En esta oportunidad, diario digital Sociedad Uruguaya comparte las inquietudes de la Fundación “Bastón Verde” que tiene el propósito de respaldar e identificar a las personas que tienen discapacidad visual. La organización concurrió a la Comisión de Derechos Humanos de la Cámara de Representantes.
FUNDACIÓN «BASTÓN VERDE».
Versión taquigráfica de la reunión realizada el día 22 de setiembre de 2010.
(Sin corregir)
PRESIDE: Señora Representante Daniela Payssé.
MIEMBROS: Señores Representantes Gustavo A. Espinosa, Gonzalo Novales y Esteban Pérez.
INVITADOS: Señoras Presidenta de la Fundación «Bastón Verde», Dinah Spitalnik; Vicepresidenta, Perla Mayo, y usuarios de Bastón Verde Wendy Albernaz, Celio Ferreira Mensaro y Susana Méndez.
SEÑORA PRESIDENTA.- La Comisión de Derechos Humanos tiene mucho gusto en recibir a una delegación de la Fundación Bastón Verde, integrada por su Presidenta, señora Dinha Spitalnik, por la profesora Perla Mayo, por las señoras Wendy Albernaz y Susana Méndez y por el señor Celio Ferreira Mensaro.
SEÑORA SPITALNIK.- En primer lugar, deseo agradecer en nombre de todos que nos hayan recibido.
Nosotros vinimos en el día de hoy para tratar de exponer desde nuestro punto de vista y también de los usuarios de Bastón Verde las dificultades que enfrentan estas personas para hacerse identificar como personas con discapacidad visual, ya que no existe un colectivo que los identifique a través de un instrumento en este caso es el bastón verde como personas discapacitadas.
Normalmente, se conoce a los ciegos y a su elemento de movilidad, que es el bastón blanco, pero cuando la gente se encuentra con personas que tienen algún tipo de discapacidad pero no son ciegos, no saben cómo actuar. Muchas veces se cree que esa persona que usa un bastón pero ve un poco podría ser un delincuente o puede estar tratando de sacar provecho de alguna situación, por ejemplo, de sentarse en un lugar privilegiado en un servicio colectivo. Entonces, lo que nosotros queremos trasmitir es que en Uruguay hay un número muy grande de pacientes con baja visión y este número va a aumentar en las próximas décadas. Este es un fenómeno mundial, pero Uruguay lidera la región en personas con edad elevada. Se estima que para el año 2050 en Uruguay los mayores de 65 años serán aproximadamente 800.000; en este momento contamos con casi 400.000.
La baja visión es una enfermedad que aqueja al individuo mayor por una degeneración normal que se da por la edad. Al igual que se pierde la audición, hay muchas enfermedades que generan la pérdida de visión gradual. En realidad, la baja visión es el límite entre ver y no ver. Se estima que un individuo tiene baja visión cuando su oftalmólogo tratante no puede hacer nada más, ya sea quirúrgicamente, clínicamente, con inyecciones o medicación, y lo que hay en las ópticas convencionales a disposición de ese paciente no cubre sus necesidades. Ahí empieza la especialidad de la baja visión, que internacionalmente se viene difundiendo mucho. Esto se debe a que con la longevidad aparecen nuevas enfermedades, y la sociedad tiene que aprender a convivir con estos individuos que tienen nuevas necesidades.
En general, la baja visión se manifiesta en una edad tardía, aunque tenemos el caso de la señora Wendy Albernaz, que es una persona joven, ya que la baja visión puede suceder también por un parto prematuro o por enfermedades congénitas; pero sobre esto va a hablar la profesora Mayo. Como decía, esta enfermedad surge en la tercera edad o en el inicio de esta, y las personas que la padecen ya no tienen hijos a su cargo o los parientes que se ocupaban de ellas, lamentablemente, se fueron al exterior o fallecieron porque eran mayores. Por lo tanto, nos encontramos con personas muy vulnerables y dependientes, que muchas veces terminan encerrándose en su hogar, deprimidas, por no poder hacer ninguna de las actividades que realizaban anteriormente con independencia. Y no estoy hablando de ir al cine, que también es una posibilidad, porque hay pacientes que pueden recuperar esa función con ayudas ópticas, sino de ir al supermercado o al almacén a hacer sus mandados, o de ir a un Abitab o a un Redpagos a pagar sus cuentas; hablo de tener un mínimo de movilidad. Entonces, el bastón verde les da libertad, porque ellos con este instrumento pueden abrirse paso y las personas empiezan a reconocer que tienen ciertas dificultades: no saben qué pasa, pero saben que algo pasa. Por supuesto, nos encontramos con aquellos que tienen buena voluntad y también con quienes no tienen ninguna.
Lo que nosotros queremos explicar es que existe la necesidad de fomentar este grupo de pertenencia; también es necesario que la sociedad, como un todo, entienda que no se precisa ser tetrapléjico para ser discapacitado físico, y que no se necesita ser ciego absoluto para no ver. Y ese límite entre el ver y el no ver es el que se vería comprendido por el uso del bastón verde.
También hay otro tema a considerar. El individuo que veía, a diferencia del ciego, debe transitar por un proceso de aceptación de su nueva condición. Reconocer que uno deja de ver o de escuchar a determinada edad es un tema complejo, y además del proceso que debe seguir para aceptar esta nueva limitación en su vida, debe aceptar el hecho de estar excluido de los grupos de referencia, porque no es vidente pero tampoco no vidente; está en el medio. Por esta razón el paciente con baja visión no quiere usar un bastón blanco, porque no es ciego. Entonces, muchas veces nos encontramos con personas que precisan usar un bastón pero que no lo hacen porque no quieren utilizar un bastón blanco y porque el bastón verde todavía no está difundido y se ven obligadas a explicar a la gente cuál es su problema. Y el hecho de explicar cuál es el problema que tienen también es doloroso para estas personas.
A continuación, voy a cederle la palabra a la profesora Perla Mayo, que es la creadora de Bastón Verde y maestra de ciegos. La profesora Mayo va a contarles cómo surge el uso del bastón verde. Ella fue quien presentó la documentación necesaria para que se aprobara la ley correspondiente en Argentina. En las carpetas que se entregarán hay una copia de la ley que fue sancionada en ese país en 2002. La profesora Mayo sigue ejerciendo y ahora está trabajando en Uruguay con nosotros. Quiero agregar que en las carpetas también está incluido el trabajo que se presentó en Estados Unidos en 1998 y que fundamentó e impulsó el uso del bastón verde.
La señora Mayo les va a contar por qué el bastón es verde, cómo surge, y después vamos a darle la palabra a los usuarios, que se encuentran en distintas etapas. El señor Celio Ferreira Mensaro no usa bastón verde, sino planteado, y les va a contar por qué. Cada uno de los usuarios tiene una experiencia distinta por lo que ha sufrido al ser pacientes de baja visión y haber usado o no sus bastones en determinados momentos.
SEÑORA MAYO.- Soy profesora, y no soy médica; quiero aclararlo para no herir susceptibilidades.
Como dije, soy profesora de ciegos y especialista en baja visión; soy uruguaya, pero vivo en Argentina.
Hace más de veinte años que me dedico a la especialidad de baja visión. Cuando empecé a ejercer como maestra de ciegos y comencé a trabajar con niños y adultos ciegos me encontré enseñando Braille y dándoles un bastón blanco a un montón de personas que, de pronto, me decían: «No tenés puestas las caravanas», o «No tenés las zapatillas acordonadas». Yo no entendía cómo podían ver que no tenía las caravanas o las zapatillas desatadas. Por lo tanto, siendo solamente una profesora de ciegos, concurrí a un médico oftalmólogo y le pregunté cómo podía ser que esa gente viera mis caravanas si sus diagnósticos eran de cegueras totales y yo les estaba enseñando Braille. La respuesta fue que se consideraba de ese modo a quienes no veían la primera fila del optotipo del médico oftalmólogo, que consta de diez hileras; estamos hablando de una décima de visión. El médico me dijo: «Si la persona no ve la primera letra del optotipo médico se diagnostica como ceguera». A esas personas se las sentenciaba a la ceguera; si a un niño no lo estimulo, si no maximizo su remanente de visión desde que es pequeño, si le enseño Braille y le doy un bastón blanco, según lo entiendo, lo estoy sentenciando a la ceguera.
Hace unos veintidós años entendía que algo tenía que hacer por estos chicos y por esta gente. Empecé a investigar; no había mucha Internet, pero, por suerte, pude viajar. Hace algunos años empezó a surgir el tema de la baja visión, que ni siquiera se llamaba así, sino que se la conocía como visión subnormal. Se empezaba a descubrir que si alguna persona tenía un resto de visión en alguno de sus ojos, con algunos sistemas especiales era posible amplificar su zona de visión y podía llegar a ver un tamaño de letra de unos veinte centímetros.
Entonces, pensé que si fotocopiábamos y ampliábamos textos de letra pequeña, que los chicos no podían leer, sería posible que se insertaran en una escuela común. También se me ocurrió pensar en una currícula diferente de las escuelas de ciegos, darle a estos niños el material amplificado, empezar a utilizar rehabilitación visual y proporcionarles lentes que aumentaban hasta cuarenta veces. Estos lentes les permitieron estar en una escuela común, ver la cara de sus padres y el pizarrón; se les abría un mundo nuevo.
Yo siempre digo que entre el ver y el no ver hay una franja muy fina, pero que es muy difícil traspasar ese límite y, en general, la sociedad lo desconoce. Es algo muy difícil de entender, porque uno sabe que existe la gente que ve bien o, a lo sumo, usa lentes, y la gente que es ciega. Por lo general, la gente que tiene baja visión se encuentra con que le dicen que si no ve tiene que ir al médico, ponerse lentes u operarse para solucionar ese problema; no se comprende la problemática de la baja visión.
A grandes rasgos, podemos decir que una persona con baja visión puede ver el cabello de la Presidenta, pero no sus ojos, su nariz ni su boca; lo que percibe es el contorno. Sin embargo, si emplea un sistema especial, que amplifique la zona de visión, podría llegar a definir su cara.
Comencé a trabajar sobre esta problemática de las personas. Con las adaptaciones podíamos mejorar lo relativo a lectura y escritura, así como su integración a escuelas comunes, pero lo cierto era que me decían: «Señorita: no soy ciego. No quiero usar un bastón blanco. Yo algo veo, y si estoy leyendo en un colectivo, miran el bastón blanco y me dicen que están viendo que leo». Les decían: «Tenés un pase gratuito pero estás leyendo». La situación era contradictoria y dolorosísima, porque algunos simulaban ser ciegos porque preferían pasar por personas no videntes a tener que explicar lo poco que veían, con la complejidad que eso implica. Como recién mencioné, pueden decir que ven el contorno del rostro de la Diputada o también que tienen visión tubular. Los invito a que pongan su mano cerrada delante del ojo; se darán cuenta de que pueden ver un punto, pero no todo lo que está en la periferia. Cuando alguien que tiene ese tipo de visión pretende caminar solo se lleva todo por delante, no puede trasladarse por sí mismo con orientación y movilidad adecuadas.
A efectos de resumir un poco la historia del bastón verde diré que en 1996 o 1997, teniendo en cuenta que mis chiquitos y otras personas me decían que no querían seguir usando un bastón blanco porque se sentían agredidos socialmente y no querían seguir explicando que veían poco, se me ocurrió pintar el bastón de verde. El verde tiene que ver con la esperanza y también con un juego de palabras relacionado con el hecho de ver de otra manera, con la baja visión. Básicamente, comprendí que estas personas necesitaban tener un grupo de pertenencia, porque no estaban dentro del grupo de las personas ciegas ni dentro del de las que vemos, porque son personas de baja visión. La idea de generar un grupo de pertenencia me parecía fundamental por lo que significa la persona; por su necesidad de pertenecer a un grupo en el que no tenga que estar explicando que usa un bastón blanco, pero que algo ve, y por la posibilidad de no recibir agresiones.
Este trabajo fue presentado en 1999 en Estados Unidos, durante el primer congreso de baja visión. Se hizo una aprobación de tesis e, increíblemente, luego de que se hizo esta exposición me encontré con un montón de instructores y profesores que, como yo, se dedicaban a esto y teníamos el mismo problema: los pacientes con baja visión se rehusaban a usar el bastón blanco; definitivamente, para ellos, usar el bastón blanco equivalía a encontrarse con agresiones y sentirse no perteneciente al grupo de las personas ciegas. Desde entonces empezamos a generar no una difusión a nivel internacional del tema, pero sí una implementación nacional en Argentina. En 2002 se sancionó la ley de bastón verde en Argentina, lo que nos dio la posibilidad de realizar una difusión bastante masiva. En Argentina hay miles de usuarios que ya están utilizando este bastón; se necesita mucha más difusión, pero hay 46:000.000 de argentinos.
Por lo pronto, lo que sucedió con el bastón verde fue que las personas empezaron a tener un grupo de pertenencia y cuando salen a la calle no los agreden, sino que les preguntan por qué usan un bastón verde y ellos pueden explicar que lo emplean porque ven poco. A la vez, reciben asistencia para cruzar la calle o atender sus necesidades fundamentales, que era lo que más nos preocupaba.
Como dije al principio, soy uruguaya y vivo en Argentina desde hace muchos años. Desde lo más profundo de mi corazón sentía que algo tenía que hacer en mi país y armamos la Fundación «Bastón Verde». Como uruguaya, como profesional, como especialista desde hace veinte años, es mi deseo que pueda promulgarse una ley en este sentido y que toda la sociedad uruguaya conozca lo que significa el bastón verde, para que sus usuarios no tengan que explicar todo el tiempo lo poco que ven. La idea es que cuando estén en algún lugar o suban a un ómnibus no piensen que están abusando de un pase gratis porque ven un poco.
A continuación, los usuarios de bastón verde van a contar algunas anécdotas.
SEÑORA SPITALNIK.- Voy a acercarles algunos simuladores para que puedan colocarlo delante de vuestros ojos y ver cómo percibe una persona con diferentes patologías que causan la baja visión. En el simulador se muestra la visión de una persona con degeneración macular, con retinopatía por diabetes, con glaucoma que tiene una alta prevalencia en Uruguay, con catarata y con ceguera absoluta. Los usuarios que hablarán a continuación van a mencionar la enfermedad que tienen y usando los similadores ustedes podrán apreciar qué campo visual tiene cada uno de ellos. Hay que colocarlo muy cerca de un ojo y cerrar el otro; la parte limpia es la que corresponde al campo visual.
Quiero leerles un «e mail» del doctor Marcelo Gallarreta, Director de la Cátedra de Oftalmología de la Universidad de la República. Dice lo siguiente: «[…] De acuerdo a su amable solicitud hago llegar a Ud. mi apoyo personal y el de la Cátedra que dirijo al Proyecto de Ley que promueve la difusión de los beneficios y significado del uso del Bastón Verde para las personas con baja visión.- Toda forma de discriminación hacia cualquier persona por cualquier motivo debe ser enérgicamente combatida y la educación es una herramienta imprescindible.- Por razones de agenda probablemente no pueda estar como quisiera el día de la convocatoria aunque haré lo posible por asistir».
Quiero aclararles por qué está todo impreso en papel amarillo. El gran problema de la baja visión radica en los contrastes; una de las grandes dificultades que tiene el paciente de baja visión es distinguir bordes. Entonces, como elemento de lo que llamamos ayudas no ópticas, usamos la impresión con tinta negra sobre papel amarillo, lo que facilita la lectura. No es casual que la invitación al evento de la semana próxima esté amplificada ni que la carpeta sea de papel amarillo impresa en negro y que el material sea negro; todo esto tiene que ver con los elementos que una persona con baja visión necesita agregar al bastón verde y a las ayudas ópticas para que su cotidiano sea mucho más fácil.
Voy a invitar a la señora Susana Méndez a que haga su exposición.
SEÑORA MÉNDEZ.- Yo sufro una maculopatía de nacimiento; es una degeneración que, con el correr de los años, se ha acentuado.
Siempre tuve mucho amparo y protección de mis padres y de mis hermanos, pero por una lógica cronológica he quedado sola y tuve que empezar a manejarme por mí misma en un montón de cosas.
El bastón me ha ayudado muchísimo; me ha abierto muchas puertas para moverme en los ómnibus, para cruzar calles, etcétera. Recibo mucha ayuda de la gente aunque, por supuesto, a veces debemos explicar que vemos, porque en algunas oportunidades, cuando me ayudan a cruzar, lo notan. Pero es importantísima la ayuda que se recibe de parte de las personas que se dan cuenta de que tenemos dificultades.
SEÑORA SPITALNIK.- Ahora va a hablar el señor Celio Ferreira. Ustedes apreciarán que usa un bastón de aluminio.
Quiero aclarar que tanto el bastón de Susana como el de Wendy están revestidos con «contact», porque como en Uruguay todavía no está instrumentado masivamente el instrumento se ha improvisado con el uso de este material para poder generarlo y para que puedan salir a la calle con él.
SEÑOR FERREIRA.- A lo que muy bien explicó la profesora Mayo voy a agregar algunos comentarios relacionados con lo que quienes sufrimos este tipo de enfermedades vivimos cotidianamente.
Yo sufro de glaucoma congénito. Fui operado a los nueve años y mantuve una visión que estuvo en parámetros medianamente normales hasta los cuarenta años. Luego fui perdiendo vista y quedé ciego del ojo derecho. Hace cuatro años me operaron del ojo izquierdo y se salvó el remanente, que es muy poco. Tengo una grave baja visión y no hay lentes que puedan servirme. Han hecho intentos, me han hecho lentes hasta por partida triple probando más aumentos pero no han encontrado resultados. Por lo tanto, tengo la esperanza de utilizar los métodos de la profesora Mayo porque he comprobado que me superan la visión que tengo actualmente.
Con respecto al bastón verde, espero que se pueda difundir, porque hoy día uso el bastón usual de ciego. Lo llevo siempre en una mochila y lo saco cuando es insostenible la situación. Uno nunca sabe cuándo tiene que sacar el bastón porque las situaciones se dan muy frecuentemente. Por ejemplo, por cambios de la iluminación en el ambiente, quedo ciego durante períodos que pueden durar segundos o minutos, y son muy largos y pueden suceder muchas cosas. Entonces tengo que usar el bastón. Para cruzar una calle, miro hacia donde viene el tránsito, veo el paisaje, pero depende de la velocidad con que vengan los vehículos el que los vea o no. A veces simplemente veo el paisaje y no lo que se mueve dentro de él. También es muy difícil para mí ver los colores blanco, gris o celeste, por eso veo los autos cuando están sobre mí, y necesito del bastón. Cuando voy a cruzar una calle con el bastón en la mano siempre hay alguien que se ofrece a ayudarme a cruzar el uruguayo es muy solidario y lo acepto porque es una garantía, ya que no veo lo que se acerca. Utilizo el oído y otros sentidos que me han enseñado a usar pero no es suficiente. De repente termino de cruzar la calle y tengo un papel que desechar, veo una papelera, voy hacia ella y tiro el papel, y la persona que me ayudó a cruzar queda comentando que ayudó a un sinvergüenza que se hacía el ciego.
También me ha pasado eso en un ómnibus, porque generalmente hay menos luz que afuera y quedo ciego por unos segundos. A veces se da la circunstancia de que el sol alumbra un asiento libre, y yo lo elijo y me siento. Generalmente se escucha el comentario: «Mirá ese, se hace el ciego pero vio que ese asiento estaba libre», lo que me obliga a usar el asiento de lisiado. Podría hablar horas del tema porque me han sucedido infinidad de cosas, pero no quiero ser reiterativo ni aburrirlos. Quiero dejar clara la necesidad de que haya un bastón diferencial para las personas de baja visión y los ciegos. No es discriminación, porque nosotros potencialmente somos futuros ciegos. Dios quiera que no nos llegue la ceguera, pero potencialmente tenemos más probabilidades que los que ven. No es cuestión de discriminar; sencillamente las personas tienen que saber que poseemos esa visión y tenemos derecho a usarla, pero que también vivimos con una incapacidad y debemos aceptar la ayuda que nos brinden
El bastón verde es una idea que está resultando en Argentina. Hace años concurrí al Instituto Tiburcio Cachón, que atiende a personas ciegas y de baja visión, y ya se hablaba de bastón verde y de la esperanza de que se instrumentara allá. Ahora aparece la profesora Perla Mayo con todo el empuje y las ganas de que se instrumente acá y para nosotros es una gran esperanza.
Ese es el mensaje que quiero dejar con la esperanza de que se concrete. Si se difunde a nivel legal, los medios de prensa lo van a difundir y se va a conocer a nivel popular.
También tenemos otro problema. Nuestro pase libre dice «No vidente», y los transportistas no saben que a los de baja visión nos dan ese carnet, por eso a veces también tenemos problemas con ellos, pero eso es otra cosa.
SEÑORA ALBERNAZ.- Tengo treinta y dos años.
Está bueno todo lo que estaban diciendo porque he pasado por muchas de esas situaciones, pero quiero hacer hincapié en lo que significa tener discapacidad y ser joven, porque la gente tiene la idea de que una persona no ve o ve poco cuando es mayor, y no es así. En mi caso, me detectaron esta enfermedad maculopatía stargardt a los trece años, pero es de nacimiento. Cuando hice la escuela, los maestros no se dieron cuenta. Se dio cuenta mi abuela cuando fui a enhebrar una aguja. Lo que quiero decir es que tenemos una vida «normal» entre comillas, pero sería mucho más fácil y accesible si hubiera apoyo o información sobre el tema de la baja visión. Soy del interior y ese también es otro gran tema, porque el sistema de salud y los institutos para ciegos o personas de baja visión en esa época estaban en Montevideo. Cuando en ese momento me detectaron la enfermedad, mis padres me llevaron a los mejores oftalmólogos pero no había solución. La gente piensa que se soluciona usando lentes, pero no es así. Como estaba en el interior, pude hacer el liceo bastante bien. No veía el pizarrón, pero yo hacía que copiaba simulando que veía bien. Es un tema personal que tiene que ver con asumir la discapacidad. Pero no había información, como no era ciega seguía yendo al liceo, y lo pude hacer. El problema fue cuando llegué a la Facultad, donde había que mirar todo en carteleras. No usaba bastón porque no era ciega. En mi casa no le compraban computadora a mi hermana que ve bien para no herirme a mí, que no podía usarla. Entonces me enteré de la existencia de un lector de pantalla y una cosa llevó a la otra. También me enteré de que había un pase libre.
Quiero hacer hincapié en el hecho de que cuando fui a la Comisión Honoraria del Discapacitado a interiorizarme del tema y a conocer mis derechos, una de las asistentes sociales que me atendió dijo que lo mío era para ponerme lentes, que no era una discapacidad. Entonces, salí de ahí pensando: «¿Qué soy? No veo bien pero tampoco soy ciega. ¿A qué grupo pertenezco?». No iba a usar un bastón blanco porque no era ciega. Una cosa llevó a la otra y me enteré de la existencia del bastón verde que se había implementado en Argentina. Entonces compré un bastón blanco y le puse papel «contact». El problema fue cuando lo empecé a usar. La gente me miraba porque no se me nota que veo poco. Lamentablemente la gente tiene que ver para creer; tiene que ver que te falta algo, que tenés algo de más, que algo raro tenés en la vista
El bastón verde para mí fue una solución para identificarme, sentirme parte de un grupo y tener un símbolo que le demuestre a las personas que tengo baja visión, porque me ayuda en la vida cotidiana. Si no lo uso, nadie se da cuenta. Un día me pasó que pedí a alguien que me avisara cuando pasaba el ómnibus y me miraban como diciendo: «Mijita, fijate vos». A los choferes les preguntaba qué destino tenían y me decían: «Hay que leer, hay que saber leer». Te toman el pelo. Es todo un tema salir a la calle y hacer lo cotidiano. Ahora uso el bastón, y si alguien no se da cuenta porque lo llevo plegado, le digo: «Uso este bastón, es verde porque significa baja visión». En la salud, no hace mucho tiempo le pregunté a una enfermera por una sala y me dijo: «Hay que leer acá», y yo tenía el bastón en la mano. Me preocupa el tema de la ignorancia de la gente. Creo que es necesario difundir estas cosas. Me extraña que los propios médicos oftalmólogos no sepan de la baja visión, o saben pero lo toman como una enfermedad. Esto va más allá de la enfermedad, tiene que ver con la vida cotidiana de cada uno. Yo estudio, trabajo, tengo una vida «normal», como cualquier persona. Mucha gente se piensa que cuando uno tiene una limitación visual se queda en la casa aprendiendo Braille. Algunas de las personas con discapacidad visual no usan Braille, porque la tecnología ha avanzado muchísimo y por suerte nos permite usar la computadora y trabajar con ella lo más bien.
Conocí a Perla Mayo precisamente por Internet y le conté mi situación; para mí era normal contarlo. Cuando vi que nadie sabía lo que era el bastón verde, me propuse explicarlo. Algunas personas no disponen de quince minutos para explicarles lo que tienen y cómo ven, que es lo primero que los demás preguntan. Lo que uno ve es muy subjetivo, porque no todo el mundo que tiene baja visión tiene la misma patología y ve igual. Entonces un día que tenía tiempo empecé a escribir algo que explicaba la situación, haciendo hincapié en que somos personas normales, que tenemos una vida, familia, hijos, podemos estudiar, trabajar, que no somos inútiles que estamos en nuestras casas, que podemos hacer cosas y que no tenemos que estar dependiendo de una pensión; en definitiva, que podemos tener una vida normal. Escribí ese papel e hice fotocopias. Entonces, cada vez que una persona se me acercaba, para no explicarle todo, le daba esa fotocopia que explica qué significa la baja visión. También decía que cuando alguien tiene un bastón verde o blanco, la persona puede acercarse y ofrecer su ayuda.
Hay muchas más anécdotas para contar. Me parece fundamental que se legalice el bastón verde. Pertenezco a una institución donde al principio se lo rechazaba, pero poco a poco se va difundiendo. Debemos usarlo. Sé de muchas amigas que no lo usan porque el ómnibus no les para; entonces, usan el blanco. Es lamentable que uno tenga que usar un bastón blanco, hacerse el ciego. Eso es ser hipócrita y autoengañarse y engañar a los demás. Quiero que el bastón verde se difunda, que se sepa lo que es la baja visión. Esto ayudaría a niños que están en la misma situación.
Espero que con lo que he dicho, se pongan en el lugar de las personas, que es muy importante. Debemos tener una vida digna, como todos.
SEÑORA PRESIDENTA.- A través de los testimonios de los invitados y del material que dejan, el tema quedó muy claro. A mi juicio, es un tema de derechos.
SEÑOR NOVALES.- Doy la bienvenida a la delegación que trabaja en pos del bastón verde como identificación. En el año 2008 presentamos un proyecto de ley para establecer el uso del bastón verde como identificación de las personas con baja visión. Quizás el hecho de que el proyecto esté radicado en la Comisión de Salud Pública haga que esto no funcione con la debida velocidad. Si la señora Presidenta está de acuerdo, podemos solicitar que este proyecto de ley se incorpore a la Comisión de Derechos Humanos, donde se le va a dar un trámite mucho más rápido.
SEÑOR ESPINOSA.- Comparto lo expresado por el señor Diputado Novales. Lo felicitamos porque acerca al Parlamento una inquietud que, como han expuesto los visitantes, es de vital relevancia.
En coordinación con el señor Diputado Novales, debemos lograr que las autoridades públicas comprendan a cabalidad lo que ustedes padecen. Tenemos experiencias de personas que están vinculadas laboralmente a la actividad pública y por distintas enfermedades, fundamentalmente diabetes, han ido perdiendo la visión y están teniendo trastornos laborales increíbles. Por ejemplo, en invierno les toca salir de sus lugares de trabajo y no pueden llegar a sus casas porque no ven. Esta situación se agrava por la oscuridad que se acerca.
Muchas veces hemos hecho planteamientos ante esos casos, que si bien son una excepción se convierten en una regla en lo macro, pero no han sido tenidos en cuenta. Creo que este es un tema de respeto de los derechos humanos y de integridad física de las personas. Existen ciertas estructuras por las cuales hay que tener alguna particularidad física para saber quién tiene una discapacidad y quién no. Eso no es así. La autoridad pública, fundamentalmente en el ámbito laboral, tiene que proteger, salvaguardar y dar garantías para que las personas que tienen baja visión sean atendidas y respetadas.
SEÑORA PRESIDENTA.- Analizaremos el proyecto presentado por el señor Diputado Novales y haremos la comparación con el proyecto argentino. Veremos qué tramite interno llevamos a cabo; podemos realizar una reunión de esta Comisión integrada con la de Salud Pública. Queda claro que si bien es un tema de salud, también tiene que ver con los derechos. Por eso, esta Comisión los está recibiendo en el día de hoy.
SEÑORA SPITALNIK.- En nombre de la Fundación Bastón Verde y de los usuarios que nos acompañan, agradecemos habernos recibido. Quedamos a disposición. La baja visión es un tema de salud, el bastón verde es un derecho a moverse libremente por la ciudad y a ser reconocidos, sin ser discriminados.
SEÑORA PRESIDENTA.- La Comisión agradece la presencia de la delegación.
Se levanta la reunión.
Fuente Imagen: prevenirlaceguera.blogspot.com
saber donde se puede llamar en uruguay a efecto de tener contacto con persona con el mismo vicion podrer comunicarse