¡No lo podíamos creer
!!, estábamos en el rancho de mi tía en la playa de La Pedrera en pleno enero, verano
.
Y aquel día nos despertamos con el cielo cubierto de nubes
grises, sin nada de sol.
Pude escuchar desde el cuarto del entrepiso a la tía como le
decía a mamá que los pescadores no saldrían a la mar a la tarde, ya que veían venir una tormenta de verano.
¡Que fastidio!, nos quedábamos sin ir a la playa por la tarde.
Eran como las nueve de la mañana, mi hermana se despertó y nos pusimos los
bañadores.
Rápidamente bajamos a la cocina a desayunar, ya teníamos el
café con leche pronto y el pan recién horneado en el horno de barro del rancho,
una de las delicias de la tía.
La tía Norma nos propuso para después del desayuno ir a
levantar piedras, conchas, caparazones de caracoles de mar.
Así lo hicimos, llevamos nuestros baldes de playa y salimos
por la costa caminando rumbo al faro de la Paloma, es increíble todo lo que se puede caminar
por la playa sin cansarte.
Volvimos al rancho con los baldes llenos de tesoros, de
nuestra expedición matinal.
Mamá ya tenía la comida preparada para todos, una merluza
con papas y una ensalada de lechugas y tomates , ¡riquísimo!.
Pero desde el cielo ya empezaban a caer las primeras gotas
de lluvia, así que la tía nos dijo que sería una buena oportunidad para dormir
una siesta, hábito este que no nos gustaba mucho, tanto a mi hermana como a mí,
pero agrego la tía que al despertar de la siesta tendríamos una sorpresa…
Pero a la hora de estar durmiendo, nos despertamos a causa
de los truenos, del viento y de como golpeaba la lluvia en nuestra ventana.
Bajamos a la cocina con la esperanza de que la sorpresa de
la tía nos alegrara la tarde.
Y allí estaba la tía sentada en la alfombra con un viejo y
gran baúl lleno de trapos de colores, sombreros, ropa vieja, bastones,
cinturones en fin todo el vestuario de su época de actriz de teatro.
Mi hermana y yo pasamos toda la tarde disfrazándonos, con
una chaqueta negra un bastón un sombrero Bombín, y pintándome un pequeño y
gracioso bigote me transforme en Carlitos Chaplín y mi hermana con un vestido
viejo de colores una peluca y muchos collares en una dama de época la tía y
mamá se disfrazaron de piratas con un parche en el ojo y todo.
Fue una tarde distinta de verano, tarde de disfraces,
canciones y actuaciones de distintos personajes, esa tarde el rancho se
convirtió en los escenarios de teatros en donde la tía actuaba.
Quizás que en verano viene bien una tarde de lluvia, para
despertar la imaginación y así los duendes de la actuación nos conviertan en
otros personajes dando paso a la fantasía…
Fernando Serantes. deaquipalla2002@yahoo.es
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