En esta oportunidad la columna del diputado colorado Alberto Scavarelli lleva como título “Siempre es peor para
”Los negativos efectos del IRPF comienzan a constatarse en la economía familiar y en la forma de vida de los uruguayos. Eran previsibles y fueron advertidos de buena fe, porque repudiamos siempre la forma de ejercer la política de oposición basada en el ‘cuanto peor mejor’, porque pensando así, siempre perdemos todos como nación.
Junto a la preocupante información sobre el fuerte aumento de cuantía de la inflación alcanzada, se conocieron las declaraciones de la presidenta del sindicato de empleadas domesticas también alarmada por el despido o perdida de ingresos por parte de las personas que se dedican a esa actividad como consecuencia del retraimiento del gasto de sus empleadores, hoy duramente expoliados por el IRPF.
Fue en mayo de 2006 y varias veces después, que publicamos nuestra preocupación por el impuesto que se creaba, mencionando específicamente y entre otros, el efecto que en estos sectores de la población aparejaría por la pérdida de puestos de trabajo en calidad y cantidad por severa y extendida reducción de la capacidad económica de mucha
gente, gravada en sus sueldos y pasividades considerados renta.
No entiendo al Presidente, apañando el proyecto mas injusto que se puede imaginar, hecho de la peor manera, donde de un modo u otro están todos comprendidos mas allá de las franjas, porque la gente que no pague el impuesto, igual estará alcanzado por la profunda retracción en el mercado que vendrá , la baja de inversión, de la grande y de la chica, la baja del consumo, el reducir gente no importa donde este trabajando a todos
los niveles, menos trabajadores domésticos, menos peones, menos jardineros, cada cual a apretarse y a hacer las cosas por si mismo.
Nada de pequeñas reformas, nada de pintar la casa seguido y pagando a otro, todos al rodillo y al pincel, al lampazo y a la maquina de cortar césped, que después de todo no aparece tan difícil, pero alguien se quedara sin el trabajo. Menos gente trabajando, mas gente esperando la limosna del estado, a precio de ser inventariado y registrado como pobre, de poner en juego su autoestima desnudando su vida ante un extraño, del gran hermano que lo pone en un archivo de indigente para siempre. Así no vamos bien, estamos trocando actividad genuina por caridad estatal calificada. La dignidad del trabajo aun en changas provisorias, por la limosna del Estado y sus discursos de
turno».
Hoy casi un año y medio después y recién puesta en marcha la reforma fiscal, se reconoce el desborde inflacionario, y ante el aumento de los precios, operadores
del gobierno tratan ahora de bajarle revoluciones a un creciente descontento. Una visible retracción de la actividad se hace presente a diario, y humor de los uruguayos se torna difícilmente controlable, en medio de la reciente y negativa puesta en práctica de la reforma fiscal. Para hacer frente a la previsible inflación que hoy se hace presente se recurre a quitar dinero del bolsillo a trabajadores y pasivos oficialmente transformados en rentistas.
Se sacará dinero de circulación de todas las formas posibles, desde el conocido M1 que incluye la masa monetaria compuesta por el circulante y por depósitos a la vista, también entre otros instrumentos a usar, por el procedimiento de subir las tasas de interés para que el dinero se guarde en los bancos o se encarezca el crédito y se reduzca la disponibilidad en mercado. Se sumará la aplicación de una fuerte política del Banco Centra, de reducción de la masa de dinero circulante, y la inevitable depreciación de
la cotización del dólar en pleno auge exportador, todos riesgosos instrumentos usados con el mismo objetivo: bajar peligrosamente la capacidad de pago y de consumo interno, pero generando el riesgo del aumento del costo por los intereses del dinero y el achicamiento de la economía nacional y de las familias, así como el posicionamiento respecto de la competitividad.
La receta aplicada es vieja: si hay menos dinero en circulación la gente compra menos y si compra menos, los productos no se venden y por tanto no se pone presión a la inflación. Una solución por el achique, mientras la inflación que es el peor de los impuestos a los ingresos fijos, es capaz de devorar todo beneficio salarial y se suma a la debacle devastadora del IRPF, por estos días en plena aplicación. Lo peor es que la receta culmina no dando los resultados deseados, porque se genera un círculo perverso por el cual los precios terminan aumentando de cualquier forma, para cubrir gastos
fijos y las menores ventas.
Recordamos haber dicho que este modo de ataque a la inflación es una forma de adelgazar sin hacer dieta ni ejercicio, se va directamente a bajar cinco quilos de golpe amputándose un brazo o una pierna. El fantasma de la inflación que devora los ingresos fijos, agita los demonios de la parálisis: la deflación y el desempleo. El peligroso riesgo de dos extremos pasteurizantes, mientras se complica el mercado internacional de capitales al que el gobierno tanto ha recurrido, las bolsas internacionales tambalean
incidiendo en el riesgo país, al tiempo que crece peligrosamente el gasto del estado.
Preocupa que entre el paquete de instrumentos, se anuncie el «escrache» a comerciantes. Debiera pensarse bien donde termina un escrache y comienza el enojo resultante y la violencia que se constata latente y manifiesta en tantas ocasiones recientes.
¿Que pasará si algunos se salen de cauce y aflora la violencia y el vandalismo?
Aunque se quiera culpar a la prensa, la gente esta escuchando sus bolsillos, el aumento de los precios, sus disminuidos sobres de sueldos con el IRPF, esta viendo la merma en el consumo y en la actividad porque los que podían gastar han visto reducidos sus sueldos y jubilaciones que ahora son considerados rentas. Comienza a ser considerado un logro que los precios de algunos alimentos de segunda o tercera calidad tengan que ser trabajosamente subsidiados o rebajados bajo presión, con previsibles forcejeos entre
ministros, mientras los precios en general notoriamente aumentan mucho más de lo anunciado. No esta mal estar atentos a la evolución de algunos precios. Pero cuidado que el límite es impreciso y si se pasa de la raya, los productores pueden bajar los brazos y dejar de producir y reinvertir lo suficiente. El ejemplo de las tarifas argentinas artificiosamente rebajadas, esta muy cerca y a la vista con sus espantosos resultados porque impidió toda inversión en sectores estratégicos con tarifas que después de todo,
son un precio.
Hay que cuidar el otro extremo de estas situaciones: la escasez con su vieja expresión carestía envuelta en largas colas populares desde la madrugada, que en años de la infancia nos tocara vivir, en procura de restringidos productos esenciales tarifados. No está lejos que se plantee la vieja congelación de precios y renazca la COPRIN,
En el gobierno y muchos fuera de el, parecen estar viendo de cerca que ciertas cosas se están escapando de las manos. Un tiempo sostenido de bonanza y de crecimiento de las exportaciones en la región sin precedentes, que esta siendo desperdiciado por la peor de las situaciones: la desesperanza generada por políticas tributarias erradas, que el cuasi-asado subsidiado, no es ni de cerca suficiente para ponerle fin. Experimentar radicalmente con la sintonía fina de las complejas variables económicas y el sentir de la gente son medidas peligrosas, sin garantías y sin que sirva de nada que se asuma después la responsabilidad por lo perdido, porque cuanto peor estén las cosas, siempre es peor para la nación.
Representante Nacional – Partido Colorado- Uruguay.
www.scavarelli.com – albertoscavarelli@yahoo.com
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