El dirigente juvenil Rodrigo Camejo (Espacio 40) compartió su columna “Que no se apaguen las bombitas amarillas”.
Esta es una de las frases más conocidas de la canción Colombina que escribiera el cantautor uruguayo Jaime Roos. Esta habla de un murguista que al terminar su actuación “ve la sonrisa que le enviaba una princesa” ante la duda él “le envía una reverencia” y antes de irse “un beso se posaba” en la ventana de la bañadera.
Este hombre no podía olvidarse de la muchacha y mientras seguía repitiendo los cupleses, ella se le volvía a la mente. Al terminar las actuaciones “tiró el disfraz en el respaldo del asiento, borró los restos de pintura con su mano y volando un tacho lo llevaba contra el viento”. Al llegar al tablado se la encuentra a ella, la saluda a lo que ella “lo cortó, con su mirada indiferente… y lo dejó como si nada”.
En estos comportamientos tan naturales, como humanos, podemos analizar básicamente cualquier actividad humana. Particularmente me hace acordar mucho a la relación que ha existido entre los últimos gobiernos y la bonanza económica.
En estos dos últimos períodos nuestros gobernantes se han olvidado de seguir “trabajando” la relación tan delicada de nuestro país con la bonanza económica. Históricamente la economía nacional ha tenido una especie de “amor-odio” con lo que son los buenos tiempos, por momentos al país le va bárbaro y casi que cíclicamente cae.
Pero esta última prosperidad económica ha tenido la particularidad internacional de ser la que más nos ha levantado en toda la historia del país. Digo internacional, porque no ha sido por mérito propio sino por la coyuntura internacional nos ha impulsado a que la materia prima que se produce en Uruguay este siendo bien pagada en el mundo.
Como decíamos en un principio esta relación tan delicada que existe entre nuestra economía y los “tiempos de vacas gordas” es necesario cuidarla, es necesario entender los factores que nos hacen pasar por un buen momento e impulsarnos.
El murguista de la canción, no había entendido inicialmente que lo importante no era él, sino el traje, las bombitas amarillas, el eco de los bombos, la retirada. Es una reacción muy humana el hecho de pensar que los que producimos el éxito somos nosotros aislándonos del contexto en el cual tenemos éxito o fuimos exitosos. Lamentablemente el equipo productivo, económico, tributario del gobierno, han cometido ese pecado, se han creído que la bonanza la produjeron ellos y se olvidaron que en realidad las bombitas amarillas, los trajes, las caras pintadas, las puso el contexto internacional.
El gran Martín Echegoyen dijo en 1959 al asumir la Presidencia del Consejo de Gobierno: “En la sociedad obran fuerzas no perceptibles, pero de gravitación tan ineluctable como la de las leyes naturales.” Una de esas leyes no me cabe la menor duda son dos conceptos que van de la mano, en el final de toda bonanza, modelo exitoso, hasta del apoyo popular que son la soberbia y la inoperancia. Lamentablemente para el país estos gobiernos han tenido estos conceptos como caballitos de batalla y lo marcan también en materia económica.
No nos creamos más que el traje, no nos piénsenos más lindos que la retirada, no nos mareemos con los aplausos.
Debemos entender la importancia de mantener las bombitas amarillas prendidas, debemos cantar una retirada eterna que no se termine nunca, debemos priorizar que los aplausos sigan sonando, para seguir fortificando la relación entre el bienestar nacional y cada uno de nosotros.
Rodrigo Camejo.
Espacio 40.