Compartimos el punto de vista del senador nacionalista Francisco Gallinal sobre el proyecto de “Matrimonio igualitario”.
«En cuanto al tema del matrimonio igualitario, quiero comenzar diciendo que no conozco cuál es la posición de los legisladores que integran la bancada del Partido Nacional. Creo que ese solo hecho, de por sí, pone claramente de manifiesto la falta de discusión que hubo en el Senado para un tema de esta naturaleza y de esta importancia. El matrimonio es una institución que nació hace muchísimos siglos y que fue incorporada a nuestra Constitución de la República, ya no a nuestra legislación, desde el mismo día de su aprobación. A todo esto hay que agregar que ha sido un pilar en la construcción de nuestra sociedad y en la definición del perfil y de la idiosincrasia de los uruguayos.
Mal pueden pretender desde el gobierno que el tema se trate sobre tablas. A veces una tiene la impresión que se pretende construir una nueva escala de valores, no inspirados en nuevas filosofías sino con el único propósito de destruir la ya existente.
No voy a poner en tela de juicio la posibilidad de modificar las características de un contrato de la naturaleza del que estamos considerando, pero sí voy a poner énfasis en la imperiosa necesidad de que el proyecto de ley sea destinado a la Comisión correspondiente.
Sinceramente, no sé si lo fue; ni siquiera conozco cuál es el destino que se le pensaba dar.
Creo que por respeto a nosotros mismos, a las 31 personas que integramos el Senado, ya no solamente a las leyes y a la Constitución, nos debemos una discusión, un intercambio de opiniones y el asesoramiento de especialistas en esta materia. Aquí no se trata, lisa y llanamente, de los problemas que puede acarrear modificar la figura en cuanto a quiénes pueden celebrar un contrato de estas características, sino también de las derivaciones que desde el punto de vista legal esto puede aparejar.
Entonces, diría que en esta oportunidad debe atenderse nuestra solicitud, en primer lugar, por respeto a los integrantes del Senado y, en segundo término –en atención a la importancia del tema–, por el respeto que la mayoría circunstancial, pero legítima, que el Parlamento tiene les debe a los integrantes de la oposición.
Adelanto que estamos dispuestos a asumir el compromiso y la responsabilidad de fijar una fecha –que puede ser sobre fines de marzo–, para que, informado por la Comisión correspondiente, sea el primer punto del Orden del Día pero previo estudio y análisis, escuchando la opinión de los especialistas en Derecho de Familia y en Derecho Sucesorio.
Si me preguntan mi opinión, me parece un muy mal proyecto de ley. Pero aún así no renuncio al derecho a discutirlo, estudiarlo y luego llevar adelante la votación correspondiente.
Qué desde ya se pueden ir imaginando cual va a ser mi voto.
Mi impresión está por el lado de que la solución es un contrato nuevo, que regule específicamente las relaciones entre dos personas del mismo sexo. Que tenga, si así lo pretenden, todas las consecuencias que se le atribuyen al matrimonio, en lo que corresponda.
Pero con otro nombre.
Porque si tiene cuatro patas, cola y ladra, es perro. Pero si tiene cuatro patas, cola y relincha no es perro, es caballo».