Sociedad Uruguaya

Recibimos y Publicamos: “Conductor de CUTCSA agresivo”

Recibimos y Publicamos la denuncia de una usuaria del transporte colectivo bajo el título “Conductor de CUTCSA agresivo”.

“Al director de CUTCSA Juan Antonio Salgado y a la gente que usa ómnibus o sea la gran mayoría de la población de este país, relato mi desagradable experiencia en un 175 destino Las Piedras para que lo que nos pasó, no se repita con otras personas. También debo decir que esto nunca me había sucedido en tantos años que uso transporte colectivo. A quienes dirigen estas áreas pido que tomen las medidas correspondientes para que no se reitere con nadie. Subimos con mi hija de diez años la unidad 0904 a las 17 y 50 en Mercedes y Cuaréim en fecha 3/1/2011 todo esto lo dice el boleto y me percaté cuando la chica de CUTCSA que me atendió solicitó datos al hacer mi queja en el tel 19333. Ella, que dijo llamarse Giselle, también me contó que el trámite luego se rastrea en el sistema informático por el número de mi cédula. El conductor cobrador iba escuchando la radio. Después me enteré que por reglamento no pueden encender radio en el bus, aunque nadie respeta esto o muy pocos. Tampoco de eso se nutre mi denuncia. El problema es que venía escuchando un programa de esos donde la gente llama y cuenta sus intimidades en tono de broma (¿¿??), y lo que salía a toda voz era sexo explícito radial quisieras o no escuchar: una chica se quejaba de que el esposo no la “atendía” bien con todos los derivados de eso que imaginen y más, todo por lo claro. Colmó mi paciencia ya en hilachas, cuando en dicho programa el “animador” instaba al marido abiertamente a violar a la mujer: “sometela sexualmente, sometéla!!” arengaba. Era tal cual como que pusieran una película porno para ver todos los que viajan en el bus sin previo aviso y dale que va no importa quién ve o quien no ve, si le gusta o se siente violentado o violento o las dos cosas. Mi nena no sabía donde meterse pobrecita, hablaba y hablaba para no escuchar. Yo ardía de rabia por la imprudencia y agresividad descarada del hecho. Y me iba a aguantar para no pecar de “siempre yo” todas las guerras son mías, etcétera, cuando escucho lo de “sometela”. Nos paramos para bajarnos en Gral Flores y Luis A de Herrera y le dije “conductor, conductor: a usted le parece bien obligarnos a escuchar eso? Acá vienen niños, vienen mujeres. Es muy violento. Transcribo algo de lo que me contestó porque se puso agresivo por demás insultándome abiertamente, mandándome allá y todas las perlas. “Escuchan cada palabrotas los chiquilines, por favor! De qué te vas a asustar” La mía no, le dije y hace media hora que viene soportando las inmundicias que usted obliga a escuchar. “Pero dejate de joder!” (ya me tuteó, que era lo de menos) “Si no te gusta bajate o tapate las orejas. Y ya no te voy a hablar más no me jodas. Andá a decirle al INAU” Ese es otro tema, dije, acá el criterio lo pone usted. Yo en mi casa tengo opción de apagar o cambiar, acá nos impone escuchar basura, le pido que piense la vulgaridad, la ordinariez de la situación, nos fuerza a escuchar pornografía porque se le antoja sin pensar que hay gurises, damas, y señoras mayores en el ómnibus. ¡Es una verguenza!. “Acá yo escucho lo que se me da la gana. Andá a cagar, me importa un huevo, y bajate si no querés escuchar” Otra vez me echaba del ómnibus. ¿Usted no tiene hijas chicas o las tuvo o a su mujer le gustaría que un extraño las denigrara en público obligándolas a escuchar obscenidades? “Me chupa un huevo. Dejate de hinchar, no me rompas los huevos. Ahí tenés un inspector mirá, quejate” . Se refería a uno de coetc que estaba en la parada que bajamos. Llegué a casa e informé a la empresa. No creo que le sirva al negocio tener personal con tanta agresividad, siendo que como todos vive y subsiste de sus clientes, con una hermosa planta edilícia e infraestructura cada vez más esmerada, aunque flaqueando en el intercambio decente con los pasajeros se va por el peor camino. Con estas actitudes tiran abajo toda una obra que cuesta tanto poner en pie, que se preocupa en ayudar a la sociedad en distintas áreas, y tal vez olvida educar en el buen trato y ética laboral a sus trabajadores. La página web de la cooperativa habla de misión y de valores, mejor sería que se los enseñen a los funcionarios que manejan las unidades. Dentro de éstos modelos se encuentran exigencias indeclinables, recaídas sobre la responsabilidad del individuo que mientras mejor los cumple, más colabora a la feliz convivencia: la honradez, la honestidad, la cortesía, la puntualidad, la discreción, el prestigio de la profesión; y la equidad de género.

Aunque parezca mentira existe violencia del hombre hacia la mujer aún en estas situaciones, no sólo desde el que fomentaba el estupro por el micrófono al aire y de los que no controlan que esto no suceda, sino del conductor que hacía gala de su “machismo” insultando a una madre que reaccionaba ante la agresión a su hija y a sí misma, porque de lo que me asusto o no me asusto es mi problema. Me subleva la dejadez en el trato entre humanos, la decadencia en los modales, los hombres degradando la figura femenina y a la propia niñez no importa el género, los que cada vez más por ejemplo sacan su pene como un trofeo a la vista de quien pase total, para contribuir a la falta de higiene y de pudor orinando en cualquier lugar de la vía pública. La mendicidad agresiva, los cuida coches o limpia vidrios que te asolan en los semáforos y si no les das plata te echan la boca o te golpean el auto, y tantos etcéteras similares. Me asusta la falta de valores morales y el desprecio por el semejante. Eso me asusta. Al menos mientras discutíamos con el conductor, no tuve que escuchar ni mi hija, las porquerías que aún seguían amplificadas dentro del transporte de Cutcsa cuando nos bajamos. Lamentable”.

Susana Andrade-CI1911335-5.

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