Compartimos la columna del domingo 8 de junio del candidato único del Partido Colorado, Pedro Bordaberry, titulada “El último partido”.
“El argentino Alejandro Dolina es muy conocido en este lado del Plata por su programa de radio “La Venganza Será Terrible“.
Además de conductor de radio es músico y escritor.
En esta última faceta escribió cuentos vinculados con el fútbol que mezclan el deporte más popular en el Río de la Plata con “infinidad de episodios novelescos“ según sus propias palabras.
Así, crea personajes que uno se pregunta si existieron o no, aunque ello poco importa, como el referí De Felipe que era tan justo que arbitraba favoreciendo a los buenos y castigando a los canallas, sin importar si unos u otros eran los que cometían las faltas.
Siempre cobraba a favor de los buenos.
En otro relata ese momento tan especial que se da cuando en la ceremonia de la “pisadita“ dos de los que se proponen jugar un picadito de fútbol eligen a sus compañeros. Ahí Manuel Mandeb, uno de los que casi siempre elegía, no optaba por los mejores sino por los que eran sus amigos. Comprendía que “uno juega mejor con sus amigos“ que lo entienden y hasta lo perdonan.
El relato que más me gusta es “El Último Partido de Rosendo Bottaro“.
Bottaro había sido jugador profesional de fútbol y, ya veterano y retirado, los muchachos de la zona donde vivía lo convencieron que jugara en el cuadro del barrio que disputaría un torneo nocturno.
“Con Usted en el cuadro no podemos perder“ le dijeron y él no se negó.
Bottaro, según Dolina, no era un pibe pero confiaba en su toque, en su gambeta corta, en su tiro certero.
Al entrar a la cancha, en la tribuna, algunos comentaron con admiración: “ese es Bottaro, el que jugó en Lanús y en Ferro“. Él respondió haciendo jueguito o malabarismos con la pelota antes del comienzo del partido.
Lo que vino después fue durísimo.
Ya en la cancha y con el partido empezado, se dio cuenta que no era el mismo que antes.
Llegó tarde a la primer jugada. Fue a buscar la pelota atrás y no tuvo suerte. Intentó adelante y la pelota le pasaba siempre por arriba. Dejó pasar una pelota entre sus piernas pero no comprendieron su intención.
Apeló a su capacidad de organizar y se puso a gritar pidiendo calma o preanunciando jugadas pero no tuvo suerte o sus compañeros no lo entendieron.
Algunos comentarios burlones de la tribuna lo afectaron.
Fue desapareciendo.
Al final del partido lo buscaron para que devolviera la camiseta (nada peor para un crack que le pidan que devuelva la camiseta).
No lo encontraron.
Unos niños que vendían caramelos dicen que lo vieron pasar por el camino de carbonilla rumbo a la estación.
Llevaba una camiseta en la mano e iba llorando.
Recordé este cuento cuando esta semana se dijo que la próxima elección nacional sería entre la experiencia y la Sub 20.
Ese comentario repite errores como el de afirmar que el Sr. Bonomi seguirá siendo Ministro los próximos cinco años, que hay que legalizar la cocaína además de la marihuana, que se puede desconocer lo que el Pueblo decide con su voto porque el Pueblo a veces se equivoca, o el ponerse a realizar promesas populistas la misma noche de la elección interna.
La imagen del Domingo pasado, vestido de negro, y apurándose a prometer rebajas de impuestos y otras cosas (luego de haber justamente aumentado los impuestos durante su gobierno) me recordaron esas escenas del cuento de Rosendo Bottaro.
Ese momento en que llegaba tarde a la pelota, bajaba y no la recibía y trataba adelante pero la pelota pasaba alto.
Lo de la Sub 20 o la experiencia se asemeja al grito de Bottaro que preanuncia jugadas sin suerte.
Por respeto a quien jugó en primera división no contestamos esos comentarios desafortunados.
Ni los contestaremos.
Tan sólo nos sentaremos a verlo pasar por el camino de carbonilla. Ese que lleva a la estación.
Mientras tanto nos esforzaremos por construir un Uruguay mejor”.