En el marco de un trabajo interinstitucional con varios Ministerios y con la ANEP, el Instituto del Niño y el Adolescente (INAU) trabaja en la atención de centenares de situaciones de maltrato y abuso en menores. La población más vulnerable se sitúa entre los niños en edad escolar. Se procura que docentes, familiares y vecinos denuncien mediante diferentes vías, aquellas situaciones que en su globalidad comprueban tal agresión.
Si bien existen denuncias de violaciones, en proporción, se registran más casos de maltrato físico, que de abuso sexual, según se da cuenta el 30 de junio de 2008.
La coordinadora del SIPIAV (Sistema Integral de Protección a la Infancia y a la Adolescencia contra la Violencia), María Elena Mizrahi, explicó que no se puede cuantificar si aumentaron las situaciones de violencia, teniendo en cuenta que, recién con la creación de este Sistema, se comenzó a tener instrumentos para monitorear las denuncias.
El SIPIAV engloba el trabajo mancomunado de la ANEP, los Ministerios de Salud Pública, Interior y Desarrollo Social, éste último a través de Infamilia y las organizaciones no gubernamentales en convenio con INAU, Instituto a cargo de la coordinación.
Se cuenta con un Comité de Gestión que se reúne una vez al mes, donde las instituciones diseñan estrategias y políticas y coordinan las distintas formas de intervención. Ante una situación de sospecha o violencia o abuso ya comprobado, los actores antes mencionados participan en alguna medida en el proceso, desde la detección hasta el tratamiento.
El objetivo de todo este accionar es prevenir, no llegar a comunicarse ante una situación de violencia ya consumada, sino con anticipación, por eso la importancia de instalarse en los territorios, explicó María Elena Mizrahi. La coordinadora aclaró que la violencia se define como «violencia y maltrato con la continuidad en el tiempo, si es algo que se ejerce en forma constante, no una vez aislada».
Mizrahi sostuvo que la cantidad de llamadas destinadas a la denominada «Línea Azul» del INAU -0800 5050- se mantiene, aproximadamente unas cinco comunicaciones diarias (aunque no todas obedecen a este tipo de denuncias). Una vez recibida la llamada, se recepciona la información, se verifica y por lo general el equipo técnico visita ese domicilio o se cita a los referentes de esa familia a una primera entrevista. Si la situación es grave, por lo general se realiza la denuncia policial, dado que es necesaria la intervención judicial.
Otras vías de denuncia, pueden ser: los juzgados, las seccionales policiales y los centros educativos.
Mizrahi entiende que se registró un cambio tras la creación del SIPIAV – el 25 de abril de 2007-, porque se comenzó un abordaje comunitario y territorial, porque se encuentran centros de denuncia en los diferentes barrios. Esto se suma al accionar en las escuelas, donde Primaria ya cuenta con protocolos y mapas de ruta que permiten a la población detectar situaciones de violencia con más claridad y a las autoridades les brinda la posibilidad de abordarlas.
En un año, se atendieron 267 núcleos específicos de situaciones de violencia. En este momento, INAU trabaja en unos 400 casos que persisten.
En cuanto a cuáles son las denuncias que terminan en la vía judicial, Mizrahi indicó que depende de la situación. Si se trata de un abuso o explotación sexual, indefectiblemente pasa a la órbita judicial. Si existen situaciones de violencia intrafamiliar, así sea emocional o física, se comienza a trabajar con esa familia para bajar los niveles de violencia. En la medida que la situación que se presente, sea resistente al proceso, a los tratamientos y a la forma de abordaje, de no existir otra opción, se judicializa la situación.
Existen diferentes factores que permiten detectar estos casos y todos ellos se encuentran inmersos en un Protocolo de Intervención en Situaciones de Violencia.
Algunos de ellos se pueden reseñar en base a ciertas características: cuando el niño se vuelve introvertido, callado, pobre en el rendimiento escolar. A veces el menor siente temor a los adultos y es reticente a una caricia, por ejemplo. La inseguridad así como una pobre o idealizada relación con los padres especialmente con el abusador, un comportamiento inapropiado para la edad, intento de suicidio, promiscuidad, trastornos varios tanto en la comida como en el sueño, fugas del hogar, depresión, violencia hacia otros, autoagresión y aislamiento, entre otros, además de las lesiones físicas como golpes, quemaduras y fracturas sin explicación, vestimenta inadecuada para el clima y tendencias destructivas. Puntualmente en el caso de abuso, los dolores en las áreas genitales, lesiones o sangrados, infecciones urinarias repetidas, enfermedades venéreas, hematomas en muslos, dificultades para caminar o embarazo.
Todos estos elementos, deben ser manejados con precaución a la luz pública para no confundir un hecho aislado con un caso de violencia. Estas detecciones implican un conjunto y un análisis de los equipos técnicos que puedan constatar o no la sospecha de maltrato.
Fuente: Presidencia de la República. http://www.presidencia.gub.uy/
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