La lluvia no pudo y los jóvenes abarrotaron el Santuario del Señor Resucitado (Tres Cruces) el sábado de noche, donde el Cardenal Daniel Sturla presidió la jornada de envío para los que participarán en la Jornada Mundial de la Juventud (JMJ) en Cracovia.
El encuentro de chicos católicos de todo el mundo comienza el martes 26 de julio y contará con la participación de cerca de 350 uruguayos de todo el país. Como es tradición, unos días antes de su viaje el Obispo da una bendición especial para los que iniciarán una peregrinación y misión. Esta vez lo hizo en el Santuario del Señor Resucitado (Tres Cruces).
“Te encomendamos en modo particular los jóvenes de toda lengua, pueblo y nación. Guíales y protéjeles en los complejos caminos de hoy y dales la gracia de poder cosechar abundantes frutos de la experiencia de la Jornada Mundial de la Juventud en Cracovia”, pidió el Cardenal.
Los jóvenes respondieron con otra parte de la Oración oficial de la Jornada, pidiendo al Señor que los haga “testigos de su misericordia”. “Enséñanos a llevar la fe a los que dudan, la esperanza a los desanimados, el amor a los indiferentes, el perdón a quien ha obrado el mal y la alegría a los infelices”, siguieron.
Los presentes estaban visiblemente emocionados y entusiasmados. Antes de la Bendición habían participado en la Misa, que fue presidida por el Cardenal y concelebrada por los vicarios de Adolescentes, Jóvenes y Vocaciones, los P. Sebastián Pinazzo y Mauro Fernández, así como por otros sacerdotes que viajarán a Cracovia.
En su homilía el Cardenal Sturla fue especialmente simpático, se le notaba esa cercanía especial que tiene con los jóvenes. Fue comprensivo –“no es fácil ser cristiano en serio en Uruguay. Porque a este país le aguaron la fe hace 100 años; ser católico con todas las letras no es fácil”- y al mismo tiempo exigente: “No podemos ser cristianos achicados, no vale la pena. Y para peor, Jesús dijo que no reconocerá delante del Padre Celestial a quien no lo reconozca delante de los hombres”.
Pero siempre volvió al punto. “No se trata de agrandarnos, sino de ser cristianos contentos”, insistió más de una vez.
Asimismo, el Arzobispo de Montevideo se refirió al Evangelio del día para resaltar que los jóvenes que lo escuchaban eran enviados, igual que los 72 discípulos mencionados por San Lucas. “Que cuando vayan a Cracovia no digan solo que van porque consiguieron plata o porque los ayudaron, sino que digan que son enviados, son apóstoles. Ustedes son enviados por la Iglesia de Montevideo a través del Arzobispo para ir a encontrarse con otros enviados. Van a llenarse de fuerza con el Vicario de Cristo, a tierras de santos (…) para volver llenos de fuerzas para anunciar al Señor acá”, invitó el Cardenal Sturla.
Aquellos 72 discípulos no temieron ni al diablo y esto debe dar una confianza absoluta a los jóvenes, agregó el Cardenal. “El Señor nos envía como miembros de la Iglesia, está cerca de nosotros ¡y además nos da su poder! Esto, no para que seamos superman, sino para que seamos felices de ser cristianos, para que estemos contentos. Y entonces anunciemos a los demás y proclamemos la alegría de Dios”, agregó.
La Misa estuvo animada por representantes de los diversos grupos que viajan. El coro fue de la Parroquia Stella Maris y el guión fueron elaborados por jóvenes pallotinos, por ejemplo.
Recién comienza
La jornada de envío no acabó con el himno de la JMJ, que fue el canto de salida. Las luces del templo se apagaron y quedó destacado solo el altar, donde se encendieron velas y se llevó con gran solemnidad la Eucaristía para un momento de Adoración. En presencia del Cardenal, los jóvenes rezaron en silencio, muchos de ellos de rodillas, mientras unas palabras y canciones guiaban su momento de intimidad con Dios. Algunos se confesaron con los tres sacerdotes disponibles para esto, y al cabo de media hora el Cardenal dio la Bendición con el Santísimo Sacramento.
Entonces sí comenzó la charla y el encuentro entre los chicos, que se trasladaron al cercano centro pastoral de Shalom. Compartieron experiencias entre las distintas comunidades, cenaron y hasta hicieron soplar las velas al Cardenal, que cumple años este 4 de julio. Muchos de ellos compraron remeras o pins que llevarán como souvenir a Cracovia. Al finalizar el encuentro se despedían con emoción. “Nos vemos en el avión”, “te encuentro en Cracovia”, se decían quienes acababan de conocerse y que ya se sentían unidos; enviados por su pastor a una misma misión.
Fuente Contenido e Imagen: Opus Dei. http://opusdei.org.uy
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