En estos días el Ministro de Ganadería, Agricultura y Pesca, Tabaré Aguerre, transmitió su preocupación por la concentración de la tierra, ya que impacta negativamente en los pequeños productores, e hizo referencia también a la extranjerización. (1)
La apertura de los últimos años a la inversión extranjera en el campo ha provocado la supremacía del agronegocio manejado por grandes empresas trasnacionales sojeras y forestales entre otras y posibilitó la concentración de la tierra en manos de estas trasnacionales. Las forestales tienen bajo su propiedad más de un millón de hectáreas, en tanto que la soja transgénica ocupa también casi un millón.
Es realmente preocupante que la propiedad de una importante parte del territorio uruguayo esté concentrada en manos de empresas extranjeras. Pero también preocupa que el actual modelo de producción en base a monocultivos a gran escala haya avanzado sobre tierras hasta entonces productoras de alimentos, cercando y desplazando a quienes hasta ahora han vivido y producido en el campo constituyendo la base de nuestra soberanía alimentaria. Y preocupa doblemente que en ese avance, y como parte del modelo del agronegocio, haya empresas multinacionales que, según reconoció el propio Aguerre, siembren eventos transgénicos no autorizados a ser comercializados en Uruguay para luego exportar la semilla producida.
Como resultado de la concentración de tierras por el agronegocio, los pequeños y medianos productores y familias rurales se enfrentan a graves problemas:
– el precio de la tierra ha subido enormemente, tanto para la compra como para el arrendamiento
– en algunas zonas del país no les es posible acceder a tierras de los alrededores porque han sido adquiridas por empresas forestales o sojeras
– el uso de gran cantidad de agrotóxicos en estos monocultivos a gran escala ha resultado en procesos de contaminación que afectan la salud de la gente, de los animales domésticos y de la fauna silvestre
– a partir de la expansión de la forestación a gran escala, en muchos lugares del país ha disminuido o desaparecido el agua de pozos, arroyos y cañadas.
En un reciente recorrido por el interior del país comprobamos con tristeza estos problemas, pero haber hablado con gente de campo que quiere seguir viviendo de y en el campo nos lleva a redoblar nuestros esfuerzos para denunciar los impactos del agronegocio.
Mejora la economía…¿a favor de quién?
Aguerre afirmó que “este fenómeno generó un crecimiento de la producción y una dinamización de los sistemas productivos (…) hay más agricultura y hay más exportación”. (1) No hay duda de esto si nos referimos a la soja y a la forestación, pero esta riqueza no se distribuye, ni el bienestar prometido se refleja en la población local. La materia prima producto de estos cultivos se exporta sin valor agregado, en forma de granos y rolos de madera.
Estamos frente a un proceso de concentración de la riqueza. Si no: ¿cómo se explica que ante esta mejora económica haya aumentado la desocupación en la mayoría de los departamentos del interior del país y que haya más familias viviendo en asentamientos irregulares, tal como se ha informado recientemente?
Esto da por tierra el argumento de que el modelo del agronegocio con fuerte inversión en el campo trae riqueza y empleo para la gente.
La tierra, nuestra soberanía
Este mes se conmemora un nuevo aniversario del Reglamento de Tierras de Artigas. El 10 de septiembre de 1815 Uruguay se convierte en el primer país de América Latina en sancionar una reforma agraria en vistas a una distribución de tierras y al fomento de la producción, en uno de cuyos artículos Artigas determinó como criterio central el de “que los más infelices sean los más privilegiados”.(2)
Si bien se ha avanzado poco en estos casi 200 años, el reclamo por la tierra ha sido una bandera que levantaron alto los movimientos populares del país a lo largo de toda su historia. La tierra como elemento integral de la soberanía, como sustento de nuestro alimento, nuestra salud y nuestro futuro.
Esa bandera de lucha artiguista es hoy más necesaria que nunca. No podemos permitir que el desarrollo del país, la mejora en la calidad de vida de su gente y el cuidado de sus recursos naturales quede en manos de empresas trasnacionales del agronegocio, que concentran tierras con el único objetivo de incrementar sus ganancias.
Tenemos otros caminos. Los emprendimientos productivos a pequeña y mediana escala en distintos puntos del país, el cuidado y utilización de semillas criollas, la producción diversificada, entre otros, sólo necesitan ser promovidos y apoyados para que puedan convertirse en realidad.
Esto nos lleva una vez más a plantear la urgencia de un debate nacional sobre los usos, propiedad y concentración de la tierra y sobre el modelo productivo que queremos para nuestro país que es, en definitiva, debatir sobre nuestra soberanía.
Grupo Guayubira
Setiembre de 2010
Notas:
1.- “El MGAP ve difícil frenar la concentración de la tierra” http://www.elpais.com.uy/100827/pecono-511144/economia/el-mgap-ve-dificil-frenar-la-concentracion-de-la-tierra
“Productividad. Madre de la revolución. Aguerre: Uruguay se va transformando de país ganadero a país agrícola” http://www.larepublica.com.uy/economia/422266-aguerre-uruguay-se-va-transformando-de-pais-ganadero-a-pais-agricola
2.- Reglamento de Tierras de 1815 http://www.artigas.org.uy/fichas/historia_militar/hm_purificacion_03.htm
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