El Jueves 21 de Julio viviremos una noche especial en el Palacio Peñarol.
Durante un período de gran crisis, Morris Cerullo, postrado ante Dios, clamó desde lo más profundo de su corazón: «Señor, sólo hay una cosa que te pido en este mundo. Dame la habilidad y la unción, para tomar lo que me has dado y comunicárselo a otro». Dios le respondió: «Hijo, levántame un ejército». Dios ha honrado ese clamor y esa oración, de tal manera, que hoy algunos de los hombres y mujeres más ungidos en el mundo atribuyen el avance espiritual de sus ministerios, a la enseñanza ungida que recibieron del Reverendo Cerullo; un hijo de Dios íntegro, en un mundo que tristemente nos tiene acostumbrados a ver cómo reconocidos ministros son seducidos por las atracciones que nos ofrece el mundo moderno. Verdaderamente, Dios está usando su ministerio para levantar un Ejército que pone en práctica las obras de Dios en esta generación. ¡Y Uruguay forma parte de ese Ejército!
Después de 5 años, Morris Cerullo regresa a Uruguay, con un llamado específico de parte de Dios: convocar a todos los cristianos del país con el objetivo de recibir una unción nueva y fresca, y así ser poderosamente usados por Dios para alcanzar el mundo para Cristo..
El jueves 21 de Julio, a las 19.30 horas en el Palacio Peñarol, el ejército de los cristianos uruguayos se hará presente para recibir la unción fresca que Dios tiene preparada para la arremetida final contra el reino de las tinieblas. ¡Una noche única, que ningún hijo de Dios debe perder!
«La acreditación terrenal con la que cuenta Morris Cerullo para impartir enseñanzas espirituales, es en sí formidable. Durante su crianza en un orfanato judío ortodoxo, recibió enseñanza por siete años, de rabinos muy eruditos. Durante su adolescencia, recibió el llamado para predicar y se graduó del «New England Bible College». Tiene más de treinta años de experiencia como evangelista, maestro y autor. Sin embargo, su acreditación más singular es clara e indiscutiblemente dada por Dios. El poder sobrenatural de Dios se vio claramente manifestado en su vida aún antes de entrar al ministerio a la edad de 15 años. Desde aquel entonces ha hablado cara a cara con millones de personas de todas las clases sociales, quizás con tantas personas como ningún otro hombre sobre la faz de la tierra».
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