Sociedad Uruguaya

Ponencia en “Primera Jornada de La Discapacidad y el Movimiento Sindical»

Postura de Fabiana Sosa en el Seminario Discapacidad y Trabajo. Con esta ponencia se hace presente el Departamento de Cultura del PIT-CNT.

El texto de la Ponencia es el que sigue:

“Primera Jornada de La Discapacidad y el Movimiento Sindical”.

20 de noviembre.

Ponencia del Departamento de Cultura del PIT-CNT

Que cada uno dé lo que más puede.

Que a cada uno se le dé lo que necesita de la sociedad y la sociedad de él.

Estimadas compañeras y compañeros de la Subcomisión de Discapacidad de nuestra central, gracias por invitarnos a participar. Mi nombre es Fabiana Sosa y se me ha designado a mí para dar lectura a estos conceptos aquí expresados que, en líneas generales, representan el pensamiento del Departamento de Cultura del Pit-Cnt. Esperamos hacer un aporte a las tan necesarias reflexiones sobre estos temas de los discapacitados, la capacitación y la inserción laboral.

Lo primero que queremos expresar es que estamos totalmente en contra con el término Discapacitados para designar a las personas que han sufrido accidentes laborales o hemos sufrido desenlaces patológicos de cualquier tipo o han nacido con determinada insuficiencia física o mental. ¿Alguien pone en duda las limitaciones (es decir de discapacidades) que tiene cada ser humano y que no se ven? ¿Alguien puede afirmar que puede existir acaso alguna persona que reúne el cien por ciento de las capacidades para desempeñar las tareas que está realizando? Entonces ya ponemos sobre la mesa la idea de que, en realidad, discapacitados somos todos y capacitados también. Todo depende para qué tarea se plantea cada persona. Reconozcamos, entonces, humildemente que cada uno de nosotros tiene sus limitaciones, al tiempo de que cada uno de nosotros tiene sus capacidades para cumplir determinadas labores y otras no.

Hecha esta afirmación nos inclinamos por el término general de Capacidades diferentes o de aptitudes o destrezas o talentos diferentes, siempre referidos a los trabajos que se van a desempeñar.

Ahora bien, no somos ingenuos y sabemos que existe un grupo social que, en efecto, está integrado por personas que sufrieron accidentes y hoy no pueden desempeñar el trabajo de ayer; o, como en mi caso que padecimos un accidente vascular y de un momento a otro nuestra funcionalidad corporal cambió; o que han nacido con alguna limitación física o intelectual que les imposibilita realizar una serie de labores que requieren la totalidad de las disposiciones precisamente físicas o intelectuales. Bien. Ese grupo social tiene, debe tener, los mismos derechos que cualquier persona en cuanto a lo laboral se refiere:

*un trabajo que le permita vivir dignamente en cuanto a salario, condiciones de trabajo y salud.

*Un trabajo que le permita desarrollar la mayor cantidad de aptitudes, talentos y destrezas

*Un trabajo que le permita desarrollarse socialmente, es decir que le permita gozar del tiempo libre, del estudio, de la cultura y de las relaciones humanas.

*Un trabajo que la sirva a la sociedad sin ningún atisbo de misericordia ni asistencialismo.

Ese trabajo existe. Hay que buscarlo. Por lo tanto hay una obligación del Estado de hacer las pesquisas que den cabida a atener cada caso en particular sabiendo qué preparación tiene la persona, qué predisposiciones laborales tiene, qué limitaciones presenta y cuáles son sus anhelos.

Para muchos, muchísimos trabajo yo, por ejemplo, (y disculpen que me ponga como ejemplo, cosa que no acostumbro) digo que para muchos empleos yo no debería ni siquiera nombrar las lentitudes de la mitad de mi cuerpo porque sencillamente no tiene ninguna importancia ni incide en lo más mínimo para esas tareas. ¿Por qué, entonces debo poner que tengo esta limitación? ¿Alguien nombra sus fobias o sus miedos o sus patologías psicológicas o sus limitaciones para atender público o sus limitaciones para las relaciones humanas? Muchos ni siquiera lo harían porque ni siquiera las conoce ni se las ha descubierto en sí mismos.

Los trabajadores debemos exigir la igualdad en el tratamiento de todas las personas, que no quiere decir igualdad de oportunidades, sino más bien quiere decir lo que expresamos en el título: que cada uno de nosotros dé lo que puede dar y la sociedad nos dé lo que necesitamos, al tiempo que le abra las puertas para orientarlo acerca de lo que todos necesitamos de cada persona, lo que la sociedad necesita de cada persona.

Otro tema es la capacitación. En efecto si mi infortunio me priva de poder seguir haciendo lo que mi capacidad me permitía, pues la sociedad, a través de su mayor estructura organizada, el Estado, deberá proporcionarme los reciclajes y las capacitaciones que me permitan seguir siendo útil al mundo, a mi familia y a mí misma en las condiciones que decíamos al principio de esta intervención.

Para nosotros se trata de abordar el desafío de un cambio cultural, un cambio de concepción. Así como debemos desterrar la idea de discapacidad, también tenemos que desterrar la idea de invalidez e incluso de pasividad, pensando, por ejemplo, en los más ancianos. Esas ideas debemos sustituirlas por capacidades diferentes, por la idea de que siempre somos válidos para algo y por la idea de que somos activos hasta el último momento de nuestras vidas. Y ese concepto hace a la valoración de cada persona por lo que es y por lo que hace en un universo de complementariedad. Si tú vales diez porque eres un joven esplendoroso y yo apenas valgo uno, seremos necesarios los dos para hacer once. Si tú eres un esplendoroso y vital azul y yo ya una amarilla al borde del otoño de la vida, nos vamos a necesitar los dos para hacer un verde esperanza. Ese concepto de la complementariedad es el concepto del tipo de sociedad que queremos edificar sobre la base del espíritu colectivo.

El otro concepto, el de la discapacidad, hace a una idea individualista e individualizada de algunas dificultades de algunas personas, invocando a la desvalorización y apelando a las peores ideas de la misericordia, antítesis de la solidaridad. Nuestros conceptos son de integración, de suma de los esfuerzos y de una visión que devuelve o ubica en sus justos términos la autoestima en cada persona y la valoración social de todos nosotros.

En los tiempos que corren, ningún ministerio de trabajo, ninguna iniciativa empresaria, ninguna central obrera debe desechar las posibilidades potenciales de cada uno de nosotros.

Por eso sería bueno que hubiera posibles listas de trabajos para atender nuestras situaciones así como las hay para los trabajadores de muchas ramas de trabajo. Sería bueno que pudiéramos acogernos a un seguro de paro como lo pueden hacer todos los trabajadores que han quedado desocupados. Sería bueno también que estuviéramos cubiertos por planes de recapacitación. Sería bueno que a nivel del BPS o del FONASA pudiéramos acceder a formas de cobertura asistencial y programas de atención específicos de nuestras dolencias. Sería bueno que a pesar de todos los pesares pudiéramos seguir estudiando y trabajando para aspirar, entre otras cosas, a un retiro digno. Y todo esto lo debemos complementar con un dato que yo no posea pero que cabe preguntar al final de estas palabras. ¿Cuántas personas están en esta situación en el Uruguay de hoy? Por ellas digo que toda esta propuesta no es un gasto, es una inversión en defensa de nosotros mismos y fundamentalmente en defensa de los que vendrán, que deberán gozar de un mundo mejor que el que vivimos.

No es este presente el futuro que soñamos ayer. Aún nos queda construirlo. La central y cada uno de sus sindicatos, tiene tareas para hacer y un rol a cumplir”.

 

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