Las nueve expoferias que funcionan en diferentes zonas de Montevideo representan bastante más que una oportunidad interesante para comprar a buen precio. Esta modalidad comercial, que paso a paso ha ido ganando espacio en la capital, ya ha sacado a cientos de pequeños comerciantes de la informalidad y supone en la actualidad la fuente de ingreso de más de 700 familias.
Las expoferias –que funcionan en el Centro, el Cordón, el Paso Molino y la Unión- se han vuelto en los últimos años una referencia obligada para una parte importante de la población que reside en Montevideo. Administradas por el Grupo Marcas & Manías, las expoferias cuentan hoy con unos 800 locales comerciales, y en la zona céntrica de la ciudad han venido a reemplazar a las tradicionales galerías.
Gradualmente, quienes trabajaban en la calle, a la intemperie y en la más absoluta informalidad, han comenzado a ver en las expoferias una oportunidad. “Yo vendía en la calle. Si llovía, perdía venta y se me estropeaba la mercadería. Y no pocas veces me robaron, en un descuido. En la expoferia encontré un lugar cómodo y seguro, y ya tengo una clientela. Ahora vendo con tarjeta de crédito y pago mis impuestos. Ya no me siento un vendedor ambulante, sino un comerciante. La gente me mira diferente”, explica Alberto, que vende vestimenta en una de las expoferias ubicadas sobre la avenida 18 de Julio.
Las expoferias cobran a los arrendatarios de los stand alquileres que van desde los 7 mil hasta los 23 mil pesos mensuales. El costo de un local depende de su ubicación. “Sobre las avenidas se paga el precio más alto”, explica la gerente general de Marcas & Manías, Rossana De Ritis.
Como contrartida, el locatario recibe diversos beneficios. “Cuenta con un lugar propio, perfectamente delimitado y seguro, que por la noche queda cerrado y seguro. Además, le proporcionamos seguridad durante las 24 horas del día, servicio de limpieza en las áreas comunes, mantenimiento general, baños para locatarios y clientes, y hasta comedores para que quienes atienden los stand puedan hacer una pausa”, agrega De Ritis.
No son pocos los ex trabajadores de la actividad privada que, despedidos de sus empleos, resolvieron destinar su despido a montar un pequeño comercio familiar en una expoferia. “Me despidieron y me costó mucho encontrar trabajo. A mi edad, con más de cincuenta años, pocos quieren tomar a una mujer. En la expoferia encontré mi lugar. Puse los pesos que me quedaban y hoy mi familia vive de esto”, resume María, que atiende su propio puesto. En la actualidad hay unas cincuenta personas anotadas en una lista de espera para ingresar a las expoferias. Cada solicitud es analizada y ordenada por orden de llegada.
En las expoferias se vende ropa de hombre, mujer y niño, pero también lencería, lentes, videojuegos, celulares y bijouterie. “Los clientes son, en su mayoría, mujeres. Pero cada vez más los hombres están entrando en las expoferias”, señala De Ritis.
El trabajo que la administración de las expoferias realiza con los nuevos locatarios para convencerlos de la importancia de formalizar su actividad es intenso. “Les explicamos la importancia de formalizarse, de trabajar en regla, y lo entienden. No tenemos a nadie que no aporte todo lo que corresponde y entendemos que esa es una tarea social que realizamos, y de la que estamos muy orgullosos”, señala De Ritis.