Compartimos la opinión de Juan Grompone en el Semanario Voces refiriéndose al emprendimiento de Aratirí. Lleva como título “Nuestra vocación colonial”.
Se ha hablado a favor de Aratirí (1.500 millones de dólares prometidos de exportación) y en contra (el daño al medio ambiente). Yo lo encaro de otra manera. Estoy radicalmente en contra de nuestra vocación por continuar con la economía colonial. Repasemos: primero fueron los cueros, luego el tasajo, luego el extracto de carne, luego la carne enfriada, luego la lana, luego el arroz, luego la celulosa, luego la soja, ahora del mineral de hierro. Todo materias primas, commodities como se dice ahora para cambiar la connotación colonial.
La producción de materias primas se fundamenta en que los países desarrollados carecen (o no quieren explotar) los recursos naturales. Hoy es China quien compra más del 60% del mineral de hierro. El hierro interesa a China porque está en rápido proceso de industrialización y de urbanización. Con Aratirí pasaremos a depender más de China: además de la soja, el mineral de hierro. Mientras China compre, podremos exportar, pero esto no durará para siempre. En 10 años, en 20 años a lo sumo, China habrá completado su desarrollo y no comprará ni soja ni mineral de hierro. La primera consideración es que toda esta aventura es de muy corto plazo.
Segundo punto, de la magnetita al acero para la construcción o las máquinas hay algunos pasos adicionales. El mineral debe ser convertido en hierro y esto consume carbón (coke o vegetal, el doble que el mineral aproximadamente), por esta razón siempre el hierro se produjo cerca del carbón y no cerca del mineral. Por eso el ducto, el puerto y enviar el mineral a otro lugar para procesar. Del hierro se debe pasar al acero y esto requiere energía. Del acero al producto final requiere una industria siderúrgica. Los que oyen Aratirí y piensan en acero, simplemente sueñan.
¿Qué haría yo con el proyecto Aratirí? Les regalaría una copia de la Carreta de Belloni (símbolo de nuestra velocidad de acción) y una cortés carta con tres palabras: NO, MUCHAS GRACIAS. Lo que debemos hacer el fomentar las industrias con alto valor agregado (Aratirí promete 1.500 trabajadores directos, UPM tiene 300, casi todos de baja calificación, ínfimo comparado con la fuerza de trabajo total del país) y de interés para la economía actual. El acero es el pasado y sólo interesa a los países en desarrollo. Actualmente el centro de la economía está en las industrias culturales (audiovisuales, entretenimiento, turismo), las industrias de la información (consultoría, software, contenidos), la logística (comunicaciones, transporte) y mañana será la biotecnología el centro. De vez en cuando les podríamos echar una mano (no pagar impuestos como UPM, por ejemplo) o simplemente dejar de creer como los economistas del siglo XVIII en que la riqueza viene de la tierra o creer como los economistas del siglo XIX en la división internacional del trabajo. Tal vez deberíamos pensar como los economistas del siglo XXI (ya estamos en él, para los distraídos que no se dieron cuenta) y fomentar los nuevos sectores productivos.
Fuente: Semanario Voces.