Un sitio en Internet de la República Argentina (MDZ on-line) publicó recientemente una crónica de un ciudadano del vecino país que asegura tener la solución para mitigar los efectos del Dengue que por estos días afecta varias provincias argentinas.
El titular de la solución se hace llamar “Juan”, vive en Mendoza y cría sapos en su casa, que luego reparte entre los vecinos con la intención de repoblar la zona y combatir así el Dengue.
Existen varias hipótesis acerca de la desaparición de sapos y ranas de la zona. Algunos acusan a las fumigaciones masivas que se realizan desde hace años; otros, a la marcha urbana y a la reubicación de barrios luego del terremoto de 1985. «Los plaguicidas, la poca cultura de la gente, los niños que le tienen ese miedo que le transfieren sus padres y hasta la propia cara fea de los sapos juegan en contra», opinó Juan. Y agregó que «hay tantos perros muertos de hambre sueltos por allí que ¡se los comen!».
Según datos de la Fundación Cullunche, un sapo come 15 mil insectos por mes. «Los sapos y las ranas, los anfibios en general pero también los murciélagos, son controladores biológicos», explicó Jennifer Ibarra, miembro de esta organización. «Su ausencia indica que una zona está contaminada», agregó.
Sobre la escasa cantidad de batracios en la zona, tanto Juan como Jennifer acusan, primero, a la acumulación de basura en los canales de riesgo, que no los deja vivir; y después, a la utilización de productos tóxicos contra las plagas. «El plaguicida no mata selectivamente al mosquito del dengue, mata todo», por lo que «antes de ponerse a fumigar por todos lados deberían limpiar las acequias y permitir que el agua limpia circule. Donde hay agua limpia circulando, no hay mosquitos de ningún tipo», sostuvo Ibarra.
La mujer de “Juan” también propone la crianza de murciélagos. De acuerdo a datos de la fundación, cada uno digiere 600 mosquitos por día, no contamina ni produce efectos nocivos.