Compartimos la columna del legislador de Aire Fresco, Gerardo Amarilla que lleva como título “Nuestra tercera edad”.
Muchas sociedades con culturas desarrolladas y milenarias tienen un especial respeto, consideración y hasta veneración de los ancianos.
Lamentablemente, si nosotros algún día nos hemos asemejado a esas culturas, hoy ya no lo hacemos. Nuestros mayores no reciben ni la consideración ni el respeto que se merecen, y en muchos casos, desgraciadamente, reciben la discriminación desde la sociedad y del propio Estado uruguayo.
En los llamados laborales, cada vez es más baja la edad tope de requisito, y cuanto más nos acercamos a la tercera edad, menos son las posibilidades.
Se trabaja toda una vida y se perciben derechos, como el aguinaldo, que cuando nos jubilamos y más lo precisamos, el Estado lo niega, pero mantiene los impuestos.
Desde el Partido Nacional se ha reclamado la restitución del aguinaldo para los jubilados, como en el pasado.
Lo hemos denunciado desde el parlamento que si una persona mayor concurre a solicitar un préstamo al Banco República, cuanto más años tiene y cuanto más lo precisa, se le da menos cantidad de cuotas y montos más reducidos.
En vez de que los jubilados sean los primeros en ingresar al Sistema Nacional de Salud, lamentablemente han sido los últimos, cuando justamente son ellos los que primero necesitan una atención integral en los cuidados de salud.
Por todo ello y por otra injusticias, que sería muy extenso enumerar en que reclamamos políticas integrales y que no discriminen a la tercera edad.
Que aprovechemos esa experiencia, trayectoria y sabiduría que conservan los abuelos y la compartamos con las generaciones más jóvenes. Precisamos programas de atención e integración donde los abuelos puedan volcar cariño y conocimiento en nuestros Jardines de Infantes y en nuestras Escuelas.
Esa debería ser una política de Estado, porque la forma en que tratamos a nuestros mayores marcará como nos tratarán a nosotros las futuras generaciones.