Sufriendo, luchando y también jugando, Peñarol volvió a tumbar el jueves 2 de junio a un favorito para demostrar que es un grande del continente y meterse una vez más en la final de la Copa Libertadores.
Con convicción y tranquilidad, el conjunto de Diego Aguirre jugó un partidazo en Argentina, poniéndose a la altura de los grandes equipos de Peñarol y haciéndose un lugar en la historia carbonera, a la espera de la gran final, señala la crónica del diario El País bajo la firma de Gonzalo Larrea.
Comenzó como un sueño. Una ilusión. De a poco, el sueño fue creciendo. Comenzó a hacerse real. Los triunfos ante el Inter y la Católica lo acercaron más. La chance estaba ahí y la ilusión de los hinchas seguía creciendo.
Pero faltaba Vélez, claro. El favorito. El mejor equipo de la Argentina. Un gigante más en el camino de Peñarol.
Sin embargo, ni los hinchas ni los jugadores se dejaron intimidar. Los primeros llenando estadios. Los segundos demostrando que creyendo en si mismos y con la convicción de que era posible, ningún rival estaba demasiado lejos.
Y fue así. Porque la serie comenzó a definirse en Montevideo, con un Peñarol que conciente de sus limitaciones, pero confiando en sus armas, planteó un partido perfecto que terminó con un resultado soñado: triunfo y cero goles en contra.
Así, con la misma idea, el equipo de Aguirre salió hoy decidido a liquidar la historia y lograr el esperado pasaje a la final, sorprendiendo a todos en Buenos Aires.
Es que en el arranque mismo del partido el argentino Alejandro Martinuccio se escapó sólo y en un mano a mano casi liquida la historia. Una mala definición y una buena intervención de Barovero le negó un gol a Peñarol que podía ser decisivo.
Como si fuera poco, minutos después el propio Martinuccio tuvo en un cabezazo otra chance clara, que por poco no fue gol.
Tras los goles errados Vélez creció y de a poco fue metiendo a Peñarol en su arco, aunque sin contar con grandes chances. Un tiro del «Burrito» Martínez y otro del «Tanque» Silva fueron las mejores.
Pero en el mejor momento de Vélez una impresionante maniobra de Martinuccio- lejos el mejor- dejó sólo a Matías Mier, que esta vez no perdonó, anotando el 1 a 0 y condenando a Vélez a hacer tres.
El equipo argentino sin embargo no se achicó y cuando moría el primer tiempo consiguió el gol del empate por medio de Fernando Tobio, que aprovechó un rebote de Sosa.
El gol demostró ser fundamental en lo anímico, porque en el complemento Vélez salió con todo y con un gran juego colectivo, y de la mano del «Burrito» Martínez, hizo méritos para darlo vuelta.
Cuando corrían 20 del segundo tiempo, y Olivera se perdió un gol hecho, en la contra el «Tanque» Silva anotó el segundo, dándole ilusiones a su equipo y una final a pura emoción y sufrimiento para los hinchas de Peñarol, que pasaron de la desazón a la euforia gracias al propio «Tanque».
Al mejor estilo Uruguay – Ghana en el Mundial, un dudoso penal de Darío Rodríguez le dio a Santiago Silva a falta de 15 minutos la posibilidad de marcar el tercero y darle la clasificación a su equipo.
Sin embargo, el goleador uruguayo mandó su disparo a las nubes, liquidando las aspiraciones de Vélez. Con 10 hombres y con Peñarol metido atrás, el partido terminó 2 a 1 y la serie fue para el aurinegro.
Tras 24 años, Peñarol vuelve a las finales de la Libertadores. Esta vez, el rival será Santos y el carbonero buscará escribir una nueva pagina de gloria.
Fuente Contenido: Ovación Digital.