Recibimos y publicamos.
“Las gestiones hechas por el Poder Ejecutivo y por el Sindicato, han fracasado”, esta era la frase que un dirigente nacional del Sindicato Obrero de la Industria de la Madera y Anexos (SOIMA) utilizó para abrir la asamblea de trabajadores de la empresa maderera Urupanel, realizada en la tarde de este viernes 5 de diciembre, en Tacuarembó.
Parecían sacadas de un guión estipulado para después del domingo 30 de noviembre, fecha de las elecciones generales; nunca antes de esa fecha, esa frase hubiera sido expresada, porque de seguro restaría algunos votos a una determinada fuerza política.
De las muchas organizaciones políticas, de la decenas de políticos que se que se habían acercado a Urupanel a llevar sus programas, sus consignas, sus arengas, sus sonrisas, sus mejores trajes y su peticiones de voto, de todos ellos no había ninguno en esta asamblea, en la que la tristeza y la impotencia por una realidad oscura, era el común denominador entre todas y todos nosotros.
Nada ha resultado satisfactorio para dar respuesta a los más de 400 obreros y obreras, ni las gestiones hechas por el presidente de la República, José Mujica, ni las realizadas por el Ministro Roberto Kreimerman, tampoco las realizada por el Ministro Luis Almagro, nada de eso ha surtido efecto, tampoco las gestiones en la búsqueda de un inversor por parte del sindicato.
Todavía suena el eco de las palabras del presidente Mujica “aunque demore algún tiempo vamos a encontrar la salida” y que nos respaldáramos “en el pueblo de Tacuarembó todo lo más que puedan, solos, aislados, difícil que hagan roncha. Con toda la gente, no se les puede dar la espalda». Hoy, esas bonitas palabras son un brindis al sol, música celestial.
Mi esposo era un trabajador más de esta empresa, y junto a muchos más, apostó mucho por defender esa fuente de trabajo, sumamos junto a muchas otras familias, el trabajo colectivo y solidario para resistir y sacar adelante la idea de una reapertura de la fábrica de paneles de madera. Luchamos mucho, se hicieron todos los esfuerzos con el sindicato y con la sociedad de Tacuarembò, pero no fue suficiente.
Anoche nos enteramos, en esa asamblea informativa, que los trabajadores de Urupanel y por extensión sus familias, seguimos transitando solos y por una camino lleno de espinas, solos sí, pero unidos. Caminamos dentro de un laberinto que extiende la incertidumbre de los obreros.
La situación atravesada por esta empresa, que es parte del motor económico de esta región, es fiel reflejo de cómo funciona el sistema político y económico, sólo existíamos mientras duraba la campaña electoral; por otro lado, refleja la impunidad de las empresas extranjeras, respaldadas por el gobierno de turno, para cometer este tipo de tropelías, cargando la responsabilidad de sus fracasos de gestión y por ende de los costos, sobre los hombros de la clase trabajadora y sus familias. Estas son las bondades de una economía neoliberal, del libre mercado, como la de nuestro país. Esto es lo que entre salones o quinchos de la casta político-empresarial de este país, se sociabilizan las pérdidas y se busca siempre privatizar las ganancias.
El panorama para los trabajadores de Urupanel es desolador y sombrío, por decirlo menos.
La única propuesta llega de un consorcio empresarial, conformado por las empresas FRUTIFOR-KAPPESBERG.
La propuesta de estos capitalistas extranjeros es de comprar de activos de Urupanel y asumir los créditos laborales de los trabajadores.
Mantendrían operativa una parte de la planta (la fabricación de paneles de mediana densidad o MDF) comprometiéndose a contratar algunos obreros (entre 50 y 70 aproximadamente del total de 418) para esta parte de la maderera. Por otro lado, desmantelarían la Planta fabricadora de paneles contrachapados (Plywood), otorgando en comodato a los obreros las máquinas de este sector, para que puedan desarrollar un proyecto de autogestión, eso sí, las tareas y costos de este desmontaje corre por cuenta y obra de los trabajadores. Allí se instalaría un aserradero que ocuparía a 34 operarios, ninguno de ellos de Tacuarembó ni de Urupanel.
Suma y sigue.
De los créditos laborales, que en total sumarian algo más de 3 millones de dólares, proponen pagar en la siguiente forma: el 50 % al contado y el otro 50 % en cómodas cuotas bimensuales. Así las cosas, proponen dar un anticipo de pago antes del 24 de diciembre de este año de un 5% y el 45 % restante entre los meses de abril o mayo del año 2015. El 50 % restante lo pagarían en 6 cuotas bimensuales (a un año plazo).
De los 418 trabajadores, 26 de ellos no llegan a cobrar la liquidación por despido, debido a su ingreso reciente, antes de cerrar Urupanel, sólo cobran la liquidación por egreso.
De un corte, más de 300 trabajadores se quedarían en la calle, sin posibilidades concretas de una inserción laboral en esta región y sin el dinero de sus créditos laborales en mano.
Tacuarembó ya se ha resentido por el cierre de Urupanel, lo notan muchos comerciantes, más de 600 mil dólares han dejado de circular mensualmente en esta ciudad, y para muestra de la verdadera tasa de desempleo, en un reciente llamado a cubrir 3 vacantes de peones de la construcción, se presentaron 1017 personas. Eso habla a las clara de la alta tasa de desocupados que hay aquí.
Así las cosas, nada alentador es el futuro de unos 300 trabajadores y sus familias.
Inefop, con sus 85 millones de pesos destinados a capacitación, nunca llegó. Otro fracaso más.
4 meses después del cierre de esta empresa, el sindicato promueve “ahora en serio” un proyecto de autogestión, cual si fuese la solución inmediata a toda la problemática de los trabajadores. En hechos consumados, llegan tarde.
Poco margen de maniobra le quedan a los trabajadores, en este escenario, sólo pueden elegir con que salsa pueden ser consumidos por este sistema capitalista, aderezados con pizcas de ilusiones de un gobierno y políticos cómplices de un fracaso anunciado”.
Tacuarembó, 6/12/2014.
Fuente Imagen: www.uniradio.edu.uy