La empresa Aratirí anunció el envío de casi toda su plantilla laboral al seguro de paro a la espera de la decisión oficial sobre su proyecto minero y reitera su estrategia de falsear los hechos con el fin de engañar a la opinión pública y presionar a las autoridades para que aprueben en plazos perentorios la explotación del hierro en Valentines sin evaluar seriamente su pertinencia o no.
– Aratirí dice que en noviembre de 2011 entregó «todos los informes requeridos para poner en marcha su proyecto».
Es falso porque en la evaluación que viene realizando la Dirección Nacional de Medio Ambiente (DINAMA) se han requerido informaciones adicionales cuyas respuestas fueron entregadas por Aratirí varios meses después de esa fecha. Hasta julio de 2012, por lo menos.
– Aratirí dice que, gracias a «la fuerte inversión realizada (…) se pudo comprobar la existencia de 2.500 millones de toneladas de recursos».
Es falso porque esa comprobación no ha sido hecha por el estado uruguayo ni por una autoridad independiente, ya que la empresa no muestra sus resultados alegando la confidencialidad de la información. Por otra parte, en la propuesta entregada a la DINAMA, la propia minera dice que el yacimiento es de 764 millones de toneladas y que le llevaría 12 años extraer el hierro del mismo. O sea que Aratirí se desmiente a sí misma.
– Aratirí llega al absurdo de presentar el estudio de un economista que afirma que la explotación minera «podrá producir mejoras en los ecosistemas». ¿Cuál es el valor asignado a las 15.000 hectáreas de suelo fértil que, como mínimo, serán irremediablemente afectadas por las minas y que la Naturaleza necesitó decenas de miles de años para generar?
A esta altura, el falseamiento y ocultamiento de la información es una práctica habitual de Aratirí que violenta los más elementales deberes de seriedad, responsabilidad y transparencia ante la sociedad para presentar un proyecto de reconocido alto impacto social y ambiental.
Por si esto fuera poco, Aratirí agrega comentarios que constituyen una presión obvia sobre las autoridades uruguayas para que aprueben rápidamente su proyecto.
Así, el comunicado de la minera dice que la reducción de personal será hasta marzo de 2013 y enfatiza que «la medida responde a la necesidad de extender el compás de espera entre la formulación del proyecto (…) y la obtención de las autorizaciones necesarias». Y más adelante agrega que, según lo planificado por la empresa, «la construcción comenzaría a más tardar en 2014 y la producción y exportación de mineral de hierro poco tiempo después».
Las presiones de Aratirí son indebidas tanto por el respeto a los tiempos de la sociedad uruguaya para decidir si lo acepta o no, como por los tiempos normales para la evaluación técnica de estos proyectos. Sobre este punto, el experto canadiense Jim Raider, de paso por Montevideo, comentó que «los países deberían tomarse entre cinco y siete años para analizar una inversión de minería de gran porte como la proyectada por la empresa Aratirí en Uruguay».
En resumidas cuentas, Aratirí e integrantes de este gobierno impulsan una política de hechos consumados para acelerar la aprobación del proyecto minero salteándose los pasos y los tiempos necesarios para tomar una decisión meditada y consensuada con la sociedad.
No es casualidad que, en medio de los festejos y licencias propias del fin del año, la Presidencia de la República haya emitido un comunicado dando por aprobado el acuerdo con Aratirí, apresuradas sesiones parlamentarias habilitan el puerto de aguas profundas requerido por la minera y, se anuncia un desglose técnicamente inapropiado del proyecto – separando distrito minero, mineroducto y puerto- con el único fin de apresurar la decisión que autorice el inicio de la extracción del hierro.
Con base en una crítica documentada, el Movimiento por un Uruguay Sustentable considera que el proyecto de Aratirí es una simple actividad extractiva, sin encadenamiento industrial en el país, para aprovechar el alto precio del hierro en el mercado internacional. Esta es la única razón por la que hoy se presta atención a un yacimiento pobre (28% de hierro, menos de la mitad de lo que se exige para venderlo a la industria del acero) mientras dure la especulación coyuntural.
Los doce años de explotación minera propuestos no son nada en la historia del Uruguay y pueden dejarnos a cambio una pesada herencia de conflictos sociales y destrucción de una vasta área del territorio nacional, junto con sus culturas productivas sustentables asociadas. Los uruguayos nos debemos una amplia discusión para decidir si queremos esto para el país.
Fuente: Movimiento por un Uruguay Sustentable.
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