Reproducimos la columna de Washington Abdala en “Voces Semanario” bajo el título “¡Pastores truchos por todos lados viejo!”.
“Una de los asuntos que tendrían que inquietarnos en una sociedad que pretende ser madura es que sus ciudadanos no sean robados en su buena fe. En ese sentido, Uruguay está en deuda con muchos habitantes a los que se los estafa vilmente desde pretendidas religiones, saqueándoles sus dineros y lavándoles las cabezas con creencias insólitas. Desde vendedores de magia negra y sus “trabajos” que ofrecen en el mercado, hasta micro iglesias inventadas, con pastores más parecidos a delincuentes profesionales que a personas con amor por el prójimo, en fin, todo se escuda por detrás de la “libertad de cultos” de rango constitucional.
Justamente el concepto libertad de cultos, tan caro para la sociedad actual, se origina en una concepción tolerante en la que las religiones asentadas son todas permitidas y ninguna discriminada. La idea hace pie en que cualquiera puede creer en lo que desee, y nadie tiene derecho a imponer al otro una visión religiosa de ningún tipo. En esa línea el Uruguay gracias al Batllismo, ganó una batalla en la que la Iglesia Católica no tiene injerencia en el credo oficial de la sociedad y la separación entre ambos es real. Basta ver a Latinoamérica para advertir el sinsentido de países que asumen alguna religión oficial y donde los ciudadanos que no coinciden con esa visión son casi personas de segunda clase. Pero una cosa es la libertad de cultos y otra muy distinta es la libertad para estafar en su buena fe a la gente.
Se me contestará que existen figuras penales que permiten dar cobertura a estas tipologías delictivas cuando hay maniobras artificiosas, dolo y engaños varios. Si, como abogado soy consciente de que en teoría eso es así, pero en los hechos las cosas no son tan sencillas de encuadrar por miedos a represalias ante el poder de los “religiosos” de turno. Las denuncias no abundan y es un terreno en el que el poder institucional no desea ingresar por riesgos de ser acusado de autoritario. Y del Poder Judicial, en fin, la realidad se comenta sola. No he visto nunca una actuación de oficio en estos asuntos y rompe los ojos que se está, en muchos casos -no en la mayoría por cierto- ante estafadores espantosos que actúan impunemente.
Porque estamos hablando de “poder” y de “dinero”. En Brasil algunas religiones mueven cifras siderales, tiene parlamentarios a su servicio y ya son un poder real. Lo de Marina Silva entre otras explicaciones tiene también esta lectura y reconozco que no es negativa la tarea de algunos evangelistas contra la droga, el alcohol y la exaltación del esfuerzo propio.
Algunos de las religiones nuevas, llegan hasta nuestras tierras, y uno advierte el poder económico en la compra de espacios en los medios de comunicación, en la voz hasta imitada de muchos pastores criollos pero “abrasilerados” y en las movilizaciones multitudinarias que realizan. Esta es una posmodernidad que las religiones clásicas no parecen advertir o no saben como hacerlo desde sus púlpitos del pasado. Pero hay que discriminar los que son serios y honestos de los delincuentones y avivados. Ese es el punto, y libertad no es libertinaje ya lo sabemos todos.
Muchas de las religiones posmodernas no tienen la formalidad pesada de la Iglesia Católica, no tienen la seriedad de las misiones evangélicas del setenta, y no tienen la historia y los rituales del Judaísmo. Solo tienen el oportunismo magnético de reinterpretar pasajes de la Biblia con visiones maniqueas y donde el diablo se cuela por la claraboya si el ciudadano no se porta bien…humm… Se producen milagros y la gran estafa se monta ante los ojos de todos…sin poder hacer nada. Y siempre hay que pagar algún pesito para salvarse. ¡Eso si que es impunidad total! Es cierto que hay nuevas religiones, que seguramente, serán beneficiosas para muchos de los que en ellas creen y que actúan con buena voluntad y su obra se advierte de forma positiva. Conozco evangelistas que son un ejemplo. No lo niego. Pero hay otras religiones que son solo ignorancia y berretez, es a ellas a las que hay que denunciar y combatir dado que solo pretenden beneficios económicos y lo que ofrecen amerita estar convencidos que son apóstoles del delito. “Chorros,” hablando claro, con pose espiritual.
Por lo menos, levantemos la voz, acusemos de “truchos” a esos pastores de mala fe (con títulos de pastor conseguido en algún baño de un bar) y eduquemos a fondo en estos asuntos para que se sepa cuando una religión tiene un trasfondo sólido y cuando es solo oportunismo miserable que pretende extirpar al bolsillo de los ciudadanos.
Porque en general son los más pobres a los que se engaña y estafa, son los que viven con mayores ansiedades y requieren de más apoyo espiritual para soportar la penuria diaria del vivir cotidiano a contra corriente, y es a ellos a los que hay que iluminar para que no sean birlados por estos mequetrefes miserables que por detrás del manto de la solidaridad esconden el robo vil a los pocos pesos que esos ciudadanos pueden tener.
Y que no se diga que estoy proponiendo una policía religiosa (una mulá), o un centro de censura religiosa. Solo estoy insistiendo en que hay que “educar”, hay que informar más lo que hacen unos y otros, y hay que evitar dejarse ver tentados por los dinerillos que ellos tienen. Muchos moralistas criollos lo son de la boca para afuera porque cuando ven que pueden lucrar con algunos de estos movimientos de baja probidad moral (por decir lo menos) no tienen problema en ambientarles espacios y aceptar el billetito de Franklin.
A no quejarse si un día el país es un conjunto de idiotas que no saben lo que quieren y que los arrastra el último demagogo que aparezca por allí. Porque una sociedad ignorante e inculta es presa fácil para los cretinos de cualquier signo. Y si no cambiamos la pisada este es un escenario que no debiera sonarnos extraño. En todos los barrios marginales, de Montevideo y del Interior, algunas de estas creencias se cuelan como ratas. No estoy inventando nada, alcanza con zapatear un poco y ver lo que se está gestando. Poner las barbas en remojo no estaría mal”.
Fuente: Voces Semanario.