La diputada Verónica Alonso (PN) desde Caracas nos deja su impresión de lo que observó respecto al proceso de las elecciones antes que se abriesen las urnas que determinaron por escaso margen el triunfo de Nicolás Maduro sobre Henrique Capriles”.
A esta altura de los acontecimientos, los blancos y negros absolutos, así como los amores y odios que despiertan las próximas instancias electorales venezolanas son parte indiscutible de este proceso histórico en la tierra de Bolívar.
Lo que sí nos ha quedado tremendamente claro en estos últimos días de campaña, es que la realidad política venezolana es bastante más compleja de lo que pueda observarse a simple vista.
En primer lugar la figura de Chávez sigue siendo el primer componente de este análisis. Las movilizaciones, los últimos actos de campaña del oficialismo, la emotividad, el fanatismo y la euforia presentes, dejan a la vista de cualquier observador lo que Chávez sigue representando para gran parte del pueblo venezolano. En mi calidad de observadora electoral internacional, he sido testigo de una concentración popular realmente sorprendente donde lo que se veneraba y alentaba era la figura de su Comandante Chávez, mientras Nicolás Maduro era quien ocupaba el lugar desde el escenario. Este es el primer dato que nos han transmitido propios y ajenos: Maduro no es Chávez.
Por otra parte, hemos observado con preocupación la enorme y tajante polarización de la sociedad venezolana. Es ellos contra nosotros o unos contra otros. Da igual. Lo peor de ello es que la división y la confrontación es generada desde el discurso político, auspiciada y fomentada por sus propios líderes. Y se transmite desde el primero hasta el último de sus militantes. Y esto se respira en las calles.
Tan fuerte es ésta polarización y tan fuerte es la presión del gobierno con su hegemonía, que hemos visto el miedo de muchos ciudadanos de a pie, que ocultan o disimulan su verdadera preferencia electoral. Le temen al Gobierno y a sus posibles represalias.
Sin embargo la participación de los venezolanos en las elecciones es muy amplia, llegando a ser del entorno del 80%, tomando en cuenta que en este país a diferencia del nuestro, el sufragio no es obligatorio.
En este sentido creemos importante destacar al organismo elector de este país, el Consejo Nacional Electoral que representa uno de los poderes del Estado y tiene el cometido de llevar adelante los comicios electorales. El alto grado de politización en todos los ámbitos hace que cuatro de los cinco rectores, lo que sería la equiparación con nuestros Ministros de la Corte Electoral, sean afines al modelo chavista, quedando solo uno representando a la oposición.
Esto a priori no sería del todo malo si se actuara con la suficiente imparcialidad, respetando la institucionalidad y defendiendo el proceso electoral que cuenta con mecanismos de modernidad tecnológica de avanzada y digno de ser tomado como referencia. Sin embargo esta intromisión del gobierno a favor de un partido político, el oficialista, es tan evidente, que supera aún la transparencia, el equilibrio y la eficiencia que puedan brindar las herramientas del sistema electoral mismo.
Y esta práctica que se da en uno de los poderes del Estado, se repite en cada una de las instituciones y órganos del Gobierno. En todas ellas se da una excesiva intromisión estatal en favor del candidato oficialista y ello determina que haya un esquema altamente desigual y desbalanceado.
A diferencia de nuestro país, en Venezuela aparentemente existen escasos controles para evitar que quien gobierna pueda utilizar los recursos públicos y poner la maquinaria del Estado a su favor. Esto hace que la contienda electoral tenga reglas de juego completamente injustas y desparejas.
Y así lo hemos visto, desde el Ministro de Defensa pronunciarse a favor de la revolución bolivariana, promoviendo el voto al candidato del oficialismo mientras se encuentra en ejercicio de su responsabilidad al frente de las fuerzas armadas. Tan esfumada está esa línea que hemos advertido de un gobierno al servicio de un partido, que los principales dirigentes del Comando de Campaña chavista, lo invisten el Embajador en ejercicio de Venezuela en Brasil, junto al Viceministro, quienes deberían representar a todo el pueblo venezolano mientras ostenten esa responsabilidad.
El próximo domingo es una jornada histórica para América Latina. No sólo para el pueblo venezolano y se decide más que un presidente.
Si yo fuera venezolana, iría a votar, ejerciendo el derecho cívico que garantiza la verdadera democracia, la real, la que el pueblo venezolano se merece, la que además de derechos, les otorga la dignidad que han perdido.
En nuestro lugar como observadores electorales internacionales, podemos tomar dos caminos. Simplemente observar y decir que todo se ve bien. O tomar el camino más arriesgado. Observar y decir la verdad. Elijo el segundo”.