En este lunes 28 de enero, a 100 años del nacimiento de Wilson Ferreira Aldunate, los nacionalistas le tributaron homenaje a lo largo y ancho de todo el país.
Uno de esos lugares fue en Rivera, en el norte del país, en donde el diputado Gerardo Amarilla fue uno de los encargados de referirse a su figura.
También se escucharon las palabras del Dr. Juan Carlos Sian, de Pablo Saravia por la Departamental, y de Juan Martín Amarilla por la Juventud.
Estos fueron los conceptos de Gerardo Amarilla:
“Cuando Juan Ferreira y Fortuna Aldunate recibieron a un niño el 28 de enero de 1919, hace exactamente 100 años seguramente no imaginaron el propósito que Dios tenía con ese niño y que marcaría profundamente la historia del Uruguay.
Desde su alumbramiento en Nico Pérez ya venía signado por una arraigada tradición blanca, que por supuesto se iba a reafirmar desde su infancia y juventud tanto en Melo cómo Montevideo.
Ese profundo nacionalismo fue moldeando al militante primero y al dirigente político después, fortaleciendo los ideales de la lucha por la libertad y por las transformaciones que el país necesitaba para lograr un mayor desarrollo y una mayor justicia entre los Orientales.
Desde el Parlamento en su inicio y luego como Ministro de Ganadería, Wilson Ferreira tuvo una destacada actuación, convirtiéndose en un modelo de gobernante que muchas generaciones intentamos imitar.
Como Senador de la República Wilson agregó a su curriculum destacadas actuaciones que lo colocaron como el gran fiscal de la República, defendiendo la probidad administrativa, los dineros públicos, el correcto desempeño de los gobernantes y el cumplimiento estricto de la Constitución y la ley.
Pero más allá de toda la actuación política, que mucho nos enorgullece como blancos y nacionalistas, hoy queremos recordar aquellos episodios y decisiones que elevaron a Wilson Ferreira Aldunate al escalón de Estadista que muy pocos orientales ilustres alcanzaron en la historia nacional. Su impulso a la Comisión de Inversiones y Desarrollo Económico (CIDE) como ámbito de encuentro de expertos y técnicos de diferente orientaciòn política, convocados para diagnosticar la realidad nacional como nunca antes y repensar el modelo económico y productivo del país para el mejor desarrollo de la sociedad, fue sin dudas el primer paso hacia esa posición de estadista que Wilson alcanzara y que demostraba que no pensaba en las próximas elecciones sino en las próximas generaciones.
Su actitud ante la adversidad y las injusticias que sufrió cuando le trampearon las elecciones impidiéndole llegar a Presidente, cuando inventaron mentiras e infamias sobre su vida y conducta personales tanto desde la izquierda como de la derecha, cuando lo persiguieron poniendo en riesgo su vida y la integridad de su familia, cuando volvieron a pactar salidas para dejarlo afuera de la competencia electoral, cuando pusieron sobre sus hombros responsabilidades que serían de un Jefe de Estado, obligándolo a sostener la institucionalidad y la paz nacional, Wilson nunca cobró cuentas a la patria y nunca devolvió esas bajezas con actitudes similares, sino que con grandeza, desprendimiento y generosidad demostró, como cristiano que era, que había que responder con bien a quien deseaba su mal.
Sin duda que todas estas actitudes lo elevaron aún más, trascendiendo a las generaciones pero también a las fronteras de los partidos políticos, constituyéndose en un referente de toda la sociedad. Seguramente la mayoría de los frenteamplistas y colorados compartían nuestro orgullo de nacionalistas cuando veían a Wilson Ferreira en el Congreso de los Estados Unidos o en la sede de Amnistía Internacional en Londres o en los Parlamentos Europeos luchando por la libertad y la democracia en nuestro país. Seguramente batllistas y colorados apreciaron su gran generosidad para el primer gobierno tras la restauración
democrática cuando le diera gobernabilidad y sostén a las instituciones en cumplimiento de su frase “al país lo que necesite y al gobierno lo que merezca”.
Su lucha por la libertad, su legado de honestidad y probidad administrativa, su visión integral de país, su desprendimiento y generosidad para con la patria por encima de intereses personales y partidarios, siguen siendo antorchas que iluminan el sendero político de muchos blancos pero también de orientales que han tenido en Wilson un referente y un ejemplo a seguir.
No podría dejar de mencionar dentro de los legados que Wilson Ferreira dejara al Partido y al País su propuesta de descentralización, que como fiel heredero del pensamiento oribista y las banderas saravistas plasmó en su proyecto para otorgarle justicia y equidad a los orientales de todos los pagos tratando de corregir las inequidades históricas entre el Uruguay olvidado y postergado del interior profundo y la privilegiada capital.
A cien años de su nacimiento recordamos con profunda emoción al líder político, al caudillo blanco y por sobre todo al estadista que desde el Partido Nacional sirviera a toda la Patria.
Porque sus ideas, pensamiento y ejemplo de vida tienen vigencia y están presentes en los que seguimos su bandera: ¡Viva Wilson!”.