“No podía ser de otro modo. En su querida Tacuarembó donde vivió, ciudad que amaba pese a su origen montevideano; a golpe de corazón y en lo mejor de la fiesta, nos dejó mi querido y admirado Tomás decidido a cruzar de una, Las Puertas de la Misericordia. Así tituló su monumental obra dedicada al Cristo del que justo en esta Santa Semana, revivimos su pasión y muerte liberadora. Cuando terminé de leer sus novecientas páginas, pensé -antes de conocerlo personalmente- que ésta era y seguramente será, la única novela que conociendo su trama y final, no pude nunca dejar de leer como si fuera la primera revelación.
Cuando tuve la ocasión de encontrarlo comprendí que solo él, con su humildad y su coraje, podía en una sociedad mayoritariamente agnóstica intentar hacer de la vida de JESUCRISTO, un mojón profético de la rica literatura oriental. Hombre de perfil tan bajo como altas fueron sus inquietudes existenciales, su vocación de servicio y sus esperanzas terrenales y trascendentes.
Querido Tomás: Sé que ese Cristo que hizo de su derrota humillante la victoria definitiva de todo el género humano sobre la debilidad y la muerte, te ha recibido en sus brazos para toda la eternidad. Rezamos por vos, pedí por nosotros. Nos estamos viendo”.
Fuente Imagen: cultura.elpais.com