El análisis profundo. Lo que muchos quieren decir y no se animan. Lo polémico, no siempre compartido pero que, esfuerza a pensar.
En esta ocasión, el ex diputado, más con una mirada politológica, hace referencia una vez más al desafío de retador del candidato presidencial del Partido Nacional, Luis Lacalle Pou, por quien dice, comienzan a inclinarse la balanza. Lo compartimos en su totalidad.
“Los analistas no se animan a decir de manera abierta lo que ya tendrían que afirmar sin temor: en la opción Lacalle Pou versus Tabaré Vazquez hoy el favorito empieza a pendular hacia Lacalle Pou aunque la ciudadanía aún no lo advierta. Me explico porque entiendo que es polémico mi punto de vista. (También lo era cuando advertí 16 meses antes de la elección interna que Lacalle Pou iba a tener el resultado que tuvo cuando tenía solo el 3% del piso electoral. Perdonen que me autocertifique.)
Ya no son narrables -en el día a día- todos los macanazos que el gobierno y sus socios fieles cometen a toda hora. No les quedó nada por afectar en términos del imaginario social que tanto los prohijó: cuentan con procesados varios, gestores políticos de nivel convocados por la razón que quieras a deambular por la justicia, poca unidad política, desgaste y rutinización obscena de sus cuadros más connotados. Lo de Asse es solo la frutillita. Solo falta que regalen alguna sorpresita más y la fiestita salió preciosa: están erosionados, venidos a menos y sin la fuerza que da morir por la batalla de las ideas. Son solo poder. Entre las camisas Ralph Lauren y los viajes se han dormido en los laureles. El gobierno termina siendo la imagen de la armada Brancaleone (la película de Vittorio Gassman y dirigida por Mario Monicelli que muestra un ejército venido a menos en una sátira exquisita.)
Lacalle Pou se para distendido en la cancha (seguramente no sea exactamente así porque el stress de la responsabilidad de una campaña electoral no es gratis pero es lo que vemos), ha sabido mostrar y sigue mostrando frescura (en este momento eso se pide a gritos) y tiene un relato que no tiene nada para ocultar. Y en este punto me quiero detener especialmente.Estos son tiempos en los que la transparencia real (no la que declaman todos de manera frívola) es clave de mucha cosa. Y son tiempos en los que lo que se habla por detrás, en corrillos, es tan vital como lo que se procesa de forma pública. En realidad siempre ha sido tan importante el rumor como la realidad. El rumor de lo que construye la voz de la calle es central y este es un punto que los candidatos creen que conocen pero que en realidad desconocen de manera impactante. Es que los asesores en general no advierten este vector y los microclimas son asfixiantes. Así pasa que un día el rey se despierta y está desnudo y no entiende lo que sucedió. (La ciencia política empieza a entender que este asunto es definitorio y los franceses, para variar, son los mejores estudiando este punto.)
En general los candidatos no lo saben pero esa variable tiene un poder letal en la cabeza del futuro votante. Ya hay estudios que muestran que la construcción de lo que la gente “cree que percibe”de lo que “cree que advierte en las redes sociales” o lo que “le comentan terceros” es tan sustantivo como lo que logra tangibilizar de manera concreta. (Los que estamos en redes sociales sabemos de esto con propiedad.) Me explico: es tan importante –o más-el hecho de comer un asado con un amigo y sentir el cuento de que “fulano es chorro” o “mengano le pega a la mujer” o “sultano hace todo para que su hijo…”que leer la última encuesta de Factum o Equipos. Estos “cuentos” o «relatos» componen el verdadero relato que todos se hacen de los protocandidatos y son los que en definitiva cierran el círculo de la idea que se tiene del personaje en cuestión. Muchas veces no son veraces, muchas otras son malintencionados y en muchas oportunidades son ciertos. El ciudadano espectador alimenta su mente con esas pinceladas y luego –igual que un juez penal- va nutriendo su percepción con otros relatos y con las evidencias de la vida misma. Así se compone la idea que se tiene del tercero con elementos de “convicción” subjetivos que nos van llegando de diversa manera.
Uruguay (dijera mi amado Julio Herrera y Reissig) es una aldea donde se miran los parientes de los candidatos, donde viven, los amigos que tiene, lo que cuentan o dicen que cuentan de su amigo “el candidato”, se habla del peculio de los individuos, de si tiene amante o no (todos dicen que no es importante pero todos hablan al respecto, sociedad algo cínica no lo neguemos) y como es una sociedad tirando a “chusma”todo se termina sabiendo de alguna forma. (El episodio de Michelini y su asistencia en el Hospital Británico habló de por si de mucha cosa. Es igual que cuando los gobernantes salen en la televisión defendiendo la educación pública pero a los hijos los mandan a un colegio privado. Son evidencias brutales que rematan conceptos. ¿Se entiende?)
Lacalle Pou construyó un paradigma en el que se siente cómodo. Y acá hay una clave en todo este asunto. El candidato si no calza el traje con felicidad y emoción, con disfrute y con ganas, si solo tiene que hacer lo que lo obligan las circunstancias genera una ruptura de su armonía interna que se traslada a su estética externa. Ver a Tabaré en un ómnibus, días pasados,era algo hilarante. La escena tenía todo para ser decodificada de manera absurda. Tabaré no viaja en ómnibus desde hace mil años, hasta como estaba sentado era casi un chiste. Tabaré maneja el poder de manera sutil, es en los actos políticos donde se suelta y juega cómodo pero en el mano a mano es un expresidente virreinal que no gusta de deambular por la ciudad de manera natural, no está cómodo en ese juego. No es Jorge Batlle en el hipódromo o Pepe comiendo en el Manchester. Someter a los candidatos a lo que no les saldrá bien es tonto. Solo el genio de Vernazza se animó a ponerle el saco a Pepe en la elección anterior, pero sabía que Pepe lo tendría que usar. Y así fue. Las jugadas riesgosas requieren de mucho pensamiento. No se improvisa en estos asuntos.
Lacalle Pou haciendo política está como pato en la laguna, verlo declarar en el auto en una filmación casera con la canción de Larbanois Carrero –en atención a las recriminaciones de Sendic- era casi como ver a un Beatle en su gira por Liverpool. Está feliz y eso contagia. La gente admira a las personas que pueden vivir su felicidad porque, de manera inconsciente, también todos quieren algo de esa felicidad que el candidato parece poder vivir en medio de las adversidades de un tiempo competitivo.
Lacalle Pou es el epítome de un político convencido haciendo lo que siente que es una gran causa, y convencido que es esa causa –y ninguna otra- es la que lo motiva a montar toda la revuelta que está haciendo. Va a acertar en el camino y se va a equivocar, pero tiene una ventaja: está dispuesto a rectificar rumbos, a flexibilizar rutas y a ser creativo porque –repito por tercera vez- está convencido de manera férrea de su recorrido sin motivaciones de otra índole. En eso parece llevarle una ventaja al resto del cuadro. La convicción mental se comunica de manera no racional y todos hoy advierten que el joven retador viene por todo”.
Fuente Imagen: www.teledoce.com
tomaras de la misma merca que la calle pou….arriba el frenteeee