Compartimos hoy una nueva entrega de Cecilia Durán Mena. En este caso, la sensibilidad y el compromiso ético ante una tragedia universal: “Boko Haram”.
“Hasta hace poco, los vocablos Boko Haram carecían de significado. Hasta hace poco la combinación de fonemas nos podrían haber parecido armónicas, incluso poéticas ya que la conjunción de estas palabras tienen una melodía y un tono agradable al oído. Sin embargo, de unos días a la fecha, la entonación de estos vocablos no evocan poesía, ni ritmo, ni sonidos placenteros, nos traen a la mente imágenes de dolor, de angustia, de desconsuelo.
Boko Haram es el nombre de una organización fundamentalista islámica activa en Nigeria, principalmente en los estados del norte de esta nación africana. Uno de los objetivos que ellos enarbolan es el establecimmiento de la Shiri´a como código de justicia. La Shiri´a es la senda del Islám. Es un código de conducta, sumamente detallado que incluye criteros de moral, normas relativas al rito, reglas de vida, en fin, lo que está y no está permitido. La Shiri´a es un catálogo de lo que es bueno y de aquello que es malo. Es la ley musulmana. En la mayoría de las entidades del norte de Nigeria la Shiri´a se aplica de manera informal y es aceptada por la población musulmana que habita esa región geográfica, aunque este código es rechazado por los habitantes de la región del sur del país de mayoría cristiana.
Boko Haram acepta abiertamente el uso de medios violentos y coercitivos contra la población civil para la consecución de sus objetivos políticos religiosos. Para muestra, un botón: el 14 de abril casi trescientas niñas fueron secuestradas de la escuela en la población de Jibik como parte de una campaña política en contra de la educación occidental, que ellos consideran como un pecado, que se da en los estados nigerianos de Borno, Yobe, y Adamawa.
El grupo fue fundado en 2002 y desde entonces se ha declarado rebelde a las fuerzas policiales de Nigeria.En 2011, el estado nigeriano decretó una situación general de emergencia por los ataques terroristas perpetrados y reivindicados por Boko Haram, se decretó toque de queda general. En 2013 el grupo protagonizó varios ataques a centros educativos que dejaron numerosas víctimas mortales. Y, ahora el secuestro de tantas niñas.
La última declaración de Boko Haram fue que ya habían convertido a las niñas al Islam y que estaban dispuestos a intercambiarlas por presos de su organización. Niñas como moneda de cambio, Madres que desde el 14 de Abril no encuentran la calma. Infancias que de un momento a otro se convirtieron en un infierno. La fe como estigma. Una vez más, una línea delgada separa la tragedia de la cotidianidad.
Boko Haram ya no tiene la melodía de los fonemas que integran estos vocablos. Tiene el sabor pastoso de las lágrimas de las madres que cometieron el pecado de llevar a sus hijas a la escuela; tiene el vacío del hueco de los brazos de estas mujeres que siguen esperando el regreso de sus hijas a casa; tiene la cara de confusión de Goodluck Jonathan, presidente de Nigeria, que declara que ya está resolviendo el conflicto y no se entera de que la organización sigue ondeando la bandera de terror.
Siempre he creído que para descorrer el velo del miedo hay que investigar, es preciso conocer las dimensiones de lo temido, es necesario tratar de entender. Hay poca información de Boko Haram y con los pocos datos que existen y que están al alcance, resulta imposible comprender, pero, el dolor de una madre, ese sí se entiende. Todos podemos entender la desesperación de aquellas que miran al horizonte esperando ver la silueta de sus hijas, de las que vuelven sus ojos al cielo y esperan un milagro. Por desgracia, también podemos entender cuando un político se hace el disimulado y declara triunfalismos anticipados, cuando en realidad está desbordado”.
Fuente Imagen: www.telesurtv.net