tienen voz en este proceso y quienes buscan cerrar espacios.
En la construcción de una agenda pública es vital y central este debate
¿QUIÉN QUIERE ADMINISTRAR EL SABER Y LA PALABRA PARA ESTABLECER EL PODER?
Este 1º de octubre, Día internacional de las personas mayores, bajo la consigna “El futuro que queremos: lo que dicen las personas mayores”, debemos revisar estas cuestiones y asumir el compromiso de que el futuro está en la conformación de una visión y comprensión de la vejez desde muchas voces, diversas y polisémicas, donde las personas mayores también encuentren lugar para definir quiénes son y cuáles son las prioridades que entienden relevantes.
No puede haber una definición de la vejez y el envejecimiento sin la versión que las propias personas mayores tienen de sí mismas.
Adriana Rovira
Directora del Instituto Nacional de las Personas Mayores
Ministerio de Desarrollo Social.
Fuente Imagen: tusanuncios.com
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