Compartimos el Editorial de Liberarce agosto-setiembre 2014 bajo el título “Mejor que una política de miedo… Es una política de cambio”.
“Los hombres han sido siempre en política cándidas victimas del engaño de los demás y del engaño propio, y lo seguirán siendo mientras no aprendan a discernir detrás de todas las frases, declaraciones y promesas morales, religiosas, políticas y sociales, los intereses de una u otra clase. Los partidarios de reformas y mejoras se verán siempre burlados por los defensores de lo viejo mientras no comprendan que toda institución vieja, por bárbara que parezca, se sostiene por la fuerza de unas u otras clases dominantes. Y para vencer la resistencia de esas clases sólo hay un medio: encontrar en la misma sociedad que nos rodea, instruir y organizar para la lucha a quienes puedan –y deban, por su situación social- formar la fuerza capaz de barrer lo viejo y crear lo nuevo”.
Lenin (Las tres fuentes y las tres partes del marxismo)
Este pensamiento de Lenin contiene la historia del mundo, desde que el mundo se dividió en clases sociales, en explotadores y explotados. A las clases dominantes de todas las épocas siempre le interesó encubrir esa explotación, se volvieron profesionales en el capitalismo, y más en tiempos electorales, con el uso de abundante dinero y medios técnicos.
En las condiciones de un país dependiente del imperialismo como es el nuestro, con un capitalismo deforme dada la presencia del gran latifundio y el monopolio sobre la tierra, remachado por la presencia del viejo modelo rentista como plaza financiera y de servicios, la contradicción principal sigue siendo oligarquía o pueblo. Un modelo agroexportador, con una banca al servicio de la succión de nuestras riquezas en beneficio exclusivo de la oligarquía y los grandes monopolios, con libre entrada y salida de mercancías y capitales, con desregulación de las relaciones laborales, con recortes y tercerizaciones de los servicios del Estado, bajo la consigna de bajar el gasto social, con una concepción impositiva donde paga más el que tiene menos, con un fuerte ejercicio del terrorismo por parte del Estado, ese ha sido el proyecto de la derecha, conocido prácticamente en los gobiernos de los últimos 50 años, dictadura fascista mediante. La sumisión al poder imperial es la característica principal de su política. Es la seguridad de su negocio. Y la seguridad de su negocio es la inseguridad del pueblo todo. Como la conocimos a lo largo de varias crisis, la peor y más aguda de todas fue la del 2002. El objetivo de su política es la maximización de la tasa de ganancia, en un mundo con dificultades derivadas de una crisis capitalista de la que aún no se avizoran salidas, ello significa mayor aumento de los grados de explotación del pueblo y de los trabajadores. Su política ha sido la política del miedo, la política del condicionamiento. Utilizando el mecanismo de la desocupación y el paro forzoso, supo poner obrero contra obrero en épocas de reinado neoliberal, hay trabajo si hay productividad, si no hay reclamo de derechos, entre muchos de ellos, el de jubilarse. La política de la multiplicación horaria con pago simple para algunos y la marginación para otros. La política de la salud y la educación para quién pueda pagarla. No extraña que en la actual campaña electoral, algunos de los candidatos, como lo hiciera Lacalle Pou, hable de derogar leyes que benefician al obrero, como la ley de ocho horas para el trabajador rural o la ley de responsabilidad penal empresarial. Ellos están para defender sus intereses de clases. Para ello se organizan políticamente, y bajo un manto de renovación vuelven con sus viejas propuestas para hacer más de lo mejor para ellos y de lo peor para el pueblo.
El principal interés de las clases dominantes hoy, es voltear el gobierno del Frente Amplio, y si no lo consiguen, arrebatarle las mayorías parlamentarias para condicionar aún más sus políticas. Fueron años de acoso a cada iniciativa política positiva, a cada proyecto de ley que devolviera derechos al pueblo, ¿qué no harían con la legitimidad política de una mayoría opositora? El Frente Amplio, con sus aciertos y errores, con sus fortalezas y debilidades, representa la reunión más amplia de las fuerzas del pueblo. La irrupción política del gobierno del Frente Amplio fue y es la irrupción política del pueblo en los temas de la llamada cosa pública. Prueba de esto que la palabra inclusión, -para nosotros mejor es: democratización- se instaló en el lenguaje de todos los políticos. Hasta los políticos de los partidos tradicionales -que hoy aunque más no sea por disfraz- asumen que de triunfar van a dejar en pie muchas de estas políticas. Para nosotros, la mayor conquista del gobierno del Frente Amplio es haber abierto un camino de democratización en la vida del país. Y ese camino hay que desarrollarlo y profundizarlo. No va a ser lo mismo para las fuerzas de la clase obrera, del movimiento estudiantil, del movimiento cooperativo, de los jubilados, contar con el Frente Amplio en el gobierno a tener que vérselas nuevamente con la oligarquía. No va a ser lo mismo, tanto en la defensa frente a la segunda oleada neoliberal que impulsa el imperialismo en el mundo, como frente a la movilización por el desarrollo y la profundización del cambio político y social, en favor del pueblo explotado. Las limitaciones objetivas y subjetivas de las fuerzas populares, las dificultades de la marcha, el oportunismo, no nos pueden impedir ver lo principal.
Hay que salir a luchar en esta campaña electoral, no por tal o cual candidato a diputado o al senado, o futuro ministro de tal o cual sector, sino, por los destinos colectivos del pueblo todo. Pensemos en los próximos consejos de salarios, en las próximas leyes presupuestales, en los contenidos de la reforma del Estado, en la necesidad del desarrollo del aparato productivo nacional y su fortalecimiento. Tras el avance de una distribución más justa de la riqueza, elevando la capacidad adquisitiva de salarios y jubilaciones. En una reforma constitucional que adecúe la realidad jurídica del país a la marcha de los cambios. En el avance de los temas de la verdad y la justicia. Por el avance de una justa integración continental y mundial junto a los pueblos oprimidos del mundo. ¿Cuáles serán las futuras correlaciones de fuerzas para la concreción de tal o cual iniciativa? Vamos no solo por la defensa del proceso de gobierno sino también en defensa de las mayorías parlamentarias.
Mejor que una política de miedo… Es una política de cambio”.