Recibimos y Publicamos.
Cerro Chato, 30 de julio de 2012.
Claudia Perugorría, una productora rural que le ganó un juicio a Aratirí por los destrozos ocasionados por las perforadoras en su campo, fue desalojada por la minera ayer junto con su familia y los animales del campo lindero que arrendaba desde hace más de diez años.
por Roberto Aguilar (corresponsal del Observatorio Minero del Uruguay)
Claudia y Leo: una pareja de mediana edad con vocación rural, una hija, un predio propio de 50 hectáreas,en el lomo de la Cuchilla Grande. Pequeños productores, gente demasiado común para una historia que interese contar.
Cuando en el 2008, la Minera Aratirí, en tareas de exploración, destrozó sin miramientos ni consideración el lugar que habían elegido para vivir y trabajar, las cosas cambiaron radicalmente para esa familia.
De esas horas amargas, de la impotencia ante el atropello, nació la necesidad de contar su historia, primero con sus carteles caseros, después llamando a las radios, donde muchos periodistas la escucharon con atención y recogieron aquella historia de resistencia.
Otros bajaron de Montevideo y llegaron del exterior para enterarse.
Cuando Claudia Perugorría entabló el pleito a Aratirí, para cobrar los daños a su predio, llegaron otras certezas. En la conciliación, la minera le puso precio a su campo y ofreció comprárselo, incluyendo la reclamación. Allí se sintió descartable, algo que se compra –si complica mucho-se usa y se tira, antes habían destrozado su campo y ahora querían ponerle precio a su silencio.
Mientras tanto crecía, a lo largo y ancho del país, un movimiento de resistencia al proyecto minero, del cual su relato era una de las historias emblemáticas y que demostraba claramente que no había licencia social, ni nada que se le pareciera.
Ahora cliqueabas “Claudia Perugorría” en Internet y allí estaban su historia y sus fotos, en los diarios, en el Parlamento, hasta en Amnistía Internacional fue recibida. A pesar de los prestigiosos estudios capitalinos que patrocinaron a Aratirí, los daños a su predio fueron probados judicialmente y la minera fue condenada a pagar resarcimiento.
Esto era demasiado para una mujer, todavía del interior rural, que osaba desafiar las leyes sacrosantas del “mercado” y sus inversores. Debían acallarla. Larga mano tiene el dinero ….
Claudia ocupaba, como arrendataria, dos predios linderos al suyo, que aseguraban su viabilidad económica como productora rural. Aratirí intentó comprar ambos predios, logró comprar uno solo de ellos y la desalojó.
La notoriedad de su caso, la condena judicial a la minera, el apoyo de los movimientos de resistencia tuvieron su precio: el ganado con cría, la majada pariendo: hoy 30 de julio a las 13.30 horas fueron lanzados del predio ante la presencia solidaria de medio centenar de productores de la zona, a la sombra de banderas nacionales y de Artigas.
Triste día éste de hoy para un país que tiene en su escudo al vacuno como símbolo de su abundancia.
Triste día para un país que se ha jactado por décadas de la justicia social, de un Estado que creció diciendo ser el “escudo de los débiles”.
Fuente Contenido e Imagen: Movimiento por un Uruguay Sustentable.