“¿Cuál es el papel del pasado en el presente de los seres humanos? Por un lado la historia como ciencia nos enseña que no podemos comprender nuestro presente sino estudiamos los hechos del pasado, de manera crítica y objetiva, en función de evitar los errores cometidos y para rescatar los hechos positivos, para favorecer el acontecer de los hechos futuros. Mirar el pasado, sea el más lejano como el más reciente, es un ejercicio necesario tanto en la madurez del individuo como para un grupo, pueblo o nación. Mirar el pasado es reconocer quienes nos precedieron para rescatar los elementos que conforman el sentimiento de orgullo de ser quienes somos, aún con sus errores y defectos, pues también tienen aciertos y virtudes. Por eso es también necesario el análisis de los hechos del pasado en clave negativa, refiriéndome a esto al examen exhaustivo de los malos acontecimientos que también hacen y componen quienes somos, pero que nos dejan un cierto sabor amargo en el inconsciente.
Nadie -persona, grupo, pueblo, nación- puede realmente avanzar hacia un mejor futuro si no se hace cargo de su historia ya que es el legado que el tiempo le ha dejado. Mirar hacia atrás no siempre tiene esa carga negativa de estar escarbando la vieja herida, o abriendo cicatrices de viejas heridas. Muchas personas creen que remover el pasado es algo que no es bueno, incluso los hay de los que les da cierto pavor de hacerlo. Se convencen de que no sirve para nada reflotar los dolores y temores del pasado, sobre todo, por miedo a que lo malo vuelva a pasar y el dolor se reavive. Pero el mirar el pasado es condición necesaria para una sana realidad presente y un futuro de madurez y un seguro avance humano. No sólo aprendemos de los errores sino que los aciertos y logros nos dan ánimo e impulsan hacia nuevas apuestas futuras. Los buenos ejemplos de personas, proyectos o cualquier empresa humana realizada en el pasado nos dan ese empuje interior y nos inspiran a retomarlo o formular nuevas iniciativas.
¿Por qué a la mayoría de los uruguayos nos cuesta tanto mirar el pasado con una mirada benevolente y positiva? ¿Qué es lo que no queremos asumir como pueblo? ¿Qué elementos de esta nueva etapa de la humanidad -que enmarcamos como posmodernidad- no nos permite recordar el pasado sin sentir miedo o vergüenza? Son muchas las preguntas que me surgen en esta reflexión. En una gran parte de nuestra sociedad los hechos del pasado suelen quedar relegados a ciertos sectores escondidos de la memoria colectiva que no queremos mirar ni hacer conciencia, pero justamente por eso es que de tanto en tanto hacen ruido, causan molestia y nunca se dejan manipular ni esconder en el baúl de los recuerdos. Por eso encontramos tantas opiniones tan contrarias y opuestas en relación a nuestro pasado, por ejemplo acerca de la dictadura militar, en la cual murieron tantos hermanos de nuestra patria, son muchos los culpables que aún no asumen su responsabilidad, mientras muchos lloran a los desaparecidos. Pero como esto también tenemos -más lejos en el tiempo- la matanza indiscriminada de los indios que habitaron nuestras tierras y el actual rechazo que hay a aceptar a aquellos que se denominan descendientes de los charrúas. Como estos hay otros ejemplos que todos manejamos.
“El pasado fue mucho mejor”, es una frase de muchos uruguayos a lo largo y ancho del país, que se contrapone con lo que vengo afirmando arriba, pero que no encaja tampoco con el común denominador de los jóvenes de hoy, que no poseen una memoria colectiva heredada de las generaciones anteriores y que poco sienten en su carne los acontecimientos que sí vivieron nuestros padres y familiares. En la educación seguimos aprendiendo una historia muy sesgada intencionalmente y nuestro presente político se ve sustraído de líderes que pongan como verdadero centro las necesidades fundamentales de nuestro pueblo, que tiene que ver con el rescate de nuestro pasado en función de la construcción de un país y una generación de uruguayos que se sientan orgullosos de serlo. No sabemos de todas formas en qué fue mejor el pasado: si en tranquilidad social, frente a la violencia actual; si en posibilidades de proyección a futuro, frente a las dificultades del hoy; de una economía más accesible a todos, frente a las grandes diferencias del hoy. ¿O será que sólo se refieren al acceso a los bienes materiales? No creo, o al menos espero que no.
No podemos olvidar nuestro pasado y me atrevo a decir que muchos uruguayos aún no lo conocen, o conocen verdades parciales. Debemos hacer memoria de lo que nos constituye como nación, como seres humanos que atravesamos el tiempo y que nos ha dejado cosas buenas como malas, pero que hacen ser quienes somos. Somos mezcla de inmigraciones, somos mezcla de indio y español, somos criollos, pero que desde hace años soñamos vivir como europeos y hoy en día como los habitantes del imperio del Norte. Somos algo que no queremos ser y que soñamos con ser alguien que nunca seremos. Nos unimos en causas justas y nos separan las banderas partidarias y la fe profesada. Muchos aspectos nos destacan como uruguayos, pero aún nos queda una larga tarea por llevar adelante. Seguir haciendo presente el pasado es algo que debemos aprender a vivir como una necesidad y una oportunidad”.
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