Compartimos las conclusiones del mismo.
América Latina cuenta con un número importante de iniciativas integracionistas, las que presentan como pudo observarse diferentes características. Un análisis del alcance de cada proceso y en especial los tres casos de estudio presentados, permiten identificar las diferencias en cuanto al alcance institucional o los programas de cooperación. Más allá de las particularidades de cada proceso, puede concluirse que el nivel institucional de los procesos de integración no necesariamente garantizan el éxito en la consecución de los objetivos, ya que si bien el MERCOSUR posee un nivel institucional y de programas de cooperación más profundo que los otros dos procesos comparados, caso del ALBA y la Alianza del Pacífico, por diferentes razones estos dos procesos poseen un nivel de cohesión mayor, especialmente por una visión ideológica común, caso del ALBA o por mayores afinidades en las políticas económicas en el caso de la Alianza del Pacífico. Si bien la institucionalidad es clave para alcanzar una integración de corte más profunda, la que pretende ser alcanzada en el MERCOSUR, pero no necesariamente en los otros dos modelos, para cumplir con dicho objetivo será necesario contar con un liderazgo, el que debería recaer en Brasil, que no lo ha ejercido especialmente en los momentos clave. También es necesario innovar en los mecanismos para alcanzar las metas, lo que ha estado ausente en el MERCOSUR, que no ha logrado constituir una institucionalidad eficiente o con las flexibilidades necesarias para impedir que se consolide la sensación de fracaso, y como resultado, que no se respete la institucionalidad del bloque como medio apropiado para el desarrollo de los miembros, lo que termina como resultado afectando el nivel de cohesión regional. Por otra parte, si bien tanto la Alianza del Pacífico como el ALBA lograron un nivel de afinidad política o económica mayor que el presentado entre los miembros del MERCOSUR, la falta de institucionalidad y la ejecución de programas profundos de cooperación, podrían afectar el desarrollo del proceso y especialmente la profundidad de las interacciones estatales, si pierde fuerza la voluntad política que hoy mantiene la firmeza de las iniciativas. En el caso del ALBA, los cambios políticos a partir de la ausencia del liderazgo ejercido por Chávez, los problemas internos de Venezuela, sumado a la profundización de la crisis económica a partir de la caída en el precio internacional del petróleo, podrían afectar la evolución de la iniciativa.
Asimismo, la Alianza del Pacífico deberá confirmar la sensación de éxito que generó la iniciativa, especialmente por el impacto internacional y regional a partir del interés del importante número de países observadores. Dicho bloque que pretende alcanzar un nivel profundo de integración, pero con un enfoque pragmático y con la ponderación de los intereses económicos más que políticos, lleva al proceso a enfrentarse al desafío de cumplir con dichas expectativas con un reducido nivel de institucionalidad y aprobación de programas de cooperación. Si bien un ejercicio prospectivo respecto a los tres procesos es dificultoso, dada la experiencia comparada, existen algunos pilares que siguen estando muy presentes en todos los esquemas a nivel internacional, como el caso de la importancia de una institucionalidad, que por cierto debe ser eficiente y cumplir con sus atribuciones, la innovación de los actores para solucionar los inevitables conflictos que se presentarán durante la integración de los socios y el necesario liderazgo de los miembros de mayor importancia relativa en los bloques. Todos estos aspectos singuen siendo centrales para el desarrollo sustentable de los países a nivel mundial, especialmente en momentos en que las dinámicas actuales llevan a tensiones con impactos que aún pueden ser desconocidos. Es esperable que las diferentes iniciativas regionales profundicen los vínculos a los efectos de alcanzar un desarrollo sustentable en América Latina y el Caribe.
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