La policía reprimió con dureza una manifestación contra el calentamiento global en Copenhage.
La manifestación se vio empañada en parte por incidentes que estallaron poco después de su inicio, cuando un grupo de unas 300 personas encapuchadas y completamente vestidas de negro comenzaron a romper vidrieras en el centro de la capital danesa.
Pero esos incidentes, que se saldaron con 968 detenidos según la policía, no podían ocultar el carácter más bien pacífico de la marcha que unió a militantes ecologistas y anti-globalización de todas las edades, bebés incluidos.
Con mapamundis inflables y pancartas amarillas, los manifestantes recordaban que “no hay planeta B” y que “la naturaleza no acepta los compromisos” , en referencia a la necesidad de lograr un acuerdo de lucha contra el calentamiento planetario a la altura de las expectativas.
Frente al parlamento danés, disfrazado de Papá Noel, un manifestante advertía que el calentamiento avanza a un ritmo dos veces más rápido en el Artico: “»Mi reno no lo soporta más” , decía, mientras otros cerca suyo agitaban osos polares.
Muchos daneses observaban el desfile de la multitud y se asombraban del número de manifestantes.
La policía estimó que al menos 30.000 personas iniciaron la marcha, aunque admitió más tarde que “hay mucha gente”.
Para los organizadores, había cerca de 100.000 personas desfilando desde el parlamento hasta el Bella Center, sede de la conferencia de la ONU que debería dar lugar a un nuevo acuerdo climático el 18 de diciembre, día previsto para su conclusión.
“Si hay una manifestación en la vida, es ésta” , explicaba Fiona, una francesa de 23 años que viajó a Dinamarca con un grupo de los Verdes europeos.
“El clima no es una cuestión de números, sino de gente que sufre”, señalaba una danesa de Amigos de la Tierra.
Por primera vez, los militantes anti-globalización y a favor de la justicia social llegados de toda Europa, América Latina y Asia, se mezclaban con los activistas ecologistas con banderolas que reclamaban “¡Cambiar la política, no el clima!”.
A pesar del gran despliegue policial, con furgones en cada esquina y helicópteros sobrevolando el recorrido previsto por la marcha, la violencia dijo presente con destrozos de vitrinas y 968 detenidos.
Según la policía, los agitadores pertenecían a los grupúsculos ultraviolentos conocidos como “Black Blocs” , que ya habían actuado durante la cumbre de la OTAN en abril pasado.
Los disturbios prosiguieron durante la tarde, en el seno de la manifestación y al margen de ella. Un policía resultó herido y varios vehículos fueron incendiados.