Peñarol y el equipo argentino Newells Old Boys habían acordado juntarse a jugar un partido amistoso y, como casi siempre sucede en este tipo de eventos internacionales y fundamentalmente con los argentinos, el encuentro terminó en una riña de barrio.
El partido se jugó en el departamento de Maldonado y, debido a la gresca generalizada, terminó a los 40 minutos, definitivamente.
Peñarol ganaba 1 a 0 con gol de Braian Rodríguez de cabeza, pero un hecho violento disolvió todo: un forcejeo entre el volante uruguayo Julio Mozzo y el argentino Diego Mateo terminó con un golpe de puño del aurinegro en el rostro del argentino.
A partir de allí se desató la gresca entre los protagonistas, con más agresiones entre los propios jugadores que disputaban simplemente un amistoso.
El juez Luis Larrañaga decidió suspender el encuentro para no sufrir eventuales consecuencias mayores en un partido donde el cometido era la preparación.
“A nadie de los que está acá nos gusta lo que pasó”, expresó el DT carbonero, Julio Ribas y su colega, el director técnico de Newell’s Old Boys Roberto Sensini, sostuvo faltaron policías para controlar los incidentes entre los jugadores. “Tomo nota de que había poca seguridad”, dijo.