La presentación de los resultados se desarrolló en forma virtual el 31 de julio. Comenzó con palabras del director nacional de Energía, Fitzgerald Cantero, quien mencionó que se viene cumpliendo con un mandato histórico de elaboración y publicación del BEN por más de 50 años.
Cantero señaló que el país se encuentra en una segunda transición energética en la que se tienen muchos desafíos por delante, como la captación de inversiones en el área de energía. También se encuentra en agenda, como un pilar de esta transición, la descarbonización, que incluye diferentes medidas para los sectores del transporte y la industria. Entre ellas están la movilidad eléctrica y las medidas de eficiencia energética.
Asu vez, agregó el director, 2022 fue un año en el que siguió creciendo el PIB, a la vez que continuó la sequía. No obstante, la generación eléctrica a partir de fuentes renovables superó el 90%.
El BEN es un insumo básico para la planificación energética, ya que muestra la estructura de producción y consumo de energía en el país. Permite el seguimiento y la evaluación de políticas energéticas. Además, es el insumo para otros estudios, como el Inventario de Gases de Efecto Invernadero (INGEI) del sector energético.
Los resultados de Balance Energético se ven recogidos en el reporte internacional Trilemma del WEC, que muestra a Uruguay en el lugar 14 a nivel mundial, según el ranking de países 2022 (había ocupado el lugar 13 en 2021). Trilemma es un índice que incorpora tres dimensiones: la seguridad energética, la equidad energética y la sustentabilidad medioambiental. Uruguay es el mejor país de la región, seguido por Chile, en el lugar 26.
Principales resultados
El año 2022 fue el segundo de crecimiento consecutivo en la economía, que alcanzó valores absolutos similares a la prepandemia: el PIB creció 4,9%. A su vez, el país se encuentra en un período de tres años consecutivos de niveles de hidroelectricidad por debajo de la media histórica, debido a la sequía.
En lo que refiere a la participación de las fuentes de energía renovables, en 2022, en la matriz de abastecimiento se alcanzó el 56%, y en la matriz de generación eléctrica estas representaron el 91%. Estos resultados cumplieron con los objetivos trazados, que apuntaban a cifras mayores a 50% y 90%, respectivamente. Esto se vio reflejado en las emisiones de CO2, que disminuyeron 5% respecto al año anterior.
En términos de infraestructura, la potencia instalada para generación eléctrica se mantuvo prácticamente igual a la del año anterior. Se destacó el desarrollo que ha tenido el sector eléctrico, ya que hasta 2005 el país solo contaba con las centrales hidráulicas del río Negro y de Salto Grande, así como con las centrales a partir de combustibles fósiles en el entorno a Montevideo. En años posteriores entraron en operación una serie de generadores eólicos, solares y a base de biomasa, distribuidos en todo el territorio nacional.
En lo relativo a la refinería, la estructura de producción se ha mantenido constante en los últimos años, con el gasoil como principal combustible producido y una participación de 46% en esa estructura de producción para 2022. El consumo propio de la refinería sí ha presentado variaciones, ya que desde 2017 se registra una sustitución de fuentes, con un consumo creciente de gas natural y decreciente de fueloil. Esto tiene una incidencia directa en la disminución de las emisiones de CO2 por ktep de petróleo procesado.
En lo que respecta a la matriz primaria o de abastecimiento, tanto en el petróleo y derivados como en la hidráulica, se ha presentado cierta variabilidad a lo largo de los 58 años de la serie histórica de balance, pero sin crecimiento neto para el período. Por su parte, la energía eólica, la solar y la biomasa han registrado variaciones importantes, con crecimientos significativos en los últimos años.
Es importante destacar que, si bien el consumo de licor negro y leña representa más del 70% del consumo de biomasa en el país, también se utilizan otros residuos de biomasa, como aserrín, chips, residuos forestales, metanol, cáscara de arroz, bagazo de caña, pellets y briquetas, entre otros. Por su parte, desde 2011 en el BEN se registra el consumo de residuos industriales no renovables, que incluyen neumáticos fuera de uso, aceites usados y otros, con una tendencia creciente de consumo.
Otro dato relevante que marcó el año 2022 fue que la generación eléctrica de origen renovable volvió a estar en niveles mayores a 90%, luego de que en 2021 registrara un valor de 85%. Ese año, se registró una exportación significativa de electricidad a países vecinos, y esa electricidad tuvo un componente importante de fósiles en su generación.
El BEN 2022 mostró que el consumo final energético tuvo una leve variación para el último año (+0,5%). Si se realiza un análisis por fuente de energía, se observa que el principal consumo se dio en derivados de petróleo (40%), seguidos por los residuos de biomasa (27%) y, en tercer lugar, por la electricidad (21%). La mayoría de los energéticos han aumentado su consumo en 2022, salvo los relativos a la biomasa, dentro de los cuales se destaca la disminución en el consumo de biodiésel.
En lo que tiene que ver con un enfoque sectorial, la industria registró el mayor consumo para 2022 (42%), si bien, en contrapartida, fue el único sector que disminuyó su consumo en el último año. Al analizar la evolución por rama industrial, se observa que presentan diferentes estructuras de consumo en términos del mix de energéticos utilizados. Estas características impactan directamente en distintos comportamientos y en las emisiones de CO2 asociadas. Por ejemplo, papel y celulosa es la rama de mayor consumo de energía (61% del consumo industrial), seguida en muy menor medida por la industria del cemento (5%). Por su parte, el subsector industrial de mayor nivel de emisiones de CO2 es el del cemento (40%), seguido por papel y celulosa (38%).
En cuanto al transporte, en 2022 fue el segundo sector de consumo, con una tendencia creciente en la serie histórica. Esta demanda había descendido en 2020, a causa de la baja en la movilidad que causó la pandemia. El modo de trasporte que representa la mayor participación es el carretero, con consumos repartidos de gasoil y gasolina automotora. El consumo de biocombustibles se ha mantenido similar al año anterior para el caso de bioetanol (9,5% de mezcla), mientras que el biodiésel ha registrado una disminución importante en su consumo y, desde diciembre de 2022, se ha dejado de mezclar con el gasoil.
Respecto a las emisiones de CO2, la presente edición del BEN incluye series históricas que comienzan en 1965 y se extienden más allá de 1990, año del primer Inventario Nacional de Gases de Efecto Invernadero de Uruguay. En 2022, las emisiones de CO2 totales disminuyeron 5% respecto al año previo y correspondieron en gran medida al sector transporte (57%). En términos de fuentes de energía, el 49% de las emisiones totales de CO2 provinieron de la quema de gasoil, seguidas por la gasolina, con un 25% de participación.