Compartimos una vez más el relato de Luis Alzamendi, con el título “Una causa bajo control”.
“Su nombre era Yésica y como muchas jovencitas que piensan en su príncipe azul, ella creía que lo había encontrado. Después de conocerse, consideraron que era momento de pasar a la etapa del noviazgo. Todo iba color de rosa hasta el momento, así que nada impedía que esa relación terminara en matrimonio, por lo tanto se casaron y dejaron Uruguay su país natal, para vivir en Argentina.
Ya establecidos allí con un trabajo prometedor, decidieron agrandar la familia; llegó el primer hijo y la casa irradiaba alegría, él era el centro de ella. Más adelante llegó el segundo, luego el tercero y por último el cuarto. A pesar de todo, los hijos no lograron ser quienes mantuvieran la armonía familiar. El padre había tomado la decisión de abandonar el hogar, dejando a Jésica sola con sus cuatros hijos, lejos de sus familiares, y lejos de su país.
Viendo ella que su mundo se desmoronaba, decidió volver a Uruguay, pero su esposo había tomado ciertas medidas, las cuales impedían que Yésica pudiera salir con sus hijos de Argentina. Todo se le estaba poniendo difícil a ella. Comenzó a buscar la solución judicialmente pero eso estaba llevando mucho tiempo.
Su papá había decidido trasladarse de Uruguay a Argentina para tratar de traerla, pero no fue posible. Ya casi cuatro años estaban pasando y no había ninguna novedad, ni tampoco se sabía nada de su esposo. Suponiendo todos que él seguía viviendo en Argentina, les fue casi imposible creer en una noticia leída en un diario de Uruguay; alguien con su mismo nombre y características, se había ahogado en el mar. Haciéndole conocer a Jésica la noticia, una luz se vislumbraba en todo esto; después de doce años de estar lejos de su país, volvería a vivir en él. En un momento como éste alguien,
levantando los ojos al cielo podría decir:
‘Tu eres escudo alrededor de mi; mi gloria, y el que levanta mi cabeza’”.