Compartimos la columna del Vicepresidente de la República y líder del Frente Líber Seregni, Danilo Astori titulada “¿Para qué sirve la economía?”.
“Es una pregunta que no debería formularme. Desde hace muchos años, mi vida tiene directa relación con la economía. En un gesto que agradecí por su generosidad, Tabaré Vázquez declaró en estos días su deseo de que ocupe nuevamente el Ministerio de Economía y Finanzas. Es la tercera vez que sucede. La primera fue en el año 1999 y luego se reiteró en 2004. La diferencia respecto a aquellas circunstancias es que ahora tenemos nueve años de experiencia en el gobierno.
Llegué a la política desde la economía y la vida universitaria, así que la pregunta del título surge por esa compleja relación, tan llena de tensiones y contradicciones. No los voy a cansar con cifras. Ustedes las conocen, o mejor aún, las viven. Voy insistir en un concepto que ha sido básico en mi experiencia: si lo que explicamos los economistas es demasiado confuso y no se entiende, algo estamos haciendo muy mal, o peor aún, estamos engañando a la gente con argumentos técnicos. La economía, como la política, se tiene que basar en la verdad y en la transparencia. Aún en el caso de cometer errores.
Uruguay tiene por delante posibilidades históricas de dar un salto general en su desarrollo, en la sostenibilidad de su crecimiento, en la calidad de vida de sus habitantes. Esta afirmación se basa, no sólo en la experiencia que pudimos acumular durante nueve años en el gobierno, sino también en un análisis político. Son perspectivas inseparables. Salimos de una crisis muy profunda y hemos construido cimientos sólidos para dar este salto. Es apasionante pensar en todo lo que se puede y se debe hacer en esta nueva etapa aplicando una política económica y social que nos permita avanzar, mejorar, profundizar los cambios. Hoy, luego de nuestros dos gobiernos, cuando hablamos de cambios ya no son promesas, son realidades concretas.
En el 2020, nuestro producto bruto interno, medido a valores actuales, podrá superar cómodamente los 60 mil millones de dólares. Esto quiere decir crecimiento en todos los sectores, y en particular la agroindustria, el complejo forestal, la minería, los servicios, tanto los tradicionales – como el turismo y la logística – cuanto los globales, que han exhibido un gran dinamismo. Me refiero a la tecnología de la información, los servicios financieros, los corporativos de investigación, los compartidos y – en general – todos aquellos que son el resultado de procesos de fragmentación de esta producción a escala global.
No se trata de un crecimiento vegetativo. Hay que aplicar políticas que sostengan y refuercen esta evolución. El que tenemos es ya otro Uruguay productivo.
Para alcanzar estos niveles de desarrollo debemos actuar en todos los frentes. En la política económica concebida en su conjunto, en las políticas sectoriales, en nuevos impulsos a las inversiones, en el desarrollo infraestructural, en la innovación tecnológica y – en particular – en la calidad de la educación pública y los avances sociales. No es posible mantener altos niveles de crecimiento sostenible sin mejorar permanentemente los salarios, las jubilaciones, los ingresos familiares y – consecuentemente – el consumo interno y la capacidad de ahorro. La pobreza y la indigencia no son solo injustas. Son un freno para el país. Eso es lo que la derecha nunca entendió, ni entenderá.
Tenemos por delante una combinación extraordinaria de posibilidades que hemos generado los uruguayos, de manera de seguir avanzando en la gran transformación que está viviendo la estructura productiva del país y mejorar las cadenas de valor en todos los sectores, con abundancia y diversidad de fuentes energéticas, así como con una infraestructura vial, ferroviaria, portuaria, y de telecomunicaciones adecuada a este nuevo tiempo. La base fundamental de este proceso es la confianza que hemos acumulado en nosotros mismos, la imagen del país en el mundo, su situación material y también sus capacidades.
Sin embargo, no alcanza con todo lo anterior. Para ser más libre, más justa, más humana, una sociedad tiene que dedicarle especial atención a los valores. No son factores difusos, alejados de los materiales.
Son la base de una sociedad. Es nuestra sensibilidad, nuestro sentido de solidaridad y de fraternidad, son las formas de convivencia y de combate frontal a todas las formas de violencia y de discriminación, es la responsabilidad ante el trabajo y nuestras obligaciones cívicas, es la constante construcción de la justicia social, de una mejor distribución de las riquezas y de las oportunidades. En esta dirección, tenemos mucho camino por recorrer. Y sabemos que es lo que se plebiscita en dos momentos fundamentales de nuestra vida política, en los que participaremos el 1 de junio y el 26 de octubre de este año. Sin su voto, sin su apoyo, nada de esto será posible”.
Danilo Astori.
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