Para el Director Ramón Méndez (MIEM) el gas natural presenta ventajas frente al carbón. «Es más limpio, genera menos dióxido de carbono y tiene menos impacto sobre el cambio climático». Añadió que el gas natural puede utilizarse a nivel residencial, industrial y, eventualmente, en el transporte. El lunes 28 de Junio Méndez precisó que de optarse por el gas natural, el país también estaría en condiciones de suministrar energía a la minera Aratirí.
Uruguay tiene como lineamiento estratégico para el año 2030 el diversificar su matriz energética y llegar a un 50% de energías renovables. Dentro de las energías no renovables el país presenta la disyuntiva en el corto plazo de optar por el gas natural o el carbón.
Es así que la construcción de una planta regasificadora de forma conjunta con Argentina, es una de las opciones que evalúa el Gobierno. Esta nueva técnica consiste en licuar el gas en su lugar de origen, donde el volumen disminuye 600 veces, transportarlo en barcos metaneros, y cuando llegue a destino regasificarlo, es decir, pasarlo de líquido a gaseoso.
Para evaluar las ventajas y desventajas de la opción del gas natural, la SCI mantuvo una entrevista con el Director Nacional de Energía y Tecnología Nuclear, Ramón Méndez, que presentamos a continuación.
– Existen decisiones en el Gobierno en relación a la construcción de la Planta Regasificadora.
– Una de las debilidades de nuestra matriz energética es que en algunos momentos las dos terceras partes del consumo provenía del petróleo. Al petróleo hay que complementarlo con alguna otra cosa. Y allí no hay 48 opciones: o bien gas natural, o bien carbón, o bien alguna forestación energética, o bien importación de electricidad. Frente a la opción de gas natural o carbón la opción que parece más atractiva es el gas natural. Además el gas natural es más limpio que el carbón y genera menos dióxido de carbono y por lo tanto tiene menos impacto sobre el cambio climático. Pero fundamentalmente frente al carbón tiene como ventaja que no se usa únicamente para generar electricidad; también se puede utilizar en la industria, a nivel residencial y en medios de transporte, remplazando petróleo por gas natural. Tradicionalmente dependía de los gasoductos y del gas que exista en las cercanías del país. Argentina que era nuestro suministrador por excelencia ha pasado a ser un importador de gas natural. Y Bolivia, que podía ser otro proveedor, en este momento sólo puede mandarnos gas a través de los gasoductos argentinos.
– ¿En cuánto tiempo podría instalarse la regasificadora?
– Estaría en un plazo intermedio. Desde que esté pronta y por ocho o diez años sería la opción, tiempo suficiente para pagar la inversión. El gas natural licuado es prácticamente un commodities y se puede comprar en 20 países del mundo que licuan gas y lo exportan. Y eso nos da nuevamente mayor independencia energética, que de eso se trata, tratar de no depender.
– Cómo están las reservas mundiales de gas natural?
– Siguen subiendo. Se han consolidado nuevas tecnologías, que extraen gas en pequeños yacimientos, prácticamente metido en la propia roca.
– ¿La ventaja de la regasificadora consistiría en disminuir los costos de generación de electricidad?
– El objetivo es múltiple. Por un lado, en función disminuir los costos de generación de energía eléctrica, pero también garantizar una cantidad de suministro de gas que haga penetrar el gas en el resto de la matriz energética: a nivel residencial, industrial y, eventualmente, en el transporte.
– ¿Han existido avances en cuanto a la concreción de la inversión?
– Es un estudio tremendamente complejo. Primero son tecnologías que están en permanente evolución. Segundo, el estuario del Río de la Plata no es el lugar más sencillo para instalar estos barcos, que en principio tienen calado mucho mayor de lo que se puede ingresar aquí. Tercero, por un problema de la estructura marítima del estuario, hay que hacer obras marítimas importantes o alejar el barco de la costa, lo cual también tiene otras dificultades en cuánto a qué tipo de tecnologías son posibles y de cuántos días por año puede operar el barco en relación a la altura de olas existentes. Y después hay estudios complejos, en cuanto a garantizar la compra de gas natural licuado, mediante contratos firmes a muchos años. Pero los estudios están muy avanzados y la idea es tomar definiciones muy rápidamente.
– ¿El carbón estaría descartado?
– No, no está descartado. En los próximos días vamos a tomar una decisión si confirmamos que nuestra primera opción comienza por la regasificadora, con lo cual el carbón pasaría a una segunda opción. Pero no quiere decir que está descartado de ninguna forma. La diversificación pasa por tener todas las fuentes disponibles. El hecho de tomar la opción por la regasificadora no implica que en 2017, 2018 o en 2019 podamos tener una planta de carbón. Eso es otra discusión.
– ¿Aratirí utilizaría una fuente de energía distinta del carbón?
– Estamos avanzando en las negociaciones y Aratirí está totalmente plegada a lo que es el diseño de la política energética. Aratirí ha manifestado su voluntad de ir por el camino que le proponga el Gobierno, es decir que no hay una dificultad en ese aspecto.
– ¿El país estaría en condiciones de suministrarle energía?
– Absolutamente, si se plantea con tiempo suficiente el país está en condiciones. Hoy no la tiene, naturalmente. Si mañana estuviera funcionando Aratirí y nos exigiera 200 megavatios no estamos en condiciones de ofrecerlos, pero en el momento que Aratirí empiece a funcionar tendremos todas las condiciones para incorporar toda la capacidad de generación que Aratirí y otro emprendimiento grande requieran.
– ¿El acuerdo con Bolivia para la importación de gas -vía Argentina- está concretado?
– El acuerdo con Bolivia está muy avanzado. La semana pasada estuvo el Ministro de Hidrocarburos trabajando con nosotros. El principio del acuerdo está, ahora nos resta acordar con Argentina para poder cerrar todo el negocio.
– El volumen es bastante menor que el que podría generar la regasificadora.
– Es menor. Además dependemos de que Argentina deje pasar por sus ductos el gas. Entonces no es una solución segura y de largo plazo. En el largo plazo la regasificiadora es más ventajosa.
– ¿Bolivia tendría la capacidad de producción para abastecernos vía gasoducto?
– Para comprar gas a Bolivia hay dos opciones: una de corto plazo, que consiste en usar los gasoductos existentes con Argentina. La otra es hacer un gasoducto dedicado especialmente hacia Uruguay, con lo cual ya no se depende de Argentina, sino que es nuestro caño. Lo estamos estudiando como opción, pero se requiere entre 6 y 10 años.
– ¿Ya comenzó ese estudio?
– Sí. La pasada semana estuvimos reunidos con la consultora que está haciendo el estudio y nos dijo que el estudio estará pronto para el 10 de diciembre. Bolivia en este momento tiene su volumen de producción acotado y, justamente, precisa tener garantizados contratos de largo plazo, para después hacer las inversiones necesarias para la producción. En caso de que tuviéramos un gasoducto vendría asociado con las inversiones del lado Boliviano para poder acceder al gas. Incluso Bolivia nos ha ofrecido poder hacer en conjunto el negocio de explotación del gas, en propio territorio Boliviano. Ese gas puede, llegado a Montevideo, industrializarse y no utilizarse solamente para producir energía; también podría ser utilizado para la industria petroquímica o alguna otra industria que dependa de hidrocarburos.
– O sea que lo más seguro –en relación a la estructura de la matriz- sería a construcción de un gasoducto con Bolivia.
Estructuralmente la única posibilidad es tener un gasoducto entre Bolivia y Uruguay, pasando naturalmente por Paraguay, por el Sur de Brasil y, eventualmente, Chile. Esa es la única garantía a largo plazo para la opción del gas boliviano.
Fuente: Presidencia de la República. www.presidencia.gub.uy
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