El diputado colorado Alberto Scavarelli aborda en esta
ponencia la situación de conflicto suscitada entre Colombia, Venezuela y
Ecuador en este artículo titulado «Es la hora de cuidar la paz».
«La situación entre Colombia, Venezuela y Ecuador, casi no podría ser peor.
Las FARC, son una organización ilegal que los organismos internacionales consideran
terrorista. En consecuencia, darle refugio o facilitar su accionar es un hecho
ilícito.
Fuerzas de Colombia en persecución de las FARC, ingresaron casi dos quilómetros
en territorio ecuatoriano sin autorización del gobierno de Ecuador. Atacaron y
de inmediato partieron con militantes de la FARC caídos y equipos con información, lo que
también es un hecho contrario al derecho internacional.
El presidente de Colombia debió haber informado de la persecución y que debería
ingresar por pocos minutos, unos cientos de metros territorio ecuatoriano, en
la selvática frontera. El presidente de Ecuador si no podía actuar, no podría
haber dicho fácilmente que no, sin aparecer dando refugio operativo a un grupo
ilegal fuertemente armado que usa su territorio con impunidad para equiparse y
huir de sus acciones ilícitas comprobadas.
Con Chávez y sus petrodólares en otra postura, actuarían como España y Francia,
que cooperan en la represión del terrorismo de ETA en base a acuerdos
bilaterales. Podría actuarse en cumplimiento de la ley y bajo estricto control
de la justicia, otorgar todas las garantías de un estado de derecho, pero sin
dar espacios de refugio para acción criminal organizada de ningún tipo,
incluida la de quienes increíblemente, tienen en medio de la
selva a cientos de personas secuestradas desde hace años.
Es admisible permitir a una fuerza delictiva, atacar en un lado y de inmediato
refugiarse ilegalmente a pocos metros de la frontera en otro según le convenga,
sin que los gobiernos hagan nada.
Es fácil imaginar el terror de los familiares de los secuestrados. Cualquier acción
pone en máximo riesgo la vida de esos seres humanos esclavizados, que deambulan
arrastrados por la selva. Los dramáticos testimonios de los liberados debieran
ser suficientes para comprobar la desgracia de sobrellevar un tiempo en el que
sobran discursos y faltan acciones en defensa de los derechos humanos más
elementales, de gente con el alma y la piel lacerada por tanta tortura
sostenida por años.
Es hora de la razón imprescindible en una región con países fuertemente armados, por la irracionalidad de una carrera armamentista desatada por el presidente de
Venezuela y sobre la que ya hemos escrito desde estas páginas.
A Chávez le faltó la anunciada invasión del enemigo y principal cliente
del norte, al que abastece puntualmente con el petróleo a los precios más altos
de la historia, que su generosa tierra le prodiga. Por eso ahora, petro-armado
hasta los dientes y con la misma excusa, estimula a Ecuador al despeñadero
donde se balancea la paz de la región.
Pueblos a los que les falta tanto, les malgastan sus recursos en armas y en indebidas
influencias con dineros que pertenecen a su desarrollo. La región necesita paz
y desarrollo. El combate es contra la falta de educación, el enemigo común es
la miseria y el objetivo el desarrollo humano en libertad.
Se trata de ofrecer una vida con mayores oportunidades. Lo que menos precisa nuestra
sufrida América es que una vez más con excusas inexcusables, le derramen la
sangre de su gente.
Mas allá de todo, no parece sensato siquiera de pensar, que Colombia aspire invadir
a Ecuador o a Venezuela. La responsabilidad de iniciar acciones militares de
difícil control, sería enorme.
El primer disparo sería el triunfo de la irracionalidad de una organización que
devino en delictiva, a la que hay que desarmar y someter a la justicia, procurando
que sus miembros se integren a una vida democrática y pacifica.
Ese es un tema interno de los colombianos, en el que el Tratado de Roma tiene
mucho por decir.
Deberá entrar en acción la OEA
o la ONU, para
prevenir males mayores. Un conflicto seria muy peligroso por la geografía y el
soliviantado espíritu que impera en la región. Lo que esté a nuestro
alcance -por poco que parezca- debe hacerse o asumir la responsabilidad que la
omisión conlleva.- Estos son los temas de fondo para tratar en las
cumbres presidenciales, esas que muchas veces se reúnen solo por ritualidad.
Representante Naciona. Partido Colorado – Uruguay.