Compartimos la ponencia del diputado Gerardo Amarilla el miércoles 5 de octubre en la Cámara de Representantes con motivo del homenaje a los “Cien años de la obra Bautista en Uruguay”.

También hicieron uso de la palabra los legisladores Andrés Lima (Frente Amplio), Germán Cardoso (Partido Colorado), y Daniel Radío (Partido Independiente).

Reproducimos textualmente las palabras del diputado Amarilla:

«Fue un 13 de agosto de 1911, en una casa ubicada en la entonces llamada calle Estanzuela número 132 (hoy Gonzalo Ramírez entre Minas y Tacuarembó)  que se realizó una reunión de un pequeño grupo de constituido por seis cristianos, formados en la doctrina evangélica bautista, y que decidieron constituirse como la Primera Iglesia Evangélica Bautista del Uruguay.

La historia de los hermanos bautistas en el mundo se remonta a la reforma radical del Siglo XVI y su posterior extensión misionera a Holanda, Inglaterra y Norteamérica, a principios del siglo XVII. El nombre de “bautistas” proviene de la práctica de rebautizar por inmersión a los fieles, entendiendo que debe cumplirse con ese mandamiento cuando se tiene conciencia y voluntad de hacerlo, o sea de adultos convertidos.

La primera presencia bautista en nuestro país fue el pastor escocés Diego Thompson, quien visitó Montevideo en 1821 para entrevistarse con Dámaso Antonio Larrañaga y promover e instalar  por el sistema “lancasteriano” un plan piloto de educación popular, poniendo al alcance de todos los niños la educación pública y gratuita.

Fueron Jaime Quarles y su esposa Elena, Epifania de González y sus tres hijos, fueron esos pioneros que hace 100 años pusieron el punto de partida formal de la obra bautista en nuestro país.

De aquella primera congregación, establecida hace 100 años, rápidamente se extendieron varias iglesias y obras por todo el territorio nacional, primero en Montevideo, luego en las colonias de emigrantes, fundamentalmente en el litoral y posteriormente por todo el país.

Sin intentar hacer un exhaustivo detalle de todos los aportes realizados por la Obra Bautista a nuestra sociedad, tan sólo señalaremos algunos de los puntos fundamentales de la influencia que han ejercido en estos cien años:

–         En lo referente a obras comunitarias, sociales y educativas, durante estos cien años los bautistas han contribuido al país con la fundación de escuelas, jardines de infantes, guarderías, comedores para necesitados, distribución de alimentos y ropas, instalación de centros deportivos, hogares de ancianos, bibliotecas, policlínicas, centros de atención psicológica gratuita, apoyo a tareas comunitarias y otras instituciones como Alcohólicos Anónimos, servicios de apoyo y consejería en hospitales y cárceles, instalaciones para campamentos de niños, jóvenes y familias. Todo esto como fruto de una fe que se entiende solo como viva si se trasunta en obras de amor al prójimo.

–         También resulta importante destacar la influencia en políticas públicas y allí debemos en primer término el tema de la separación de iglesia y Estado. Así como el antecedente del Pastor Thomson y su promovido legado de educación popular también debemos destacar el antecedente de Pablo Besson quien arribara al país en 1882 y contribuyó en la defensa pública de la necesidad de separar la Iglesia del Estado como forma de garantizar la laicidad bien entendida de respetar, reconocer y promover la libertad de cultos en el territorio nacional.

–         También ha constituido un pilar la defensa de la integración de la familia tal como se concibe desde la creación y con el propósito de perpetuación de la especie, en una sociedad sana y sólida, principio recogido en nuestra Constitución. El artículo 40 de la misma establece la importancia de la familia como base de la sociedad y la importancia de que el Estado vele por ella ya que se le reconoce como ámbito natural para la formación de los hijos dentro de la sociedad.

–         Otro pieza fundamental de la doctrina bautista en relación a la determinación de políticas públicas es la defensa de la vida humana. Sin condicionamientos ni relativismos. La defensa y la protección desde la concepción misma y hasta la muerte del ser, no aceptando la justificación en ningún caso para que otro ser humano o la sociedad toda puedan arrebatarla. Esta defensa de la vida no solo se limita a la existencia misma del ser sino que también a contribuir en el goce del derecho integral, apoyando y tendiéndole la mano a los más desvalidos.

–         Todas estas posturas como otras que han sostenido los bautistas respecto a cuestiones públicas con una cosmovisión cristiana, lo han hecho también desde una postura propositiva, de construcción y no reaccionaria; intentando ofrecer soluciones a los problemas que aquejan a la sociedad, con la misma preocupación que plantaba el reverendo bautista Martin Luther King jr., quien nos decía que “lo preocupante no es la perversidad de los malvados sino la pasmosa pasividad de los buenos”.

–         Resulta una nota particularmente destacable la forma de organización interna que aceptando la autoridad del Señor Jesús estas congregaciones se gobiernan autónomamente y por soberanía radicada en sus miembros. Esto contribuye a la afirmación de valores democráticos, de educación ciudadana y de transparencia en todos los asuntos relacionados a lo administrativo y financiero.

–         Doctrinalmente los Bautistas sostienen que Las Sagradas Escrituras son la única norma de fe y práctica de los creyentes. Hay  confesiones que son solamente guías para su interpretación y no tienen autoridad alguna sobre la conciencia, son declaraciones de convicciones religiosas basadas en las Escrituras pero no pueden ser usadas para impedir la libertad de pensamiento, reflexión e investigación personal de la Biblia.  Y fundamentalmente debemos hacer la referencia a la doctrina de la salvación como redención integral del hombre se basa en la justificación solo por la fe en Jesucristo, único y suficiente Salvador.

Hoy cuantitativamente tal vez podamos medir a esta denominación que integra el conjunto de iglesias evangélicas en el país, que supera las 70 iglesias instaladas, con unas 115 obras en anexos y más de 6000 miembros activos. Pero más importante que las cifras y casi que imposible de cuantificar es el activo social que esta congregación, seguramente junto a muchas otras, le ha aportado a nuestra sociedad.

Hombres y mujeres, jóvenes y niños, que viven de acuerdo a la doctrina de la Biblia cumpliendo los mandamientos de la ley mosaica y tratando de encarnar en la vida cotidiana el maravilloso ejemplo de Jesús de Nazaret que como él mismo resumía se sintetiza en “Amar al prójimo como a sí mismo”.

Esposos que son fieles a su cónyuges,  padres y madres responsables y dedicados integralmente a la crianza de sus hijos, jóvenes alejados de los vicios, vidas contenidas y alejadas de la depresión,  obreros fieles a su labor, patrones sensibles y responsables de sus obligaciones, ciudadanos conscientes y respetuosos de las leyes, en fin, personas que tratan de vivir cada día de acuerdo a una ética, que tienen resuelta por la fe uno de las mayores incógnitas del ser humano, la certeza de la vida eterna.

En estos 100 años queremos brindar un homenaje a aquellos misioneros que dejaron sus tierras, sus familias, tal vez sus privilegios para venir a este país y sembrar la semilla de buenas nuevas, amor, paz y salvación;  a los que recogieron esas banderas entre nosotros y en nuestro propio país se dedicaron y se dedican a la obra, en la mayoría de los casos honorariamente; a los que sintieron el llamado misionero y desde el Uruguay partieron a otros países y otros continentes a compartir el mensaje de esperanza que recibieron. En suma, a todos aquellos que como el Apóstol Pablo pueden decir que han peleado la buena batalla, han acabado la carrera y han guardado la fe y ahora esperan en la patria celestial la corona que les tiene preparada nuestro Señor justo».

Dr. Gerardo Amarilla

Representante Nacional por Rivera

Fuentes:

Declaración de Creencias y Prácticas Bautistas, Convención Evangélica Bautista del Uruguay, Montevideo, 1988

Huellas de una Iglesia, Pedro Lapadjian, Ediciones Trilce, Montevideo, 1994

80 años y avanza, James Bartley, Convención Evangélica Bautista del Uruguay, Montevideo, 1992.

Alocución del Pastor Lemuel J. Larrosa en la celebración de los 100 años de la Primera Iglesia Bautista del Uruguay, Montevideo, Mayo de 2011.