“Desde la Escuela de Gobierno queremos dar la bienvenida a todos los expertos internacionales y nacionales, así como a las diversas autoridades que nos estarán acompañando en el día de hoy para debatir sobre Trata de Personas, esta realidad que sacude a nuestras sociedades y nos interpela.
La Escuela asume con un gran compromiso esta actividad, porque nada más caro a la democracia que la defensa de los Derechos Humanos, y porque entendemos que el rol de la Escuela de Gobierno es justamente promover por todos los medios posibles la extensión y profundización de la democracia.
La cotidianeidad de estos hechos a través de las noticias a veces nos hace perder la necesaria sensibilidad ante lo gravísimo de los hechos: Y es que encontramos que en pleno siglo XXI, época en la cual creemos que las sociedades han evolucionado y conquistado derechos, consagrándolos en leyes y acuerdos internacionales, hay una cara oscura. Siguen existiendo situaciones de relacionamiento social propios de lo peor del medioevo: personas que mediante uso de amenaza o de la fuerza u otras formas de coacción, rapto, fraude, engaño, abuso de poder o de una situación de vulnerabilidad o por la concesión o recepción de pagos o beneficios para obtener el consentimiento de una persona que tenga autoridad sobre otra; somete a un ser humano a explotación sexual, trabajos forzados, esclavitud, servidumbre, etc.
Estamos ante el uso de personas como mercancías con un fin de lucro, sin lugar a dudas la faceta más siniestra del capitalismo, porque lo que se vende es la piel y la libertad de una persona.
La resolución 64/293 de Naciones Unidas para combatir la trata de personas dice con acierto:
Existen diferentes factores sociales, económicos, culturales y políticos que hacen a las personas vulnerables a la trata, como la pobreza, el desempleo, las emergencias humanitarias derivadas de conflictos armados o desastres naturales, la violencia sexual, la discriminación por motivos de género, la exclusión y la marginación sociales, así como la cultura de tolerancia respecto a la violencia contra las mujeres, los jóvenes y los niños.
Creemos que en todos los casos, si queremos ser eficientes en las políticas no podemos desligarnos del análisis de la “demanda”. Porque si existe comercio de personas, es porque se da el encuentro entre una oferta y una demanda. Creemos que es necesario prestar atención a ambos lados de la ecuación, porque no existiría trata si no hubiera personas que ocupan esa mano de obra en condiciones de servidumbre o esclavitud. Aquí en nuestro país hubo un caso muy sonado de mujeres bolivianas que vivía en condiciones pésimas trabajando como domésticas en la casa de una conocida pareja de empresarios.
Lo mismo podemos decir de la trata con fines de explotación sexual. Solemos ser muy enfáticos con la explotación sexual de niños, niñas y adolescentes, y obvio que son situaciones que hieren en lo más profundo nuestra sensibilidad. Pero, es razonable que condenemos la explotación sexual de una adolescente de 16 años, pero digamos que es “legal” si la joven tiene 18? Habrá sido de verdad libre para “elegir” ese “trabajo”? Cuando deja de importarnos? A los 20? A los 25?
Podemos afirmar que existe relación entre los circuitos de trata de menores, y los de prostitución de adultos. Hay sobradas pruebas al respecto.
Tampoco podemos hablar de libre opción por este tipo de trabajo, mientras existan las condiciones vulnerabilidad que señalábamos más arriba.
A veces resulta cómodo y tranquilizador suponer que las personas que se prostituyen han optado por estar allí, que si existe un marco de regulación y hasta se han sindicalizado, entonces está todo resuelto, pero bajo la punta del iceberg de la prostitución legal, regulada y ejercida por personas adultas, hay demasiadas veces historias graves de vulneración de derechos desde la infancia.
Creo que es hora de afrontar la incomodidad de discutir estos temas en Uruguay.
En suma, queda mucho trabajo por delante, esperamos que esta jornada nos sirva para avanzar en la comprensión de esta realidad y nos impulse a resolverla”.