Una delegación de la Iglesia Evangélica Valdense del Río de la Plata, integrada por Estela Negrín y Alba Negrín, Marcelo Nicolau, Daniel Geymonat y Milton Benech concurrió a la subcomisión de Presupuesto integrada con Hacienda de la Cámara de Representantes que analiza la Rendición de Cuentas.
¿Qué obras de servicios llevan adelante y por qué piden ayuda del Estado?
Así lo expresaron el pasado viernes 14 de julio.
NICOLAU (Marcelo). Soy pastor de la Iglesia Evangélica Valdense, y en este momento estoy ocupando la moderatura de la Mesa Valdense, que vendría a ser algo así como la presidencia; en nuestros términos, se denomina la moderatura; y la Mesa Valdense es como la comisión directiva central, como para comprender. Antes, mientras esperábamos, comentábamos entre nosotros qué bueno y qué lindo es poder escucharnos y poder estar en un ambiente, en un recinto como este, donde la democracia se respira, de alguna manera. Este encuentro, en este caso, del Poder Legislativo con lo que son las organizaciones sociales, con las instituciones de la sociedad civil, obviamente, es un espacio que tenemos que valorar y valoramos muchísimo. Damos gracias porque en nuestro país tenemos esta posibilidad. Sin más, voy a leer una breve presentación porque queremos acotarnos al tiempo establecido. Después, eventualmente, dejamos abierto para preguntas. La Iglesia Evangélica Valdense del Río de la Plata -eso es la organización que estamos representando- tiene presencia institucional en el Uruguay desde el año 1858. Su origen se encuentra en el movimiento medieval llamado los pobres de Lyon, en el sur de Francia, a finales del siglo XII. Dicho movimiento, en esos tiempos, fue declarado ilegal y perseguido. Sin embargo, extendió su presencia por toda Europa en los siglos subsiguientes. Las persecuciones religiosas que padeció provocaron su exterminio casi total, quedando confinado como un pequeño grupo de sobrevivientes en las tierras más pobres e inhóspitas de los Alpes occitanos, en lo que hoy es el piamonte italiano, en el límite entre Francia e Italia. En el siglo XVI, se adhieren a la reforma calvinista, lo cual aumentó aún más las penurias provocadas por la intolerancia religiosa. Recién en 1848 obtienen la libertad civil, solo la libertad civil, y pueden salir de ese confinamiento emigrando a otras partes de Europa y del mundo entero. Ahí es que llegan al Uruguay, apenas 10 años después de obtenida la libertad civil. En Uruguay, la Iglesia Valdense mantuvo, desde su llegada a la región, un fuerte compromiso por la paz, la libertad, la educación, el trabajo y el desarrollo económico y cultural de nuestra sociedad toda, sin distinción de credos religiosos. Fundaron así múltiples escuelas rurales en las nacientes colonias; también el primer liceo del interior del país, fundado en 1888, así como otras iniciativas generadoras de ciudadanía, desarrollo económico y superación cultural, como las escuelas del hogar, el desarrollo del canto coral comunitario, la música instrumental, la activa participación en cooperativas, sociedades de fomento y grupos promotores del desarrollo rural especialmente, aunque también en áreas como deporte, teatro, música, etcétera. La Iglesia Valdense fue fundamental en la fundación de nuevas colonias rurales y el desarrollo rural en los departamentos de Colonia, Soriano, Río Negro, Paysandú, Salto y Rocha. Posteriormente y en especial a partir de la década de 1950, se inicia un proceso de migración a las ciudades que determinó la fundación de iglesias en el ámbito urbano. En esta nueva realidad, se responde a los nuevos desafíos que los mencionados cambios fueron generando. La Iglesia Valdense se caracteriza por no ser proselitista, por lo que todas sus acciones sociales son para beneficio de la sociedad entera sin un fin de captación de adeptos. Las escuelas y liceos fueron siempre, desde su comienzo, abiertos a personas de cualquier filiación religiosa, sin distingos. Se apoyó desde muy tempranas épocas la laicización de la educación y del Estado en general, en consonancia lógica con su historia centenaria de lucha por la igualdad de las personas ante el Estado, sin importar sus creencias religiosas. En base a esta convicción, es que la Iglesia entregó al Estado uruguayo las escuelas y el liceo por ella fundados cuando el Estado estuvo en condiciones de hacerse cargo de esa tarea. Un aspecto que estuvo presente desde sus mismos inicios fue la preocupación por los más débiles de la sociedad: los indigentes, los ancianos, los niños huérfanos o niños con familias en contextos problemáticos, personas con capacidades diferentes. Es así que se crean distintas instituciones destinadas a atender todas estas problemáticas y necesidades. En 1933 se crea el Hogar para Ancianos de Colonia Valdense; en 1935, el Parque 17 de Febrero; el Hogar Nimmo para niños, en 1963; el Centro de Servicio Social El Pastoreo, para trabajo con niños y trabajo barrial; El Sarandí Hogar Valdense, en 1971, y el Hogar Estudiantil de Montevideo, en 1972, entre muchas otras obras barriales más pequeñas en diversas localidades de todo el país. Muchas de estas instituciones tienen en vigencia convenios con el Estado uruguayo, a través de programas CAIF, por ejemplo, como el Hogar Nimmo y el centro El Pastoreo; campamentos educativos de la ANEP, como el Parque 17 de Febrero, y ha tenido convenios puntuales con el Ministerio de Trabajo y Obras Públicas, para la realización de mejoras edilicias, como es el caso de El Sarandí, el hogar para ancianos. Todas estas obras de servicio siguen el mismo principio: de ser servicios de carácter laico, abiertos a personas de todas las denominaciones religiosas o que no tengan ninguna. De hecho, los beneficiarios, los usuarios, los huéspedes, la población atendida y todo el funcionariado de todos esos centros de servicio son, en su inmensa mayoría, personas que no son valdenses, que no pertenecen a la iglesia valdense. En los comienzos, la iglesia sostenía todos estos proyectos con donaciones, ofrendas y colaboraciones directas; con el devenir de los años y el crecimiento institucional de las organizaciones estas fueron requiriendo mayor independencia y generación de recursos propios. No obstante, la iglesia continúa contribuyendo hasta el día de hoy con el sostenimiento de cada uno de los centros de servicio y, en algunos casos, con porcentajes muy importantes del presupuesto anual. También se reciben donaciones de iglesias hermanas del exterior que aportan puntualmente para el sostén de la gestión o becas para personas que no pueden afrontar los costos de los servicios por su condición económica. Es significativo que en torno a las obras de servicio se genera siempre un gran halo de personas identificadas con este modelo de gestión, vinculadas por simpatía, familiaridad y también por dependencia laboral. De hecho, son más de doscientas familias en el departamento de Colonia que dependen laboralmente, en forma directa, de estas obras de servicio. Uno de esos grupos de vinculación permanente lo constituyen los familiares de huéspedes o de usuarios. Cada organización no trabaja solamente con el huésped, con el usuario, sino con todo su contexto vital. Las familias son una parte imprescindible para lograr la calidad de vida que se pretende, acorde a la dignidad de cada ser humano. Las familias constituyen entonces un grupo de vinculación muy importante. De hecho, han estado siempre apoyando de múltiples maneras la marcha de los trabajos, con activa colaboración en la resolución de problemas, entre los cuales las cuestiones económicas no están ausentes. De uno de esos grupos familiares, y es destacable, surgió la idea de presentarse para participar del sistema de donaciones especiales, de acuerdo al artículo 79 del Título IV del Texto Ordenado de 1996, con el compromiso de apoyar y promocionar las donaciones de empresas con el fin de colaborar con el sostenimiento de las obras de servicio, especialmente aquellas que no tienen convenio con el Estado y son más necesitadas y demandantes desde el punto de vista financiero como, por ejemplo, la atención de personas con discapacidades. Solicitamos, por lo tanto, ser incluidos en esta régimen de donaciones especiales, a fin de obtener por el camino de la solidaridad y el compromiso de toda la sociedad y, lógicamente, el control y la intermediación estatal, los recursos necesarios para sostener y mejorar los servicios sociales que se brindan. Dejamos una carpeta adjuntando una descripción de las obras que he mencionado. Dejo la descripción de El Sarandí Hogar Valdense, que en este momento es la obra más necesitada, que es para atención de personas con discapacidad, pero también del Hogar para Ancianos de Colonia Valdense y del Hogar Nimmo, sito en El General, en Colonia del Sacramento. Agrego dos cuestiones más. En primer lugar, quiero aclarar algo respecto al estatus del Hogar para Ancianos de Colonia Valdense: si bien pertenece a la iglesia valdense, tiene una personería jurídica independiente; no así los otros centros de servicio, que están todos bajo la misma persona jurídica. De todas maneras lo incluimos, porque tiene una personería jurídica de segundo grado, y depende, a su vez, de las autoridades de la otra persona jurídica, que es la Iglesia Valdense del Río de la Plata. En segundo término, la situación económica de los últimos años ha tenido altibajos. Uno de los aspectos que nos ha venido complicando últimamente es la situación de crisis que se generó a partir del covid. Como todo el mundo, nosotros no fuimos ajenos a esa realidad y sufrimos muchas complicaciones internas, pero padecemos también las complicaciones externas, las que vienen de Europa. A esto se suma la crisis de la guerra y crisis económica y de gran incertidumbre en el mundo que ha llevado a que muchos de los apoyos que recibíamos del exterior hoy estén menguando de forma importante. Eso pone en riesgo la sustentabilidad en el mediano y largo plazo de todas nuestras obras, y de algunas en particular que son más dependientes. Por eso es que aceptamos desde las autoridades de la iglesia valdense la sugerencia de este grupo de padres de El Sarandí de iniciar este camino con vistas a generar esta posibilidad de recibir donaciones de empresas que quieran colaborar, en un esfuerzo de compromiso social con estas organizaciones de servicio.
NEGRÍN (Alba). Soy doctora y vivo en Montevideo desde hace cuarenta años. Soy oriunda del departamento de Colonia y pertenezco desde la fe a la iglesia valdense. En el año 2019 comencé a integrar la comisión directiva del Hogar El Sarandí, contribuyendo con los dones personales y también con mi profesión médica. Es decir que trabajo en esta comisión de este hogar para discapacitados severos. El Hogar El Sarandí está emplazado en la zona suburbana de la ciudad de Valdense y fue muy golpeado por la epidemia de covid-19. Fue golpeado no solo por el fallecimiento de varios residentes, sino porque hasta el momento tiene una apertura parcial al acceso de las familias. La discapacidad severa se vincula con posiciones viciosas, dificultades a nivel respiratorio en forma permanente. Esta fue una de las grandes dificultades que hemos tenido. Las dificultades que se han ido agregando en este tipo de usuarios son la expresividad limitada a esos momentos que seguramente fueron para ellos y sus familias de angustia. Venimos haciendo ajustes permanentes. Algunos residentes -como algunos de los residentes que fallecieron- son personas discapacitadas severas muy añosas, de ochenta y nueve y ochenta y siete años. Para las personas que viven en El Sarandí esa es su casa; ya no tienen familia, porque llevan viviendo en El Sarandí unos cincuenta y dos años, desde que el hogar empezó. Hoy nos encontramos con la realidad, tan dura para nosotros, de que son personas que reciben becas del exterior; el financiamiento de ese sitio, de ese lugar, de ese hogar, con todo lo que esto significa para ellos, depende en un 80% o 100% de becas del extranjero. El aporte del Estado uruguayo es bastante bajo por lo que son las pensiones por discapacidad y sus montos. Esta es la realidad que atravesamos en El Sarandí. La comisión directiva viene trabajando en varios aspectos. La verdad es que es una oportunidad de privilegio poder estar acá, explicarles y contarles lo que es nuestra práctica bastante habitual de pensar en el otro, en aquel otro que tiene dificultades o problemas para sobrellevar su vida.
REPRESENTANTE IBARGUREN (Sylvia). Gracias por la rica explicación, histórica también. Una consulta muy puntual: ¿cuántas personas atiende el hogar El Sarandí en promedio?
NEGRÍN (Alba). Actualmente son cuarenta. Nos acompaña la asistente social del hogar.
DELMONTE (Margarita). Soy la trabajadora social del hogar. En el hogar residen actualmente cuarenta personas en régimen de permanencia y once personas en un régimen diurno, con personas de la zona que vienen durante el día en distintas modalidades: algunos vienen todos los días y otros, dos veces por semana. Todos participan de la propuesta educativa que tiene el centro.
SENADORA NANE (Silvia). Les voy a hacer algunas preguntas «teledirigidas» para que las personas que no lo conocen puedan entender El Sarandí desde una descripción. ¿Cómo están dispuestas las casitas? El Sarandí no es un edificio. Si uno piensa en un hogar de discapacitados imagina un edificio lleno de camas. Me gustaría que nos contaran cómo es y cómo son las casitas. A su vez, les quiero pedir que indiquen cuál es el ratio del personal respecto a los huéspedes.
DELMONTE (Margarita). El hogar funciona desde 1971, como dijo Marcelo. Tiene cuatro casitas donde viven diez personas en cada una. Están en régimen de atención integral. Reciben las comidas, el aseo, la higiene, el cuidado, porque son personas altamente dependientes. Tenemos personas con parálisis cerebral, con síndrome de Down, que no tienen una vida autosuficiente y necesitan a otras personas para las conductas diarias. Intentamos, sobre todas las cosas, la integración de las personas. Entonces, tenemos varios proyectos. Uno es salir y participar en la sociedad en la medida de lo posible. Tenemos un taller de cocina integrado. Brindamos la posibilidad de ir a un club a hacer ejercicios en el agua. Tenemos la posibilidad de vincularnos con estudiantes liceales, con actividades de todo tipo: caminatas en la plaza de deportes, que facilitan esta idea de que la persona con discapacidad también tiene derecho a estar incluida en todas las actividades de la vida de la sociedad. Somos sesenta personas que trabajamos; o sea que es prácticamente una relación de uno a uno. El régimen de trabajo es de seis horas, como el de la salud, por el tipo de esfuerzo que implica, muchas veces también desde el punto de vista físico, trabajar con estas personas. Si bien se ha ido tecnificando y mejorando todo ese aspecto, siempre es necesario el trabajo en equipo, con más de una persona, para la seguridad de los residentes.
NEGRÍN (Alba). Quiero remarcar esa alta relación entre el número de funcionarios y residentes. ¿Quiénes son los trabajadores del Hogar Sarandí? Hay un equipo técnico integrado por la directora, la asistente social Delmonte, un tallerista, un director técnico médico, una nurse¸ nutricionista, fisioterapeutas, maestro y un enfermero por turno, para las cuatro casitas. Tiene un montón de cuidadores, que están todo el día con esas personas que los necesitan para su cotidianeidad. No sé si me olvidé de alguien del equipo; simplemente quería dejarles esta semblanza.
Fuente Imagen: Facebook Sarandí Hogar Valdense.
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