Sociedad Uruguaya

Hernán Bonilla: “Zambullida a la izquierda”

Compartimos la denominada Opinión Nacionalista del acontecer político de parte de Hernán Bonilla, dirigente de Concordia Nacional, bajo el título “Zambullida a la izquierda”.

La semana pasada nos concentramos en el tema excluyente de la convención nacional del Partido Nacional, la renuncia de Lacalle a la Presidencia del Directorio y a presentarse como candidato en 2014, pero existieron otros temas relevantes. Dos al menos; las reformas partidarias aprobadas, que pasaron casi desapercibido pero que son importantes, y un tipo de discurso que se repitió por parte de varios convencionales, algunos de ellos intendentes o legisladores, en el sentido de que el Partido Nacional debe moverse a la izquierda. Hoy nos vamos a referir a este último tema, dejando las reformas partidarias y la modernización del partido para la próxima semana.

El intendente Zimmer de Colonia llamó a crear un espacio de centro izquierda, José Carlos Cardoso abogó por su idea de nacionalizar el hierro, otros hablaron de sacarnos la imagen de conservadores. Si a eso le sumamos que en breve tendremos a Saravia formando un nuevo grupo de izquierda dentro del Partido Nacional, la realización de congresos en bastiones del Frente, el apoyo al gobierno en iniciativas reñidas con los derechos individuales como la ley de trabajo forzoso para los anestesistas, y la señal de las renuncias de Lacalle, da la sensación de que la mayoría de los dirigentes han entendido necesario zambullirse a la izquierda. Ahora bien ¿Si todos se tiran a la izquierda, quién queda en el centro y la derecha? ¿No es evidente que existe un electorado típicamente nacionalista y lacallista que ve con desagrado esta tendencia? ¿Dónde queda representado el blanco de mente liberal y corazón conservador?

Esta estampida hacia la izquierda deja un agujero en la derecha que quien sepa explotarlo verá que no es tan despreciable como parecen creer la mayoría de la dirigencia partidaria. Más aún, en un escenario sin Lacalle como candidato en las próximas elecciones nacionales, y teniendo como primera instancia una interna en la que votan fundamentalmente los electores más identificados con el Partido Nacional, vale decir, según las encuestas, un electorado esencialmente de centro derecha, ¿Es tan claro que todos tenemos que ser progres y popus?

Aquí no hay que llamarse a confusión. Hay un núcleo de ideas centrales del Partido Nacional que admite estar más a la izquierda o más a la derecha sin dejar de ser blanco. Mientras sigamos siendo antiimperialistas, liberales en alguna de sus acepciones, defensores de las leyes, de la democracia, de la República, de la soberanía nacional y de los derechos de los ciudadanos seguiremos siendo el partido de Oribe, Berro, Gómez, Saravia, Herrera y Wilson. Es un tema de estrategia, no todos debemos tirar la corbata y usar campera.

Porque además este no es un juego de dos. El Partido Colorado tiene el problema inverso al nuestro, está demasiado tirado a la derecha, pero allá ellos. Lo preocupante es que el electorado que no vota al Frente, que cada vez es mayor y cada vez se corre más a la derecha según las encuestas disponibles, vea en Bordaberry al mejor representante de sus ideas aunque no sea el ideal. Seguramente eso no pase por la cabeza de quienes vamos a votar al Partido Nacional más allá del candidato, pero para un parte del electorado de menor pertenencia partidaria el abanico es más amplio, y pueden ver en el bordaberrismo lo que el Partido Nacional abandona.

En fin, bienvenidas todas las ideas y todos los grupos que quieren trabajar por el triunfo del Partido Nacional. Es bueno que se amplíe la oferta de grupos con matices mientras se mantenga el núcleo duro de las ideas nacionalistas. Pero no nos olvidemos que política es representación y creo que somos  muchos los blancos a quienes  no nos gusta el discurso predominante de los últimos meses. Se necesitan voces que representen al típico votante del Partido Nacional, porque si no corremos el riesgo de pasar a ser terceros. Y ese balotaje entre Vázquez y Bordaberry no lo quiero ni en una pesadilla.

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