Aumentaron significativamente los casos de tuberculosis en nuestro país y también la falta de adhesión al tratamiento, expresa el artículo de la diaria del viernes 25 de mayo con la firma de la periodista Amanda Muñoz.
Representantes de la Comisión Honoraria de Lucha Antituberculosa y Enfermedades Prevalentes (CHLAEP), del Ministerio de Salud Pública (MSP) y de la Organización Mundial de la Salud (OMS) manifestaron ayer preocupación por “la clara tendencia al ascenso” de los casos de tuberculosis que se viene registrando desde 2007. Las autoridades hicieron énfasis en que el personal de la salud y la población en general tienen que considerar, al atender a una persona con síntomas específicos, la posibilidad de que se esté ante un caso, para así lograr un diagnóstico y un tratamiento precoces.
En 2011 la CHLAEP registró 803 casos de tuberculosis. A simple vista la cifra puede parecer baja, pero no lo es si se considera que en 2010 había 100 casos menos.
La afección presenta una diferencia geográfica importante. Jorge Rodríguez de Marco, coordinador general de la CHLAEP, explicó en la videoconferencia dictada ayer desde el MSP a todos los departamentos del país, que hoy la enfermedad muestra una tendencia al descenso en el interior del país y un alto incremento en Montevideo.
La tasa nacional de tuberculosis es de 23,9 casos cada 100.000 habitantes, mientras que en la capital del país el valor se eleva a 35 casos cada 100.000 habitantes.
La lucha iniciada en 1943 por la Cruzada Antituberculosa Nacional, que luego fue cambiando de forma y de nombre hasta lo que es hoy la CHLAEP, ha dado sus frutos, puesto que la tasa en la década de 1950 era de 100 casos cada 100.000 habitantes. Si bien hoy se está muy lejos de ese valor, la preocupación latente es porque hubo un estancamiento del descenso en la década del 90 y un incremento en los últimos años, lo que choca con el objetivo de erradicar por completo la enfermedad.
La cantidad de niños con tuberculosis en 2011 duplica los valores que había en 2007. También preocupa que la mayor cantidad de los casos se estén registrando en jóvenes que tienen entre 25 y 34 años. En la última década también se incrementó la enfermedad en personas que tienen VIH, mientras que a partir de 2003 se registró un aumento entre las personas que están privadas de libertad.
La clave del diagnóstico
Para evitar la propagación de la enfermedad, que se transmite exclusivamente por el aire, las autoridades sanitarias señalaron la importancia de hacer un diagnóstico precoz.
Tanto Rodríguez de Marco como Sergio Curto, presidente de la CHLAEP, instaron a los equipos de salud y a la población a que consideren la enfermedad una posibilidad real. Los síntomas son tos y expectoración prolongada, durante más de 15 días.
Los médicos anunciaron que se está intentando incorporar el programa PALH, que “es un encare práctico de la salud pulmonar que tiende a manejar el resfrío, las anginas, la bronquitis, la neumonía, también la tuberculosis, el asma, y la enfermedad pulmonar obstructiva crónica en el primer nivel de atención”, dijo Rodríguez a la diaria. A modo de ejemplo, comentó: “Hemos visto maestras que han tenido sintomatología durante meses, que siguen concurriendo a la escuela, van al médico y el médico les dice que es estrés, que es bronquitis y recién a los meses de haber estado tosiendo, de haber tenido fiebre y adelgazamiento piensan que puede ser una tuberculosis y les piden baciloscopías. Primero le pidieron placa, tomografía computada: exactamente al revés de como tiene que ser la secuencia”.
Reconquistarlos
Rodríguez de Marco señaló como “uno de los mayores problemas el aumento de la tasa de abandono en grupos de pacientes con características socioeconómicas culturales de difícil abordaje”. Explicó que se trata de pacientes que están generalmente en situación de calle, desocupados, que consumen pasta base, y que tienen un promedio de 30 años de edad. Además de las situaciones adversas de los medios donde viven, el médico resaltó la falta de adherencia al tratamiento. “Nosotros tuvimos un modelo de asistencia médico social que nos fue muy exitoso, que incluía un grupo de asistentes sociales que iba a las casas de los pacientes, a los que se les pagaba determinada cantidad de dinero y la locomoción y se hace todavía. Pero eso con determinada población”, dijo Rodríguez.
Opinó que hubo un cambio cultural y que “ese dinero y ese pago que se les da para que vayan a tomar la medicación no es un incentivo suficiente, porque el incentivo de los consumidores es consumir y sus prioridades no son hacer el tratamiento ni que sus contactos se controlen. Ahí es que nuestro modelo ya quedó perimido”. Por eso aseguró que se está trabajando en conformar un enfoque multidisciplinario intersectorial que incluya al Ministerio de Desarrollo Social, a la intendencia y a ONG, sugirió Rodríguez.
Además de la situación de riesgo para esa población, el médico indicó otra preocupación que persiste. “La falta de adherencia al tratamiento nos puede llevar a la emergencia de cepas resistentes a las drogas”. Expresó que en Uruguay hay una baja tasa de drogo resistencia, “para nosotros es un tesoro y tenemos que preservarlo y combatir como sea el abandono”, comentó.
Fuente: La Diario. www.ladiaria.com.uy