Compartimos la columna del diputado Fitzgerald Cantero (Partido Colorado) titulada “¿De qué descentralización habla Xavier?”.
“Hace unos días, la presidente del Frente Amplio (FA), Mónica Xavier, dijo que los dirigentes de su partido tendrán que salir a recorrer el país, reivindicando la descentralización que ellos crearon.
Sería bueno conocer, para comenzar el análisis, ¿a qué descentralización refiere la senadora?
Al parecer, por lo que recoge la prensa, mencionó el invento de los municipios. Y uso el término invento, puesto que es la mejor calificación que le corresponde. Veamos, la primera ley que pretendió instalarlos, fue de setiembre de 2009. La intención que tuvieron era que se pusieran en práctica en mayo de 2010, o sea, ocho meses después. Una reforma de ese tipo, en ocho meses, era una aventura bastante arriesgada. La realidad mostró que la ley de setiembre no era suficiente y hubo que hacerle varias modificaciones. Por ello, se arribó a mayo con 4 o 5 normas relativas al tema. Se llegó al absurdo de pretender legislar sobre ciertas condiciones, por ejemplo incompatibilidad de funciones públicas de los alcaldes, luego de que estos fueran electos. Invento, sí, sin dudas y experimento.
La razón para hacer esa reforma a las apuradas, era para que el gobierno de Tabaré Vázquez pudiera listar como hecha la descentralización. Es decir, un capricho.
Hoy, a tres años de la puesta en práctica del invento, tenemos la experiencia suficiente para confirmar que, aquellos inconveniente que habíamos alertado se dieron.
En Montevideo
Me voy a detener en la experiencia capitalina que es la que más conozco y que fue el tubo de ensayo del FA.
Esta nueva modalidad de municipios, tomó a la descentralización montevideana en una profunda crisis. Antes de 2010, en Montevideo habían 18 centros comunales zonales (CCZ) divididos territorialmente conforme a la orgánica del FA; 18 concejos vecinales, bajo el mentiroso mote de “sociales” y 18 juntas locales nombradas por el intendente, respetando (a veces no exactamente) la representación política de los partidos en la Junta Departamental. Para 2009, el modelo estaba sumamente agotado. Fueron 19 años de promesas, de que el vecino iba a solucionar sus demandas en el barrio, de que sus reclamos serían atendidos en un lapso de cinco horas y bastaba para ello, una simple llamada de teléfono, de que ya no sería necesario trasladarse al Palacio Municipal. Todos sueños que cuando los vecinos se enfrentaban a los problemas más elementales, estos se volvían en pesadillas.
Ni siquiera se desconcentraron servicios básicos. Los dirigentes frentistas, con Vázquez a la cabeza, señalaban que en el gobierno colorado, los contribuyentes tenían que pagar sus facturas en el edificio de 18 de Julio y Ejido y que eso debía cambiar. Y prometieron que ellos lo cambiarían. Quien lo cambió fue el sector privado con la red de cobranzas. Ni una factura se puede pagar en el CCZ.
Pero lo peor del caso es cómo solucionaban sus problemas los vecinos. En primera instancia, concurrían al CCZ, sin respuestas. Podían pedirle a algún concejal que intercediera. Éstos no tenían (ni tienen) el poder de gestionar directamente. Podían apelar a la Junta Local, sin respuesta. Por lo tanto debían terminar recurriendo a las oficinas centrales de la IMM, desprestigiadas por el FA.
Con la nueva organización municipal, esto se agravó. Cuando el vecino recurre al CCZ lo mandan al Municipio y de allí lo mandan de nuevo al CCZ o al Palacio Municipal. Es tomarle el pelo a la gente.
¿Transferencia de poder?
El concepto de descentralización, lleva implícita la transferencia de poder a los ciudadanos. Acercar los servicios -lo cual es muy positivo- no transfiere poder. Se dijo como forma de fundar el sistema, que los vecinos participarían de las decisiones, tomando parte de ellas. Otra de las ilusiones ópticas que se inventaron. Crearon el presupuesto participativo, invitaron a la gente a generar sus propuestas, a difundirla, a hacer campaña para conseguir los apoyos, a votar… y hoy tenemos, en algunos barrios montevideanos, propuestas ganadoras de hace cinco años (2008) esperando ser realizadas.
Muchas de las que sí fueron realizadas, eran cometidos básicos de la IMM, como arreglar una plaza, poner un semáforo o construir un acceso peatonal, por mencionar sólo tres.
Es natural que hoy convoquen a las asambleas preparatorias de los Cabildos y sólo concurran un puñado de vecinos, que se cuentan con los dedos de una mano.
Todo en función de la política interna
El FA manejó la descentralización en función de su interna partidaria. Como ya mencioné, la división de las 18 zonas montevideanas responde a las 18 coordinadoras frenteamplistas. Cada Junta Local tuvo un Secretario que era el comisario político del intendente. Es decir 18 cargos políticos, elegidos a dedo por estricta cuota, según el peso electoral de los sectores de la coalición gobernante. Los concejales vecinales, discuten primero en el comité de base lo que van a resolver en el concejo.
Cuando se debatió en la Junta Departamental la nueva descentralización, quedó de manifiesto, el mar de fondo político interno. Su cara más visible fue cómo establecer los límites a los nuevos municipios. La propuesta del intendente Ricardo Ehrlich, fue la de seis municipios. Cuando consultábamos por qué ese límite, por qué seis, por qué deberían ser delimitados de esa forma, las respuestas eran muy graciosas, es más, estaban en la exposición de motivos del proyecto: porque habían costumbres, culturales, identidades que compartían determinados barrios, que los vinculaban para estar bajo un mismo municipio. Muy gracioso, porque otros sectores del FA querían que fueran siete municipios, hasta que terminaron transando en ocho. O sea que las costumbres, las culturas e identidades se adaptaban conforme a las discusiones internas del partido de gobierno.
Flacos argumentos, hoy tenemos municipios divididos por una calle, así que, el vecino de enfrente se diferencia mucho a nosotros, porque él pertenece a otro municipio y no al nuestro. ¡Absurdo!
Lo cierto es que transaron en ocho municipios y como no podría ser de otra manera, se dividieron, por estricta cuota política interna, los candidatos a alcaldes. Éstos en Montevideo ganan igual que un director de departamento de la IMM, unos 80.000 pesos mensuales. Y es tan buena la descentralización, que la gente no solamente ya no decide nada, sino que ni siquiera sabe para qué están los municipios, los alcaldes, ni qué es lo que hacen.
Si siguen la sugerencia de su presidente Xavier, pocas cosas buenas tendrán para decir los dirigentes del FA de la descentralización que inventaron. A menos que, como desde 1990, sigan intentando vender espejitos de colores. El cambio es que ahora, la gente ya compró y no quiere volver a dejarse estafar”.