El diputado Alberto Scavarelli afronta en esta ocasión en su columna, con su mirada crítica, el tema de los «Impuestos y Combustibles».
«El precio del barril de petróleo se ha desbocado.
No es necesario decir cuanto significan los combustibles y otros derivados del petróleo en nuestras sociedades, La incidencia en materia de producción y transporte es enorme, sobre todo cuando el precio del barril de referencia, superó alegremente los 100 dólares y se pronostica que llegará a los 200 a corto plazo.
Para Uruguay el tema es particularmente grave, sobre todo porque los combustibles se han transformado en un pilar de la recaudación impositiva, destinada a financiar el gasto público.
A partir de esta situación, la política tributaria uruguaya debiera consensuar el abandono del petróleo y sus derivados como base de recaudación impositiva, porque ante esta dura realidad de los precios nada puede incidir en incrementar el precio al consumidor final.
Estamos entrando en una espiral que tendrá repercusiones en la inflación, en la inversión y en la producción toda, elementos sobre los que no podemos darnos el lujo de afectar. Sin duda que esta brecha enorme entre los treinta y cinco dólares de ayer nomás y el precio actual, servirá de estímulo al incremento en inversión en la detección y extracción de petróleo crudo en muchas regiones donde por distintas razones hasta hoy no era rentable hacerlo. Todo hace pensar que además se generara de una buena vez
el desarrollo de otras fuentes alternativas y la aplicación de otras tecnologías para la matriz energética de los automotores.
Las explicaciones que se han dado a estos precios son muchas e incluyen el crecimiento de la demanda derivada de la puesta rueda con el resto del mundo de potencias más que emergentes como China e India. Ambas con centenares de millones de habitantes que tienen todo el derecho de reducir la brecha en su calidad de vida con el resto del mundo pero que tiene sus consecuencias.
Resulta escalofriante solo pensar el número de vehículos que debieran construirse y por supuesto alimentarse con combustible, si las poblaciones de China e India se acercaran al número de automóviles en proporción a la que existe en países de economía similar en occidente.
Cuando esos centenares de millones de personas consumen más hierro en sus acerías, en salud, alimentos, materias primas o en más combustibles como ahora, los precios se disparan, sino basta ver que esta sucediendo con nuestros productos agropecuarios.
Es posible que en el caso del petróleo exista además un componente de especulación de enorme magnitud, lo que no sería extraño con los miles de millones de dólares que el negocio significa.
Lamentablemente no se ha visto para Uruguay la mentada operación de canje de petróleo por alimentos con Venezuela, ni se advierte que teniendo una de las producciones más grandes del mercado ese gobierno tenga trato preferencial con sus vecinos, ni con el MERCOSUR al que buscó entrar por la ventana.
Ya no pueden considerarse los combustibles derivados del petróleo refinado, como base de recaudación tributaria como ha hecho nuestro país, hasta llegar al uno y medio ciento del Producto Interno Bruto. Salvo el consumo más rígido, aquel que la gente no puede dejar de realizar para seguir viviendo o produciendo, el resto -entre comillas suntuario- tendrá una importante disminución, que generará una reducción apreciable en la recaudación impositiva.
En consecuencia el punto de inflexión entre demanda y recaudación encontrará un punto de equilibrio y no favorecerá las arcas del estado. Siendo así, no parece sensato seguir gravando los combustibles de la forma en que se está haciendo con los efectos recesivos en materia de inversión, reducción de la actividad del país y de inflación que naturalmente producirá, por lo que los combustibles inciden en toda la cadena de producción, transporte y puesta a disposición del público de todas las mercaderías.
Claro está en este tiempo preelectoral en desarrollo, con más de quinientos millones de dólares de gasto público promovido por el propio partido de gobierno, estas medidas no serán simples de aplicar, pero dejar pasar los hechos no será un proceder aconsejable.
Como se hizo ayer con la supresión del impuesto a la compra de moneda extranjera de las empresas públicas, o con impuestos tales como el Imesi a las naftas, es un imperativo de la hora eliminar o reducir a la mínima expresión posible, todo gravamen que afecte el precio final de los combustibles».
Representante Nacional – Partido Colorado – Uruguay.