La economía digital avanza e impone nuevas formas de intercambio de bienes y servicios. A su paso deja obsoletas regulaciones y leyes pensadas para un mundo que va quedando atrás. Tomando en cuenta esta realidad, la Cámara de la Economía Digital del Uruguay (CEDU) organizó, junto a la Facultad de Ciencias Económicas y de Administración (FCEA), una conferencia para analizar el nuevo escenario, poniendo foco en su impacto en el empleo a nivel local.
Durante el encuentro, el subsecretario de Trabajo y Seguridad Social, Nelson Loustaunau, afirmó que “la economía digital va a tener un desarrollo impresionante, pero hay que pensar cómo convivir con ella”.
En este sentido, el jerarca señaló que en Uruguay hay 30.000 personas que trabajan desde sus casas para el sector de las Tecnologías de la Información (TI), pero solo el 10% lo hace de modo formal. “¿Qué pasará en el futuro con esos trabajadores que hoy no están aportando a la seguridad social? ¿Cómo van a acceder a las jubilaciones? ¿Quién va a estar detrás de sus derechos en el futuro? ¿Quién lo va a financiar? ¿El Estado?”, planteó, para luego responder: “para solucionar todo eso es necesario regular”.
“Esta es la economía que vamos a vivir y tenemos que aceptar que tiene que tener reglas”, indicó Loustaunau, y agregó que el Poder Ejecutivo está dispuesto a estudiar una ley que regule el teletrabajo.
Por su parte, el presidente de CEDU, Marcelo Montado, aseguró que Uruguay tiene condiciones para el desarrollo de la economía digital como ningún otro país de la región, “pero tiene que dar el paso de ser innovador” en materia de legislación. “La regulación no debe apuntar a protegernos de la economía digital, sino, por el contrario, a impulsarla”.
Asimismo, el subsecretario sostuvo que sería “muy peligroso” que “la economía digital se siga desarrollando de espaldas a la forma en que está organizada nuestra sociedad”.
En tanto, Fernando Vargas, asesor legal de CEDU y docente de Posgrado en Sistemas de la FCEA, señaló que “la normativa nacional no ha acompañado el desarrollo tecnológico y el uso que hacen de él las empresas en su relación con sus empleados”. “La gran mayoría de las normas están pensadas para los átomos, no para los bits”, resumió.
A su turno, Viviana Martínez, coordinadora de Servicios Globales del Instituto Uruguay XXI, hizo hincapié en la importancia de apuntar a la educación para que Uruguay pueda crecer en el contexto de la economía digital y las TI. Las empresas extranjeras evalúan y se muestran conformes con la calidad del talento uruguayo que contratan, pero señalan que no pueden desarrollarse como desearían porque la cantidad recursos humanos no es suficiente. “Necesitamos tener cada vez más personas formándose en esta área y no necesariamente todos tienen que ser ingenieros”, sostuvo.
Para Martínez, Uruguay tiene dos grandes desafíos respecto a la economía digital. Uno de ellos es la generación de una nueva legislación laboral, que contemple las nuevas formas de trabajo, y el segundo es tener una educación orientada al desarrollo de competencias específicas.
La importancia de la educación y la especialización fue resaltada también por el economista Ignacio Munyo, director del Centro de Economía, Sociedad y Empresa del IEEM, Escuela de Negocios de la Universidad de Montevideo. Según un estudio del IEEM sobre la robotización, el 54% de los puestos de trabajo en Uruguay corre alto riesgo de desaparecer en los próximos 20 años. Sin embargo, “a medida que aumenta el grado educativo de la persona, se reduce ese riesgo”, afirmó Munyo y añadió que los puestos que tienen menos peligro de “robotizarse” son los que utilizan altas dosis de percepción y manipulación, capacidad creativa e inteligencia social.
Además, el economista afirmó que el gobierno “tiene mucho que hacer en esto para evitar que este proceso sea dramático y evitar que se generen cortes abruptos en el empleo. Que adapte una regulación laboral, que permita flexibilidad en contratación y horarios, y que la negociación colectiva se adapte”.
También el sector educativo “debe hacer esfuerzos para adaptarse a esta realidad”, ya que buena parte de las personas que ingresan al mercado laboral con bajo nivel educativo son fácilmente” robotizables”, indicó Munyo. “Condenar a una persona a realizar tareas que puede hacer simplemente una máquina no es el desarrollo que queremos para el país”, enfatizó.
Todos los expositores coincidieron en aclarar que sus posiciones no son apocalípticas respecto al impacto de la economía digital en el mundo del trabajo, sino que apuntan a la necesidad de generar nuevas formas de regulación. “Las fábricas con 2.000 empleados como las conocimos ya no van a existir, hoy hay empresas que producen lo mismo con 50 personas. Ahora, ¿esto es el fin del trabajo? No. Es otra modalidad. Hay que derribar mitos y construir nuevos”, concluyó Loustaunau.
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